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832. AERT COSYN (Rotterdam, c. 1631-1674)Jugadores de naipes1665

Lápiz y carboncillo sobre pergamino. 35,2 x 29,3 cm.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: “Cosyn fe Aº 1665”
Con marco de madera tallada, siglo XVIII
 
PROCEDENCIA:
Drouot, París, 1995.
Colección particular, Madrid.
 
El dibujo que presentamos, firmado y fechado en 1665, constituye una interesante aportación al corpus conocido de Aert Cosyn, pintor y dibujante holandés nacido en Rotterdam hacia 1631, de quien se conservan escasos datos biográficos. Se sabe que fue hijo de Pieter Pietersz van de Venne y que contrajo matrimonio con Aeltje Jansdr en Ámsterdam el 4 de diciembre de 1666. En 1652, Cosyn viajó a Estocolmo junto con Jacob Houstraet, regresando probablemente poco después a Holanda (Roosval, 1967, vol. 5, p. 614).
 
La escena, cargada de humor y crítica social, refleja la picardía y el engaño típicos de la pintura de género holandesa del siglo XVII. En el interior de una taberna, tres personajes participan en una partida de cartas: a la izquierda, un jugador sonriente, de gesto burlón y sombrero de ala ancha, señala con picardía las cartas de su contrincante; detrás de él, otro personaje se inclina con astucia, como cómplice de la posible trampa; y a la derecha, el tercer jugador, concentrado en su baraja, permanece ajeno a la conspiración, con expresión seria y concentrada.
 
Los dibujos conservados de Cosyn, firmados y fechados, son extremadamente escasos. Todos ellos están pintados con la misma técnica de lápiz y carboncillo sobre pergamino, y constituyen una clara muestra de la precisión y la calidad excepcionales de Cosyn como dibujante. Entre ellos, el presente dibujo destaca por ser el de mayor tamaño. Dos de sus dibujos se conservan en dos de las más importantes colecciones de dibujos del mundo: uno en el Museo del Louvre (Violinista sosteniendo un vaso, 22,5 x 18,3 cm, inv. 22564, firmado y fechado en 1670), y otro en la Albertina de Viena (Mujer con sombrero de paja y rommelpot, inv. 9039). A estos se suman Bebedor alegre sentado, firmado y fechado, subastado en Sotheby’s Nueva York el 28 de enero de 1998 (lote 213), y Estudio de una dama leyendo, firmado y fechado en 1670, subastado en Phillips, Londres, el 5 de enero de 1988.

Precio salida

10.000 €

VENDIDO POR

16.000 €
VENDIDO
832. AERT COSYN (Rotterdam, c. 1631-1674)Jugadores de naipes1665

Lápiz y carboncillo sobre pergamino. 35,2 x 29,3 cm.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: “Cosyn fe Aº 1665”
Con marco de madera tallada, siglo XVIII
 
PROCEDENCIA:
Drouot, París, 1995.
Colección particular, Madrid.
 
El dibujo que presentamos, firmado y fechado en 1665, constituye una interesante aportación al corpus conocido de Aert Cosyn, pintor y dibujante holandés nacido en Rotterdam hacia 1631, de quien se conservan escasos datos biográficos. Se sabe que fue hijo de Pieter Pietersz van de Venne y que contrajo matrimonio con Aeltje Jansdr en Ámsterdam el 4 de diciembre de 1666. En 1652, Cosyn viajó a Estocolmo junto con Jacob Houstraet, regresando probablemente poco después a Holanda (Roosval, 1967, vol. 5, p. 614).
 
La escena, cargada de humor y crítica social, refleja la picardía y el engaño típicos de la pintura de género holandesa del siglo XVII. En el interior de una taberna, tres personajes participan en una partida de cartas: a la izquierda, un jugador sonriente, de gesto burlón y sombrero de ala ancha, señala con picardía las cartas de su contrincante; detrás de él, otro personaje se inclina con astucia, como cómplice de la posible trampa; y a la derecha, el tercer jugador, concentrado en su baraja, permanece ajeno a la conspiración, con expresión seria y concentrada.
 
