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829. FRANS ANTON VAN SPIJCK (Dibujante neerlandés, activo en 1783)La Flota holandesa frenta a Málaga1784

Pluma, tinta y aguada sobre papel verjurado.. 24 x 40 cm (dibujo) y 26,7 x 42,7 cm (totales).
Firmado: “F. A Van Spyk inv”.
Inscrito: “GESIGT DER STAD MALLAGA MET DESELFS MOUILJE EN RHEEDE OP WELKE HET HOLLANDS ESQUADER ONDER BEVEL VAN Z: EXC DEN VICE ADMIRAAL P: H: REYNST DEN VERIAERDAG DES KONINGS VAN SPANJE VIEERDE DEN XX Januarius 1784”; "Vista de la ciudad de Málaga con su castillo de Mouilje y Rheede en la que la escuadra holandesa bajo el mando del vicealmirante P.H. Reynst celebró el cumpleaños del Rey de España el 20 de enero de 1784".
En el reverso inscrito a lápiz.
 
De esta misma serie se conserva otros tres dibujos en el Rijksmuseum: Inicio de la Batallada de Kamperduin, 11 de octubre de 1797, con número de inventario: “RP-T-00-3571”. (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Begin-van-de-zeeslag-bij-Kamperduin-11-oktober-1797--03abb2634e3480f76737032e668059dc?query=frans+anton+van+spijck&collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity )
Flota de guerra neerlandesa frente a Málaga para celebrar el cumpleaños de Carlos III, 1784, con número de inventario: “RP-T-00-3730” (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Nederlandse-oorlogsvloot-voor-Malaga-voor-de-viering-van-de-verjaardag-van-Karel-III-1784--053d1acf3ee1fb65394299af40a16de4?query=frans+anton+van+spijck&collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity)
La flota de guerra neerlandesa, al mando del vicealmirante Pieter Hendrik Reynst, en la rada de Málaga para celebrar el cumpleaños de Carlos III, rey de España, el 20 de enero de 1784. Varios buques de guerra disparan salvas. Con número de inventario: “RP-T-00-3572”. (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Einde-van-de-zeeslag-bij-Kamperduin-11-oktober-1797--d5e36f1f932c53a10c7cedf95c55553d?collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity&facets[0].id=a77099a31db4be82df8be4d817431f08&facets[0].nodeRelationType=HasPrimaryMaker)
Se puede relacionar con un grabado F. A. Van Spyk (fet) Suntach (direxit) (Ver. Figura 1).

Starting price

2.000 €

829. FRANS ANTON VAN SPIJCK (Dibujante neerlandés, activo en 1783)La Flota holandesa frenta a Málaga1784

Pluma, tinta y aguada sobre papel verjurado.. 24 x 40 cm (dibujo) y 26,7 x 42,7 cm (totales).
Firmado: “F. A Van Spyk inv”.
Inscrito: “GESIGT DER STAD MALLAGA MET DESELFS MOUILJE EN RHEEDE OP WELKE HET HOLLANDS ESQUADER ONDER BEVEL VAN Z: EXC DEN VICE ADMIRAAL P: H: REYNST DEN VERIAERDAG DES KONINGS VAN SPANJE VIEERDE DEN XX Januarius 1784”; "Vista de la ciudad de Málaga con su castillo de Mouilje y Rheede en la que la escuadra holandesa bajo el mando del vicealmirante P.H. Reynst celebró el cumpleaños del Rey de España el 20 de enero de 1784".
En el reverso inscrito a lápiz.
 
