Precio salida
6.000 €
Descripción del lote
FEDERICO DE MADRAZO Y KUNTZ (Roma, 1815 - Madrid, 1894)
Estudio de una cabeza
Roma, 1842
Óleo sobre lienzo. 37,5 x 28 cm.
Localizado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Roma, 20 Enero 1842».
En el anverso, en el ángulo inferior derecho, se distingue una breve pincelada de óleo amarillo que parece formar las iniciales «F E», posiblemente un apunte o marca del propio artista.
En el reverso, etiqueta estampada «Venta de Madrazo. Cuadros. Dibujos. Grabados» y otra etiqueta manuscrita: «Cabeza de estudio original de Federico de Madrazo para que conste lo firma su nieto Mariano de Madrazo, 23.VI.24».
Este óleo, localizado y fechado el 20 de enero 1842, constituye un estudio de cabeza que puede relacionarse con la Serie Cronológica de los Reyes de España. El reciente hallazgo de otro estudio de cabeza para Don Pelayo, también pintado por Federico de Madrazo en Roma ese mismo año, refuerza esta hipótesis. Ambas obras presentan en el reverso la misma etiqueta estampada de la «Venta de Madrazo». La similitud fisionómica entre el estudio aquí presentado y el retrato de Alfonso II el Casto, conservado en el Museo del Prado (inv. P006259), sugiere que este lienzo pudo haber sido un estudio preparatorio para dicha obra.
La Serie Cronológica de los Reyes de España fue un ambicioso proyecto museístico impulsado en 1847 por José de Madrazo, entonces director del Real Museo de Pinturas. En un momento marcado por las tensiones entre isabelinos y carlistas —estos últimos cuestionaban el derecho de Isabel II al trono por razón de sexo—, la reina aprobó la creación de una galería de retratos que representara a todos los monarcas en orden histórico. Para suplir la ausencia de imágenes de los reyes medievales en las Colecciones Reales, se encargaron nuevos retratos a varios jóvenes pintores. Dado el evidente propósito político de la serie, se prestó especial atención a la representación y legitimación visual de las reinas de la historia de España.
Tras su etapa de formación en París junto a Ingres, Federico de Madrazo viajó nuevamente a Roma, donde llevó a cabo esta obra. Esta segunda estancia romana resultó fundamental para su desarrollo estético: allí incorporó elementos del purismo de raíz nazarena, fusionándolos con la influencia francesa y configurando así una formación plenamente cosmopolita. Cuando regresó a Madrid en 1842, Madrazo presentaba ya un estilo maduro, más sobrio y depurado, que facilitó su consolidación como retratista real y su rápido ascenso como de pintor de cámara.
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