Los dibujos conservados de Cosyn, firmados y fechados, son extremadamente escasos. Todos ellos están pintados con la misma técnica de lápiz y carboncillo sobre pergamino, y constituyen una clara muestra de la precisión y la calidad excepcionales de Cosyn como dibujante. Entre ellos, el presente dibujo destaca por ser el de mayor tamaño. Dos de sus dibujos se conservan en dos de las más importantes colecciones de dibujos del mundo: uno en el Museo del Louvre (Violinista sosteniendo un vaso, 22,5 x 18,3 cm, inv. 22564, firmado y fechado en 1670), y otro en la Albertina de Viena (Mujer con sombrero de paja y rommelpot, inv. 9039). A estos se suman Bebedor alegre sentado, firmado y fechado, subastado en Sotheby’s Nueva York el 28 de enero de 1998 (lote 213), y Estudio de una dama leyendo, firmado y fechado en 1670, subastado en Phillips, Londres, el 5 de enero de 1988.

Precio salida: 10.000 €

VENDIDO POR: 16.000 €

VENDIDO
839. CLAUDIO COELLO (Madrid, 1642-1693)Retrato de un hombreHacia 1665

Óleo sobre lienzo. 80,7 x 65,2 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección privada; Bonhams París, 14 de noviembre de 2023, lote 111 (como obra de Juan Bautista Martínez del Mazo).
 
BIBLIOGRAFÍA:
Palomino de Castro y Velasco, A., El Parnaso español pintoresco laureado, 1796, Madrid.
Pérez de Guzmán, J., «Las colecciones de cuadros del Príncipe de la Paz», La España Moderna, 1 de agosto de 1900, tomo 140, pp. 95-126.
Ponz, A., Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, 1793, tomo 5, Madrid.
Rose Wagner, I. J., Manuel Godoy. Patrón de las artes y coleccionista (tesis doctoral), tomo 2, 1983, Madrid, Universidad Complutense de Madrid.
Sullivan, Edward J., Claudio Coello y la pintura barroca madrileña, 1989, Madrid, Editorial Nerea.
 
De medio cuerpo, vuelto hacia su izquierda. Viste ropilla negra con amplias mangas de raso o tafetán del mismo color, cerrada al cuello con una vistosa golilla de color azul (con viso de color azul o azulete). La mano izquierda descansa sobre el pecho, mientras que la derecha, apoyada en la cintura, permanece oculta por el enorme puño postizo (de tela fina o encaje) que asoma por debajo de la manga. La seriedad de la expresión contrasta con la afectada elegancia de la pose, la cual está inspirada, sin duda, en modelos holandeses o flamencos (Frans Hals, el Van Dyck de la etapa inglesa…) que el pintor debió de conocer a través de alguna estampa. Destaca la maestría en la representación de las calidades de las diferentes telas, en particular de la lustrosa seda de la manga, verdadera protagonista del cuadro, auténtico alarde de virtuosismo técnico. Se desconoce la identidad del retratado.
 
Razones de índole formal obligan a considerar este cuadro como una obra juvenil de Claudio Coello, cercana a su etapa de formación con Francisco Rizi. Es evidente el cuidado puesto en el dibujo de la mano y del rostro, así como la precisión de los rasgos, pese a la ligereza y rapidez con las que están pintados. La expresividad de la imagen es, asimismo, característica del pintor y entronca con el estilo de Rizi, en unos años —mediados de la década 1660-1670— en los que, según nos cuenta Antonio Palomino, Coello todavía estaba en casa de su maestro.
 