De esta misma serie se conserva otros tres dibujos en el Rijksmuseum: Inicio de la Batallada de Kamperduin, 11 de octubre de 1797, con número de inventario: “RP-T-00-3571”. (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Begin-van-de-zeeslag-bij-Kamperduin-11-oktober-1797--03abb2634e3480f76737032e668059dc?query=frans+anton+van+spijck&collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity )
Flota de guerra neerlandesa frente a Málaga para celebrar el cumpleaños de Carlos III, 1784, con número de inventario: “RP-T-00-3730” (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Nederlandse-oorlogsvloot-voor-Malaga-voor-de-viering-van-de-verjaardag-van-Karel-III-1784--053d1acf3ee1fb65394299af40a16de4?query=frans+anton+van+spijck&collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity)
La flota de guerra neerlandesa, al mando del vicealmirante Pieter Hendrik Reynst, en la rada de Málaga para celebrar el cumpleaños de Carlos III, rey de España, el 20 de enero de 1784. Varios buques de guerra disparan salvas. Con número de inventario: “RP-T-00-3572”. (Ver: https://www.rijksmuseum.nl/en/collection/object/Einde-van-de-zeeslag-bij-Kamperduin-11-oktober-1797--d5e36f1f932c53a10c7cedf95c55553d?collectionSearchContext=Art&page=1&sortingType=Popularity&facets[0].id=a77099a31db4be82df8be4d817431f08&facets[0].nodeRelationType=HasPrimaryMaker)
Se puede relacionar con un grabado F. A. Van Spyk (fet) Suntach (direxit) (Ver. Figura 1).

Starting price: 2.000 €

836. CIRCULO DE BLAS DE PRADOAnunciación

Óleo sobre tabla. 168,5 x 111,5 cm.
 
Por sus dimensiones y formulación compositiva, esta tabla pudo originalmente formar parte de un retablo. La obra revela una clara vinculación con la escuela toledana de la segunda mitad del siglo XVI, especialmente con el lenguaje pictórico de Blas de Prado, uno de los maestros más destacados del manierismo hispano.
La monumentalidad de las figuras, el tratamiento enfático de los pliegues y la disposición escenográfica responden plenamente a la estética manierista, deudora de los grandes maestros italianos del círculo de Rafael, Andrea del Sarto, Fra Bartolomeo o incluso Giulio Romano. La zona superior, con la representación de Dios Padre entre nubes y ángeles, muestra paralelos muy directos con composiciones atribuidas al pintor Blas de Prado.
Resulta especialmente significativa la proximidad de esta tabla con la Anunciación de Gabriel de Cárdenas Maldonado conservada en Cogeces del Monte (Valladolid), obra fechada antes de 1564 y cuya trayectoria está documentada entre 1588 y 1604. Ambas composiciones comparten rasgos comunes —la actitud de las figuras, la atención al episodio doméstico y la presencia de elementos naturales— que sugieren una línea de transmisión estilística dentro de la órbita toledana. Cárdenas Maldonado y Blas de Prado trabajaron dentro del mismo ambiente artístico.
El bodegón, elemento característico en la producción de Blas de Prado, adquiere un papel relevante en esta tabla. El jarrón de flores y la rama de azucenas que porta el arcángel —símbolo de pureza mariana— destacan por su calidad descriptiva, minuciosidad y presencia autónoma dentro de la escena, subrayando la sensibilidad naturalista que convivió con el manierismo en Toledo durante esos años.

Starting price

12.000 €

836. CIRCULO DE BLAS DE PRADOAnunciación

Óleo sobre tabla. 168,5 x 111,5 cm.
 
Por sus dimensiones y formulación compositiva, esta tabla pudo originalmente formar parte de un retablo. La obra revela una clara vinculación con la escuela toledana de la segunda mitad del siglo XVI, especialmente con el lenguaje pictórico de Blas de Prado, uno de los maestros más destacados del manierismo hispano.
La monumentalidad de las figuras, el tratamiento enfático de los pliegues y la disposición escenográfica responden plenamente a la estética manierista, deudora de los grandes maestros italianos del círculo de Rafael, Andrea del Sarto, Fra Bartolomeo o incluso Giulio Romano. La zona superior, con la representación de Dios Padre entre nubes y ángeles, muestra paralelos muy directos con composiciones atribuidas al pintor Blas de Prado.
Resulta especialmente significativa la proximidad de esta tabla con la Anunciación de Gabriel de Cárdenas Maldonado conservada en Cogeces del Monte (Valladolid), obra fechada antes de 1564 y cuya trayectoria está documentada entre 1588 y 1604. Ambas composiciones comparten rasgos comunes —la actitud de las figuras, la atención al episodio doméstico y la presencia de elementos naturales— que sugieren una línea de transmisión estilística dentro de la órbita toledana. Cárdenas Maldonado y Blas de Prado trabajaron dentro del mismo ambiente artístico.
El bodegón, elemento característico en la producción de Blas de Prado, adquiere un papel relevante en esta tabla. El jarrón de flores y la rama de azucenas que porta el arcángel —símbolo de pureza mariana— destacan por su calidad descriptiva, minuciosidad y presencia autónoma dentro de la escena, subrayando la sensibilidad naturalista que convivió con el manierismo en Toledo durante esos años.

