ATRIBUIDA A LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS (Puerto de la Cruz, Tenerife 1776 - 1853)
Retrato de Fernando VII con el toison de oro y las grandes cruces de la Orden de Carlos III e Isabel la Católica
H. 1824

Miniatura. 9,7 x 6,5 cm. Falta en el extremo lateral izquierdo.
Montada en un marco decorado con piedras de strass.
 
Luis de la Cruz y Ríos recibió sus primeras enseñanzas de su padre, Manuel Antonio de la Cruz, y de Juan de Miranda, destacando desde joven como pintor y miniaturista en las Islas Canarias. Entre 1778 y 1799 residió en Gran Canaria, donde copió obras de la catedral y realizó retratos, consolidando su habilidad en el género. Tras desempeñar cargos en la milicia y la administración local, se trasladó a Madrid en 1815, donde retrató a Fernando VII, a la reina y a miembros de la nobleza, obteniendo en 1824 el título de pintor de cámara en miniatura.
 
El presente retrato muestra al monarca con el Toisón de Oro y las grandes cruces de las órdenes de Carlos III e Isabel la Católica, y evidencia una estrecha filiación compositiva con el retrato de Fernando VII pintado por Vicente López y conservado en el Museo del Prado. Esta afinidad sugiere que Luis de la Cruz tomó como referencia el modelo establecido por López, cuyo estudio se hace perceptible en la obra. Todo ello sitúa al artista canario dentro de la tradición de los retratistas cortesanos españoles del primer tercio del siglo XIX, destacando por su dominio técnico y su sensibilidad hacia el retrato oficial. 
 
Se conocen varias miniaturas de Fernando VII atribuidas a Luis de la Cruz. La primera, conservada en el Palacio de Oriente (Antonio Rumeu de Armas, Luis de la Cruz y Ríos, 1997, p. 138). La segunda se encuentra en la Galería Nacional de Praga, procedente de la colección del archiduque Francisco Fernando de Austria-Este (Jan Assmann, “Una miniatura española desconocida”, Goya, nº 215, 1990, pp. 269-270). Una tercera miniatura, perteneciente a la Colección Nogués y actualmente desaparecida, se exhibió en la exposición conmemorativa del centenario de la muerte del artista en el Museo Romántico de Madrid en 1953 (Jesús Hernández Perera, “Los retratos reales de Luis de la Cruz y Ríos”, Anuario de Estudios Atlánticos, nº 1, 1955, lám. V).