La obra es una excelente muestra de la variedad de fuentes de inspiración que nutren el arte del joven pintor. El colorido, por ejemplo, aunque recuerda a Velázquez en el predominio de los negros y los grises plateados, parece también influido por su contemporáneo (y condiscípulo) José Antolínez en la paleta, así como en el uso del cliché de la mano abierta sobre el pecho, que aparece con frecuencia en sus cuadros. El ligero flou o desdibujado de las facciones recuerda al mismo Antolínez y a Francisco de Herrera, apodado «el Mozo», quien utiliza el mismo recurso en sus escasos retratos conocidos (Un general de artillería, h. 1665; Retrato de don Luis García de Cerecedo, h. 1666). Coello y Herrera se conocían desde al menos 1679, cuando Coello, junto a José Donoso, decoró la torre del cuarto de la reina de palacio con motivo de la llegada a la corte de María Luisa de Orleans, por traza que había hecho Herrera, por entonces maestro mayor y pintor del rey. El motivo de la manga de seda vista en escorzo, inspirado en modelos centroeuropeos conocidos a través de grabados (Frans Hals y otros), es un recurso utilizado por el pintor con el fin de constatar la posición social del retratado, probablemente un civil de clase media acomodada —lo que hoy llamaríamos un burgués—, quizás un comerciante o un funcionario. Los rasgos físicos del modelo permiten aventurar la hipótesis de que se trata de un extranjero, tal vez un miembro de la nutrida colonia de comerciantes extranjeros radicados en Madrid tras el establecimiento definitivo de la corte en la capital en 1606.
 
La factura es similar a la de otros cuadros pintados por Coello en torno a 1665, como el San Miguel Arcángel del Museo de Bellas Artes de Houston o La Virgen y el niño Jesús adorados por san Luis Rey de Francia del Museo del Prado. Los colores son suaves y fríos. Dominan los tonos oscuros de la ropilla y el fondo, que contrastan con el blanco de los puños y el rosa de la carne. Toques de gracia del mismo azul de la golilla (¿lapislázuli?) matizan el color del rostro (blanco del ojo izquierdo, lagrimal del ojo derecho) y los brillos del pelo sobre la sien. Es peculiar de este momento de la carrera del artista la insistencia en el uso del color azul, no solo como «color local» (golilla), sino para matizar el resto de los colores, como ocurre también en el cuadro del Prado (rostro de la Virgen, capa de san Luis, lana del cordero, alfombra…) y en el de Houston (resplandores del cielo, cabello y ropas de san Miguel…). La misma disposición de los elementos de este cuadro (la mano abierta sobre el pecho, la manga escorzada…) la repite el pintor, aunque a la inversa, en el importante y poco conocido Retrato de un hombre de la Galería Nacional de Otawa, obra de hacia 1670-80, considerado durante mucho tiempo como obra de Murillo, incluido el detalle de virtuoso de la luz entre los dedos.
 
Las fuentes citan varios retratos entre las obras perdidas de Coello. Palomino menciona dos retratos pintados para la madrileña Iglesia de San Andrés: «Y bien de sus principios es también la pintura del retablo de san Roque, que está en la Parroquial de San Andrés de esta Corte, donde hay una Magdalena en la tablica del Sagrario; y dos retratos de medio cuerpo a los lados, que parecen de Velázquez». Otros dos, «grandemente hechos», había en el banco del retablo del arcángel san Gabriel que estaba en un pilar de la antigua Iglesia de Santa Cruz, de la que el pintor fue parroquiano. En el inventario de los bienes de Manuel Godoy redactado por el pintor francés Frédéric Quilliet, fechado el 1 de enero de 1808, figuran dos retratos, uno de un hombre y otro de una mujer, atribuidos a Coello. Quilliet no describe los cuadros ni indica su procedencia, aunque Isadora Rose cree que procedían de la testamentaría del infante don Luis y que Godoy los adquirió a través de la herencia de su esposa, la condesa de Chinchón.
 
Juan Carlos Gómez Aragüete
Esta obra que acompaña del estudio realizado por Juan Carlos Gómez Aragüete, a quien agradecemos su ayuda en la catalogación de este lote.
 