Starting price: 12.000 €

841. ESCUELA NAPOLITANA, SIGLO XVIICabeza de San Genaro

Óleo sobre lienzo. 45,5 x 65,2 cm.
En el reverso inscrito en el bastidor a tinta: “KD551”.
Con marco en madera tallada y dorada.
 
Esta obra representa la cabeza de San Genaro, dispuesta sobre un plato, en alusión al martirio que, según la tradición, sufrió durante la persecución del emperador Diocleciano a comienzos del siglo IV. San Genaro, obispo de Benevento, fue arrestado en Pozzuoli junto con varios de sus clérigos y, tras sobrevivir milagrosamente a diversos tormentos, finalmente fue decapitado, hecho que convirtió su figura en uno de los referentes martiriales más venerados del sur de Italia.
Junto a la cabeza se disponen la mitra episcopal, que recuerda su dignidad como obispo, y las ampollas que contienen su sangre, uno de sus atributos más característicos y alusión directa a su milagro más célebre: la licuefacción de la sangre, considerada signo de su fe y protección. Completa la composición un tapete rojo y un pañuelo blanco, que pueden aludir respectivamente a la sangre del sacrificio y a la pureza del santo, aportando a la obra un colorido particularmente intenso.
La presencia de la palma del martirio, en el ángulo inferior derecho, ratifica su condición de testigo de la fe. Desde la llegada de sus reliquias a Nápoles en el siglo XV, San Genaro se consolidó como patrón principal de la ciudad, intercesor en epidemias y protector frente a las erupciones del Vesubio, lo que explica su reiterada representación en la pintura napolitana de la Edad Moderna.

Starting price

1.100 €

841. ESCUELA NAPOLITANA, SIGLO XVIICabeza de San Genaro

Óleo sobre lienzo. 45,5 x 65,2 cm.
En el reverso inscrito en el bastidor a tinta: “KD551”.
Con marco en madera tallada y dorada.
 
Esta obra representa la cabeza de San Genaro, dispuesta sobre un plato, en alusión al martirio que, según la tradición, sufrió durante la persecución del emperador Diocleciano a comienzos del siglo IV. San Genaro, obispo de Benevento, fue arrestado en Pozzuoli junto con varios de sus clérigos y, tras sobrevivir milagrosamente a diversos tormentos, finalmente fue decapitado, hecho que convirtió su figura en uno de los referentes martiriales más venerados del sur de Italia.
Junto a la cabeza se disponen la mitra episcopal, que recuerda su dignidad como obispo, y las ampollas que contienen su sangre, uno de sus atributos más característicos y alusión directa a su milagro más célebre: la licuefacción de la sangre, considerada signo de su fe y protección. Completa la composición un tapete rojo y un pañuelo blanco, que pueden aludir respectivamente a la sangre del sacrificio y a la pureza del santo, aportando a la obra un colorido particularmente intenso.
La presencia de la palma del martirio, en el ángulo inferior derecho, ratifica su condición de testigo de la fe. Desde la llegada de sus reliquias a Nápoles en el siglo XV, San Genaro se consolidó como patrón principal de la ciudad, intercesor en epidemias y protector frente a las erupciones del Vesubio, lo que explica su reiterada representación en la pintura napolitana de la Edad Moderna.

