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820. ABRAHAM LOUIS GIRARDET (La Locle, Canton Neuenburg, 1772- Suiza, 1820)
La Fortuna ciega: alegoría satírica del Imperio napoleónico
h. 1808
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PINTURA ANTIGUA

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ABRAHAM LOUIS GIRARDET (La Locle, Canton Neuenburg, 1772- Suiza, 1820)
La Fortuna ciega: alegoría satírica del Imperio napoleónico
h. 1808

Miniatura. 10 cm (diámetro).
Firmada: "As Girardet pinxit".
Inscrito en el reverso a tinta: "A. Ros" e inscripción a lápiz (ilegible).
Con marco dorado estilo Imperio, pp. siglo XIX.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
Exposition Les Girardet, Trois générations d´artistes Neuchatelois XVIIIe et XIXe siécles. Le Locle, Musée des Beaux Arts, 23 mai- 18 juillet 1948”, pp. 36- 40.
BURNAND, Réne, Les Girardet au Locle et dans le monde, Éditions de la Bacconière, Neuchâtel (Suiza), 41-47 y 167-174 (relación de algunas de sus obras).
 
Abraham-Louis Girardet pertenece a la célebre dinastía artística de los Girardet, originaria de Neuchâtel. A comienzos del siglo XVIII, una violenta epidemia asoló la Prusia Oriental. Federico I (1657-1713), rey de Prusia y príncipe de Neuchâtel, deseoso de repoblar las regiones devastadas, hizo un llamamiento a sus súbditos helvéticos. Así fue como, en 1712, alrededor de doscientas familias neuchâteloises emprendieron un largo y peligroso viaje hacia su nueva patria prusiana. Entre ellas se encontraba un joven sastre de Le Locle, Jean-Pierre Girardet.
 
Su hijo Samuel Girardet (1730-1807), librero y editor, se casó con Marie-Anne Bourquin, con quien tuvo once hijos. De esa unión nació una extraordinaria saga de artistas neuchâtelois —grabadores, pintores y litógrafos— que, a lo largo de siglo y medio, produjeron tres generaciones de creadores. Desde muy jóvenes, los hijos de Samuel mostraron un innato talento para el dibujo y las artes gráficas, convirtiendo el apellido Girardet en sinónimo de refinamiento técnico y sensibilidad artística.
 
Abraham-Louis Girardet formó parte de esta primera generación, junto a sus hermanos Abraham Girardet (1764-1823), Alexandre Girardet (1767-1836) y Charles Girardet (1780-1863).
Su labor fue amplia y diversa: grabador, miniaturista y retratista, trabajó en Suiza, Francia, Alemania y los Países Bajos. Su personalidad fue una de las más cautivadoras de la familia, marcada por un destino trágico que lo condujo, en sus últimos años, a una enfermedad mental que acabaría con su vida.
 
El talento de Abraham-Louis fue notable, distinguido por su agudo sentido psicológico y una gran sensibilidad. Sin duda, fue en el retrato donde el artista alcanzó su máxima expresión: tanto su pincel como su buril respondían a una mano ligera y segura, al servicio de una observación penetrante del carácter humano. La mayoría de sus retratos son de pequeño formato y, como miniaturista, reprodujo numerosos rostros con precisión y vivacidad. También destacó como paisajista, con obras conservadas en el Museo de La Chaux-de-Fonds, y como ilustrador, colaborando con su padre en las Étrennes historiques, sentimentales et instructives, publicadas en varias series. Otra de sus especialidades fue el tableau brodé, género decorativo que combinaba la pintura con el relieve textil, muy apreciado en el ambiente neoclásico de la época.
 
Había en Abraham-Louis Girardet dos naturalezas opuestas: la del hombre sereno y razonable, y la del espíritu apasionado y panfletario. Sus láminas satíricas, producidas en una época políticamente convulsa, le acarrearon más de un problema con las autoridades y con las fuerzas de ocupación. Su Metempsycose des marchandises d’Angleterre se revela como una crítica feroz, mientras que su Sucre aux Raves, concebida para una ópera de 1808, despliega un humor mordaz y agudo. La plancha titulada Les Bénédictions et les Malédictions pertenece, en cambio, al universo de un visionario atormentado por pesadillas o iluminado por sueños celestiales.
 
Estos contrastes internos —esas tendencias en conflicto— marcaron también la conducta de Abraham-Louis Girardet dentro de su familia y en la sociedad. Su corazón, fiel y generoso, lo impulsaba a gestos de ternura hacia sus padres y de desinteresada ayuda hacia sus hermanos; pero, en ocasiones, surgían arrebatos de humor, excentricidades o caprichos que provocaban dolorosos desencuentros en su entorno más cercano.
 
La miniatura que presentamos, firmada “As. Girardet pinxit”, hasta ahora inédita, puede ponerse en relación con la plancha de grabado Sucre aux Raves conservada en el Museo de Historia de Neuchâtel (Ver: Ville de Neuchatel, Biblioteques et Museés, 1985, pp. 12 y pp. 14, lám. 4 (Ver: https://share.google/4e16nCqF5Yoceaadd). Fue realizada por Abraham-Louis Girardet (1772-1821) con motivo de una ópera de 1808. Un grabado de esta plancha se conserva en el Musee Carnavalet, Historie de París, número de inventario G- 27348. En esta miniatura vuelve a representarse la figura alegórica de la Fortuna, que aparece en el centro de la composición. Se la representa como una figura femenina desnuda, con los ojos vendados, símbolo de la arbitrariedad de la suerte. En su cuello porta la medalla de la Legión de Honor, instituida por Napoleón Bonaparte en 1802, y sobre la banda luce otro conjunto de condecoraciones aún no identificadas.
 
La rodea una multitud de personajes de rostros descompuestos y gestos ansiosos, que parecen encarnar la locura colectiva provocada por la codicia y la ambición. La Fortuna, indiferente, reparte sus dones con una mezcla de ironía y desdén, mientras los hombres movidos por la desesperación se precipitan hacia ella.
 
Probablemente esta miniatura, al igual que el grabado titulado Sucre aux Raves, constituya una sátira visual sobre la situación económica del Imperio napoleónico. Su composición, de apariencia enrevesada y enigmática, alude al encarecimiento del azúcar de caña y del café provocado por el bloqueo continental decretado por Napoleón en 1806, que prohibía el comercio con Gran Bretaña y sus colonias.
 
Ante la escasez de productos coloniales, Francia impulsó la producción de azúcar a partir de la remolacha azucarera como alternativa al azúcar de caña procedente del Caribe. Esta iniciativa, promovida por el químico prusiano Franz Karl Achard (1753-1821), discípulo de Andreas Sigismund Marggraf —descubridor del azúcar de remolacha en 1747—, se convirtió en símbolo de la autarquía económica del Imperio y, al mismo tiempo, en objeto de ironía y crítica.
 
En este contexto, la obra de Girardet refuerza su carácter satírico y moralizante: no solo refleja la inestabilidad económica derivada del bloqueo continental, sino también la fragilidad humana ante el azar y la ceguera del poder. La figura de la Fortuna, rodeada de insensatos, puede entenderse como una metáfora de la sociedad napoleónica —deslumbrada por la gloria y la riqueza, pero condenada a los vaivenes de la política imperial—. De este modo, la miniatura se inscribe en la tradición de las alegorías críticas del primer Imperio, donde la exaltación de los símbolos napoleónicos convive con una mirada escéptica y humorística hacia sus excesos.





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