 

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25.000 €

VENDIDO POR

25.000 €
VENDIDO
839. CLAUDIO COELLO (Madrid, 1642-1693)Retrato de un hombreHacia 1665

Óleo sobre lienzo. 80,7 x 65,2 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección privada; Bonhams París, 14 de noviembre de 2023, lote 111 (como obra de Juan Bautista Martínez del Mazo).
 
BIBLIOGRAFÍA:
Palomino de Castro y Velasco, A., El Parnaso español pintoresco laureado, 1796, Madrid.
Pérez de Guzmán, J., «Las colecciones de cuadros del Príncipe de la Paz», La España Moderna, 1 de agosto de 1900, tomo 140, pp. 95-126.
Ponz, A., Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella, 1793, tomo 5, Madrid.
Rose Wagner, I. J., Manuel Godoy. Patrón de las artes y coleccionista (tesis doctoral), tomo 2, 1983, Madrid, Universidad Complutense de Madrid.
Sullivan, Edward J., Claudio Coello y la pintura barroca madrileña, 1989, Madrid, Editorial Nerea.
 
De medio cuerpo, vuelto hacia su izquierda. Viste ropilla negra con amplias mangas de raso o tafetán del mismo color, cerrada al cuello con una vistosa golilla de color azul (con viso de color azul o azulete). La mano izquierda descansa sobre el pecho, mientras que la derecha, apoyada en la cintura, permanece oculta por el enorme puño postizo (de tela fina o encaje) que asoma por debajo de la manga. La seriedad de la expresión contrasta con la afectada elegancia de la pose, la cual está inspirada, sin duda, en modelos holandeses o flamencos (Frans Hals, el Van Dyck de la etapa inglesa…) que el pintor debió de conocer a través de alguna estampa. Destaca la maestría en la representación de las calidades de las diferentes telas, en particular de la lustrosa seda de la manga, verdadera protagonista del cuadro, auténtico alarde de virtuosismo técnico. Se desconoce la identidad del retratado.
 
Razones de índole formal obligan a considerar este cuadro como una obra juvenil de Claudio Coello, cercana a su etapa de formación con Francisco Rizi. Es evidente el cuidado puesto en el dibujo de la mano y del rostro, así como la precisión de los rasgos, pese a la ligereza y rapidez con las que están pintados. La expresividad de la imagen es, asimismo, característica del pintor y entronca con el estilo de Rizi, en unos años —mediados de la década 1660-1670— en los que, según nos cuenta Antonio Palomino, Coello todavía estaba en casa de su maestro.
 
La obra es una excelente muestra de la variedad de fuentes de inspiración que nutren el arte del joven pintor. El colorido, por ejemplo, aunque recuerda a Velázquez en el predominio de los negros y los grises plateados, parece también influido por su contemporáneo (y condiscípulo) José Antolínez en la paleta, así como en el uso del cliché de la mano abierta sobre el pecho, que aparece con frecuencia en sus cuadros. El ligero flou o desdibujado de las facciones recuerda al mismo Antolínez y a Francisco de Herrera, apodado «el Mozo», quien utiliza el mismo recurso en sus escasos retratos conocidos (Un general de artillería, h. 1665; Retrato de don Luis García de Cerecedo, h. 1666). Coello y Herrera se conocían desde al menos 1679, cuando Coello, junto a José Donoso, decoró la torre del cuarto de la reina de palacio con motivo de la llegada a la corte de María Luisa de Orleans, por traza que había hecho Herrera, por entonces maestro mayor y pintor del rey. El motivo de la manga de seda vista en escorzo, inspirado en modelos centroeuropeos conocidos a través de grabados (Frans Hals y otros), es un recurso utilizado por el pintor con el fin de constatar la posición social del retratado, probablemente un civil de clase media acomodada —lo que hoy llamaríamos un burgués—, quizás un comerciante o un funcionario. Los rasgos físicos del modelo permiten aventurar la hipótesis de que se trata de un extranjero, tal vez un miembro de la nutrida colonia de comerciantes extranjeros radicados en Madrid tras el establecimiento definitivo de la corte en la capital en 1606.
 