Starting price: 1.100 €

848. JUAN DE LA CORTE (c. 1585-1662)La Dieta de Augsburgo; Sesión del Consejo presidida por Carlos V con el Duque de Alba

Óleo sobre lienzo. 109 x 162,5 cm.
Firmado ángulo inferior derecho: “Juan de la Corte fecit”.
En el reverso con restos de etiqueta de la Junta Delegada de Incautación, colección Revillagigedo y número de inventario: “16201” e inscrito a tiza en el lienzo: “F11000”.
 
PROCEDENCIA:
Antigua colección del Conde de Revillagigedo.
Por herencia a los actuales propietarios. 
 
BIBLIOGRAFÍA:
ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego  y PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E. Pintura madrileña, primer tercio del siglo XVII. Madrid, 1969, pág. 355 núm. 31- 33. Citada e incautada en 1937, con número de inventario 16.201.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E, La Pintura Barroca en España 1600- 1750. Madrid, Ediciones Cátedra, 2010, pág. 114.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier. Victorias de Carlos V. Serie de cuadros de la Embajada de España en Londres. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2013. (Ver: https://www.cervantesvirtual.com/obra/victorias-de-carlos-v-serie-de-cuadros-de-la-embajada-de-espana-en-londres/
 
Esta obra, hasta ahora conservada en una colección particular, firmada por Juan de la Corte, ya publicada por Angulo y Pérez Sánchez, en 1969 y citada nuevamente en 2010, se relaciona con la serie de nueve lienzos de las “Victorias de Carlos V”, conservados en la Embajada de España en Londres, estudiados por Sánchez Cantón en 1944. Dicha serie incluye: La Batalla de Pavía con la Prisión de Francisco I firmada por Juan de la Corte p. fecit; La Retirada de Los Turcos del Soldán Solimán (1532), Los turcos abandonan las cercanías de Viena: El Gran Turco camino de Constantinopla (1532), La expedición a Túnez: El desembarco en Puerto Farina, La Expedición a Túnez: La toma de la Goleta, La rendición de Juan Federico de Sajonia después de la batalla de Mülberg (1547), La rendición de Felipe Landgrave de Hesse, La llegada a la Dieta de Ausburgo y la Dieta de Ausburgo.
 
La obra aquí estudiada reúne en un solo lienzo las representaciones de dos de aquellos cuadros londinenses: La llegada a la Dieta de Augsburgo y La Dieta de Augsburgo. Según el estudio de Sánchez Cantón, la llegada a la Dieta de Ausburgo, muestra la llegada a la Dieta Augusta de los convocados por Carlos V para el 20 de septiembre de 1547; “vinieron - escribe Santa Cruz- todos los Electores y muchos otros Príncipes, Prelados y Procuradores de las Ciudades del Imperio”. En el enorme zaguán abovedado, que querrá figurar el del Ayuntamiento de Ausburgo, vence dos grupos de caballeros principales; a la cabeza del de la izquierda se destaca la apostura prócer del Duque de Alba, al fondo, soldados con armas y también describe La Dieta de Ausburgo, cita así: Nos muestra al Emperador sentado en el trono, entre dos caballeros del Toisón y, a los costados, dos bancos con ocho personajes, cuya calidad se revela en que están cubiertos, y dos grupos de pie y destocados entre los que se distinguen  algunos frailes. Se suscita duda de si se representa en el cuadro una sesión de la Dieta de Ausburgo, o la abdicación de Carlos V en Bruselas. Me inclino a la primera suposición. El 28 de octubre de 1555 renunció el César a los Estados de Flandes, mas como el acto estuvieron presentes las Reinas sus hermanas, según dice Cabrera de Córdoba, no parece que el pintor prescindiera de ellas, en detrimento del cuadro; en el mismo Palacio de Bruselas renunció la corona de Castilla e Indias y el maestrazgo de las Órdenes militares a 16 de enero de 1556.
 
Ceán Bermúdez distinguió a Juan de la Corte como un pintor de batallas, países y perspectivas, que poseen con aprecio los aficionados e inteligentes, y esta obra constituye un ejemplo excepcional de su genio y habilidad.
 