La factura es similar a la de otros cuadros pintados por Coello en torno a 1665, como el San Miguel Arcángel del Museo de Bellas Artes de Houston o La Virgen y el niño Jesús adorados por san Luis Rey de Francia del Museo del Prado. Los colores son suaves y fríos. Dominan los tonos oscuros de la ropilla y el fondo, que contrastan con el blanco de los puños y el rosa de la carne. Toques de gracia del mismo azul de la golilla (¿lapislázuli?) matizan el color del rostro (blanco del ojo izquierdo, lagrimal del ojo derecho) y los brillos del pelo sobre la sien. Es peculiar de este momento de la carrera del artista la insistencia en el uso del color azul, no solo como «color local» (golilla), sino para matizar el resto de los colores, como ocurre también en el cuadro del Prado (rostro de la Virgen, capa de san Luis, lana del cordero, alfombra…) y en el de Houston (resplandores del cielo, cabello y ropas de san Miguel…). La misma disposición de los elementos de este cuadro (la mano abierta sobre el pecho, la manga escorzada…) la repite el pintor, aunque a la inversa, en el importante y poco conocido Retrato de un hombre de la Galería Nacional de Otawa, obra de hacia 1670-80, considerado durante mucho tiempo como obra de Murillo, incluido el detalle de virtuoso de la luz entre los dedos.
 
Las fuentes citan varios retratos entre las obras perdidas de Coello. Palomino menciona dos retratos pintados para la madrileña Iglesia de San Andrés: «Y bien de sus principios es también la pintura del retablo de san Roque, que está en la Parroquial de San Andrés de esta Corte, donde hay una Magdalena en la tablica del Sagrario; y dos retratos de medio cuerpo a los lados, que parecen de Velázquez». Otros dos, «grandemente hechos», había en el banco del retablo del arcángel san Gabriel que estaba en un pilar de la antigua Iglesia de Santa Cruz, de la que el pintor fue parroquiano. En el inventario de los bienes de Manuel Godoy redactado por el pintor francés Frédéric Quilliet, fechado el 1 de enero de 1808, figuran dos retratos, uno de un hombre y otro de una mujer, atribuidos a Coello. Quilliet no describe los cuadros ni indica su procedencia, aunque Isadora Rose cree que procedían de la testamentaría del infante don Luis y que Godoy los adquirió a través de la herencia de su esposa, la condesa de Chinchón.
 
Juan Carlos Gómez Aragüete
Esta obra que acompaña del estudio realizado por Juan Carlos Gómez Aragüete, a quien agradecemos su ayuda en la catalogación de este lote.
 
 

Precio salida: 25.000 €

VENDIDO POR: 25.000 €

VENDIDO
848. JUSEPE LEONARDO (Calatayud, 1601-Zaragoza, c.1653)Anunciación

Óleo sobre lienzo. 124 x 103 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular Madrid.
 
Este lienzo, conservado hasta ahora en una colección particular en Madrid, fue dado a conocer por Pérez Sánchez en 1983. En su publicación, la fotografía de esta obra (lámina 108) y cita: De estilo muy próximo a Cajés, pero seguramente de Leonardo” (Ver: Angulo Íñiguez, D. y Pérez Sánchez, A.E.: Pintura madrileña del segundo tercio del siglo XVII, Madrid, 1983, p. 94, nº 33, lámina 108).
 
Más tarde, Ramón Torner Marco, en Jusepe Leonardo. Un pintor bilbilitano en la Corte de Felipe IV, menciona esta Anunciación: Anunciación/Madrid. Propiedad particular/De estilo muy próximo a Cajés pero seguramente de Leonardo. Según Angulo y Pérez Sánchez, se trata de una Anunciación (123 x 103 cm) muy parecida en composición, tipología y estilo a otras del artista; sin embargo, solo se conoce por fotografía (Ver: Ramón Torner Marco, Jusepe Leonardo. Un pintor bilbilitano en la Corte de Felipe IV, Calatayud, 2003, Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución “Fernando el Católico”, p. 64).
 
La obra que presentamos, conservada hasta ahora en una colección particular madrileña, destaca por su formato, dimensiones y carácter íntimo, lo que sugiere que fue concebida para un ámbito devocional privado o para una pequeña capilla conventual aún sin localizar. Su estilo pictórico refleja claramente la influencia de Eugenio Cajés, maestro bajo cuya tutela se formaron importantes artistas como Félix Castello, Jusepe Leonardo y Antonio Lanchares, quienes perpetuaron su técnica y proceso creativo.
 
En la escena, el pintor captura el momento de la Anunciación sobre un rompimiento de gloria celestial, con la paloma del Espíritu Santo como símbolo divino. A la izquierda, el Arcángel San Gabriel sostiene una filacteria con la inscripción: Ave Maria, gratia plena. Dominus tecum. A la derecha, la Virgen, sentada o arrodillada, adopta una actitud de oración y aceptación de su destino. Sobre la mesa, un libro refuerza el carácter contemplativo de la escena. Desde un punto de vista estilístico, la obra revela la influencia de Cajés, con un tratamiento de la luz que recuerda al tenebrismo caravaggista, combinado con el manierismo de Correggio. La paleta cromática, dominada por tonos rojos, azules y blancos, es característica de Leonardo.
 
Este lienzo guarda relación con la Anunciación de Eugenio Cajés en el retablo de Algete, firmada y fechada en 1619, cuyo dibujo preparatorio se conserva en el Museo Nacional del Prado. Asimismo, se pueden identificar otras dos Anunciaciones de Leonardo: una en Casarrubios del Monte (óleo sobre lienzo, 126,5 x 92 cm, firmada) y otra en la sacristía del Monasterio de Silos (óleo sobre lienzo, 264 x 164 cm).

Precio salida

5.000 €

VENDIDO POR

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VENDIDO
848. JUSEPE LEONARDO (Calatayud, 1601-Zaragoza, c.1653)Anunciación

Óleo sobre lienzo. 124 x 103 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular Madrid.
 
Este lienzo, conservado hasta ahora en una colección particular en Madrid, fue dado a conocer por Pérez Sánchez en 1983. En su publicación, la fotografía de esta obra (lámina 108) y cita: De estilo muy próximo a Cajés, pero seguramente de Leonardo” (Ver: Angulo Íñiguez, D. y Pérez Sánchez, A.E.: Pintura madrileña del segundo tercio del siglo XVII, Madrid, 1983, p. 94, nº 33, lámina 108).
 
Más tarde, Ramón Torner Marco, en Jusepe Leonardo. Un pintor bilbilitano en la Corte de Felipe IV, menciona esta Anunciación: Anunciación/Madrid. Propiedad particular/De estilo muy próximo a Cajés pero seguramente de Leonardo. Según Angulo y Pérez Sánchez, se trata de una Anunciación (123 x 103 cm) muy parecida en composición, tipología y estilo a otras del artista; sin embargo, solo se conoce por fotografía (Ver: Ramón Torner Marco, Jusepe Leonardo. Un pintor bilbilitano en la Corte de Felipe IV, Calatayud, 2003, Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución “Fernando el Católico”, p. 64).
 
La obra que presentamos, conservada hasta ahora en una colección particular madrileña, destaca por su formato, dimensiones y carácter íntimo, lo que sugiere que fue concebida para un ámbito devocional privado o para una pequeña capilla conventual aún sin localizar. Su estilo pictórico refleja claramente la influencia de Eugenio Cajés, maestro bajo cuya tutela se formaron importantes artistas como Félix Castello, Jusepe Leonardo y Antonio Lanchares, quienes perpetuaron su técnica y proceso creativo.
 
En la escena, el pintor captura el momento de la Anunciación sobre un rompimiento de gloria celestial, con la paloma del Espíritu Santo como símbolo divino. A la izquierda, el Arcángel San Gabriel sostiene una filacteria con la inscripción: Ave Maria, gratia plena. Dominus tecum. A la derecha, la Virgen, sentada o arrodillada, adopta una actitud de oración y aceptación de su destino. Sobre la mesa, un libro refuerza el carácter contemplativo de la escena. Desde un punto de vista estilístico, la obra revela la influencia de Cajés, con un tratamiento de la luz que recuerda al tenebrismo caravaggista, combinado con el manierismo de Correggio. La paleta cromática, dominada por tonos rojos, azules y blancos, es característica de Leonardo.
 
Este lienzo guarda relación con la Anunciación de Eugenio Cajés en el retablo de Algete, firmada y fechada en 1619, cuyo dibujo preparatorio se conserva en el Museo Nacional del Prado. Asimismo, se pueden identificar otras dos Anunciaciones de Leonardo: una en Casarrubios del Monte (óleo sobre lienzo, 126,5 x 92 cm, firmada) y otra en la sacristía del Monasterio de Silos (óleo sobre lienzo, 264 x 164 cm).

Precio salida: 5.000 €

VENDIDO POR: 5.500 €

VENDIDO
849. ATRIBUIDO A JERÓNIMO JACINTO ESPINOSA (Cocentaina, Alicante, 1600- Valencia, 1667)San Juan el Evangelista con el águilaH. 1640- 60

Óleo sobre lienzo. 71 x 58,5 cm.
Con marco en madera tallada y dorada.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular del Norte de España.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
 
Pérez Sánchez, Alfonso. Jerónimo Jacinto de Espinosa (1600-1667). Valencia: Generalitat Valenciana, 2000.
Marco García, Victor, Pintura barroca en Valencia, 1600-1737, CEEH, Centro de Estudios de Europa Hispánica, Madrid, 2021, pp. 383- 390.
 
Jerónimo Jacinto Espinosa es considerado uno de los pintores más relevantes de la pintura valenciana del siglo XVII. A lo largo de su carrera, recibió numerosos encargos de conventos y órdenes religiosas, permaneciendo siempre fiel al naturalismo y tenebrismo. Formado junto a su padre, Jerónimo Rodríguez de Espinosa, a los 16 años ya estaba inscrito en el Colegio de Pintores de Valencia, y en 1623 firmó su primera obra importante, *El milagro del Cristo del Rescate*. La influencia de Francisco Ribalta fue determinante en su formación, de quien aprendió el naturalismo tenebrista, el uso extraordinario del color y la habilidad para representar las calidades de los materiales.
 
Esta obra inédita de Jerónimo Jacinto de Espinosa, preservada hasta ahora en una colección privada en el Norte de España, constituye un magnífico ejemplo de su madurez artística. Probablemente realizada entre 1640 y 1665, en el periodo de mayor plenitud creativa del artista, la obra refleja con claridad la influencia del caravaggismo, evidente en el dramático contraste lumínico que define la figura de San Juan, retratado de medio cuerpo, sobre un fondo sombrío.
 
San Juan aparece vestido con una túnica en tonos verdes y un manto rojo intenso, tejidos que Espinosa trabaja con su característico tratamiento de pliegues menudos, quebrados y ondulantes, que caen con asombrosa naturalidad. El rostro del santo, sumamente expresivo y lleno de energía, se alza en una mirada dirigida al cielo, mostrando una poderosa individualización. El cabello rizado y ensortijado, los labios carnosos, los grandes ojos oscuros y la barbilla redondeada son elementos que sitúan esta obra entre los ejemplos más destacados del arte de Espinosa.
 
Las manos alzadas del santo, en un gesto de sorpresa ante la visión celeste, junto con la intensa iluminación tenebrista que acentúa los volúmenes y resalta con fuerza el rostro, son detalles que confirman la maestría del artista. Detrás de San Juan, el pintor nos presenta la figura del águila, símbolo tradicional del evangelista.
 
Por la disposición y el carácter de la figura permite relacionar esta obra con otras de Espinosa como el San Juan Bautista conservado en el Museo Nacional del Prado (óleo sobre lienzo, 112 x 91 cm, hacia 1645 [P000701]), la Magdalena penitente, óleo sobre lienzo, 112 x 88,7 cm, siglo XVII [P007621] en el Museo del Prado y otra Magdalena conservada en el Museo de Valencia.

Precio salida

7.000 €

VENDIDO POR

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849. ATRIBUIDO A JERÓNIMO JACINTO ESPINOSA (Cocentaina, Alicante, 1600- Valencia, 1667)San Juan el Evangelista con el águilaH. 1640- 60

Óleo sobre lienzo. 71 x 58,5 cm.
Con marco en madera tallada y dorada.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular del Norte de España.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
 
Pérez Sánchez, Alfonso. Jerónimo Jacinto de Espinosa (1600-1667). Valencia: Generalitat Valenciana, 2000.
Marco García, Victor, Pintura barroca en Valencia, 1600-1737, CEEH, Centro de Estudios de Europa Hispánica, Madrid, 2021, pp. 383- 390.
 
Jerónimo Jacinto Espinosa es considerado uno de los pintores más relevantes de la pintura valenciana del siglo XVII. A lo largo de su carrera, recibió numerosos encargos de conventos y órdenes religiosas, permaneciendo siempre fiel al naturalismo y tenebrismo. Formado junto a su padre, Jerónimo Rodríguez de Espinosa, a los 16 años ya estaba inscrito en el Colegio de Pintores de Valencia, y en 1623 firmó su primera obra importante, *El milagro del Cristo del Rescate*. La influencia de Francisco Ribalta fue determinante en su formación, de quien aprendió el naturalismo tenebrista, el uso extraordinario del color y la habilidad para representar las calidades de los materiales.
 
Esta obra inédita de Jerónimo Jacinto de Espinosa, preservada hasta ahora en una colección privada en el Norte de España, constituye un magnífico ejemplo de su madurez artística. Probablemente realizada entre 1640 y 1665, en el periodo de mayor plenitud creativa del artista, la obra refleja con claridad la influencia del caravaggismo, evidente en el dramático contraste lumínico que define la figura de San Juan, retratado de medio cuerpo, sobre un fondo sombrío.
 
San Juan aparece vestido con una túnica en tonos verdes y un manto rojo intenso, tejidos que Espinosa trabaja con su característico tratamiento de pliegues menudos, quebrados y ondulantes, que caen con asombrosa naturalidad. El rostro del santo, sumamente expresivo y lleno de energía, se alza en una mirada dirigida al cielo, mostrando una poderosa individualización. El cabello rizado y ensortijado, los labios carnosos, los grandes ojos oscuros y la barbilla redondeada son elementos que sitúan esta obra entre los ejemplos más destacados del arte de Espinosa.
 
Las manos alzadas del santo, en un gesto de sorpresa ante la visión celeste, junto con la intensa iluminación tenebrista que acentúa los volúmenes y resalta con fuerza el rostro, son detalles que confirman la maestría del artista. Detrás de San Juan, el pintor nos presenta la figura del águila, símbolo tradicional del evangelista.
 
Por la disposición y el carácter de la figura permite relacionar esta obra con otras de Espinosa como el San Juan Bautista conservado en el Museo Nacional del Prado (óleo sobre lienzo, 112 x 91 cm, hacia 1645 [P000701]), la Magdalena penitente, óleo sobre lienzo, 112 x 88,7 cm, siglo XVII [P007621] en el Museo del Prado y otra Magdalena conservada en el Museo de Valencia.

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