En un suntuoso interior palaciego, la composición reúne a la nobleza y a los delegados imperiales en torno al emperador, situado en un estrado cubierto con tapices rojos y dorados. Sobre él se alza su gran escudo imperial con las águilas bicéfalas, mientras que en primer plano destaca la figura del Duque de Alba, D. Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba (1507- 1582), barbado y con armadura, símbolo del poder militar al servicio del Imperio. Destacamos, por último, la figura de bufón detrás del secretario vestido de negro sentado ante Carlos V. Los bufones en el siglo XVII eran figuras cómicas y a menudo servían como confidentes y consejeros en las cortes. Su papel iba más allá del entretenimiento, ya que podían transmitir mensajes delicados y ofrecer críticas directas a través de la sátira. Artistas como Velázquez retrataron a bufones con seriedad, resaltando una faceta más compleja de estos personajes que, a pesar de sus disfraces llamativos, poseían una gran inteligencia. 
 
Juan de la Corte, maestro de la perspectiva arquitectónica y de las escenas cortesanas, combina aquí el rigor narrativo con un refinado sentido decorativo. La precisión en la disposición de las figuras, los reflejos sobre el pavimento ajedrezado y la minuciosa descripción de los trajes y ornamentos subrayan el carácter ceremonial y jerárquico del poder imperial.
 
Desde el punto de vista estilístico, la pintura manifiesta la clara influencia flamenca del artista, perceptible en la exactitud del dibujo y la riqueza ornamental. La decoración manierista, con frontones, bóvedas encasetonadas y una arquitectura interior elaborada, remite a los grabados de Vredeman de Vries. Asimismo, el pintor se inspira en estampas y esquemas compositivos de grabadores alemanes y flamencos, como Heemskerck, construyendo una perspectiva rigurosa y escenográfica en consonancia con los modelos difundidos por los tratadistas nórdicos del siglo XVI.
 
Desde el punto de vista histórico, conviene recordar que la Dieta de Augsburgo fue una serie de reuniones del Reichstag del Sacro Imperio Romano Germánico celebradas en la ciudad alemana de Augsburgo entre 952 y 1582. Las más importantes ocurrieron durante el siglo XVI, en plena Reforma protestante y las guerras religiosas entre católicos y protestantes. Destacan, la Dieta de 1530, que buscó la reconciliación entre católicos y protestantes. Los luteranos presentaron la Confesión de Augsburgo (Confessio Augustana), base del luteranismo. Los católicos respondieron con la Confutatio Pontificia, y Melanchthon replicó con la Apología de la Confesión de Augsburgo. La Dieta de 1547-1548: Celebrada tras la victoria de Carlos V sobre los protestantes. Se impuso el Interim de Augsburgo, un intento de conciliación que favorecía al catolicismo, rechazado por muchos príncipes luteranos. Dieta de 1555: Concluyó con la Paz de Augsburgo, que reconoció oficialmente el catolicismo y el luteranismo, estableciendo el principio “Cuius regio, eius religio” (“la religión del príncipe será la de sus súbditos”). La Dieta de 1566: Ratificó los decretos del Concilio de Trento en los Estados católicos alemanes. Estas reuniones fueron decisivas para definir la convivencia religiosa y política en el Imperio, aunque los conflictos continuaron hasta la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
 
El Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, fue uno de los principales generales y diplomáticos al servicio del emperador Carlos V y de su hijo Felipe II. Aunque no existen pruebas documentales de su presencia en las reuniones de la Dieta, su figura estuvo estrechamente vinculada a los acontecimientos que la rodearon. En la Dieta de 1547-1548, representada en esta obra, el duque ya servía a Carlos V y había alcanzado gran prestigio militar durante las campañas contra la Liga de Esmalcalda, siendo uno de los comandantes imperiales en la batalla de Mühlberg (1547). La estrategia de Alba fue decisiva: dirigió el cruce del río Elba, una maniobra audaz que permitió sorprender al ejército protestante de Juan Federico de Sajonia, capturarlo y desmantelar la Liga. Si bien no participó directamente en la Dieta —de carácter político y religioso más que militar—, su triunfo en Mühlberg resultó fundamental para que Carlos V pudiera imponer temporalmente su autoridad sobre los príncipes alemanes y convocar la asamblea de Augsburgo de 1547-1548, conocida como la “Dieta encorazada”, celebrada bajo la presión de las tropas imperiales, entre ellas las del propio duque. Aunque no asistió como delegado político, su ejército rodeaba la ciudad, garantizando que las decisiones se adoptaran bajo control imperial. Este hecho explicaría por qué Juan de la Corte lo incluyó en la escena, representando su llegada a la Dieta de Augsburgo, no solo en este lienzo, sino también en el de La llegada a la Dieta de Augsburgo, conservado en la Embajada de España en Londres.
 
Al observar detenidamente el lienzo se plantea un nuevo interrogante sobre el que quizá Sánchez Cantón no profundizó. Llama la atención la presencia de un joven personaje, situado detrás del perro (en el primer plano central), vestido de infante. ¿Podría tratarse de Felipe II? No resulta una hipótesis descabellada: en 1547, Felipe tenía veinte años, aún no era rey —su padre continuaba siendo emperador y monarca de España—, pero ya comenzaba a prepararse para las responsabilidades de gobierno y a acompañar a Carlos V en asuntos políticos. Por tanto, su inclusión en la escena podría aludir a ese momento de formación y proximidad al poder imperial. Desde luego, no puede tratarse de Juan de Austria, hijo ilegítimo del emperador, ya que nació el 24 de febrero de 1547, el mismo año en que se celebró la Dieta.
 
A relacionar con La Fiesta en la Plaza Mayor de Juan de la Corte, conservado en el Museo de la Historia con número de inventario 00003.422, óleo sobre lienzo, 158 x 285 cm.
 
Destacamos su buen estado de conservación.
 

Starting price

30.000 €

848. JUAN DE LA CORTE (c. 1585-1662)La Dieta de Augsburgo; Sesión del Consejo presidida por Carlos V con el Duque de Alba

Óleo sobre lienzo. 109 x 162,5 cm.
Firmado ángulo inferior derecho: “Juan de la Corte fecit”.
En el reverso con restos de etiqueta de la Junta Delegada de Incautación, colección Revillagigedo y número de inventario: “16201” e inscrito a tiza en el lienzo: “F11000”.
 
PROCEDENCIA:
Antigua colección del Conde de Revillagigedo.
Por herencia a los actuales propietarios. 
 
BIBLIOGRAFÍA:
ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego  y PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E. Pintura madrileña, primer tercio del siglo XVII. Madrid, 1969, pág. 355 núm. 31- 33. Citada e incautada en 1937, con número de inventario 16.201.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E, La Pintura Barroca en España 1600- 1750. Madrid, Ediciones Cátedra, 2010, pág. 114.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier. Victorias de Carlos V. Serie de cuadros de la Embajada de España en Londres. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2013. (Ver: https://www.cervantesvirtual.com/obra/victorias-de-carlos-v-serie-de-cuadros-de-la-embajada-de-espana-en-londres/
 
Esta obra, hasta ahora conservada en una colección particular, firmada por Juan de la Corte, ya publicada por Angulo y Pérez Sánchez, en 1969 y citada nuevamente en 2010, se relaciona con la serie de nueve lienzos de las “Victorias de Carlos V”, conservados en la Embajada de España en Londres, estudiados por Sánchez Cantón en 1944. Dicha serie incluye: La Batalla de Pavía con la Prisión de Francisco I firmada por Juan de la Corte p. fecit; La Retirada de Los Turcos del Soldán Solimán (1532), Los turcos abandonan las cercanías de Viena: El Gran Turco camino de Constantinopla (1532), La expedición a Túnez: El desembarco en Puerto Farina, La Expedición a Túnez: La toma de la Goleta, La rendición de Juan Federico de Sajonia después de la batalla de Mülberg (1547), La rendición de Felipe Landgrave de Hesse, La llegada a la Dieta de Ausburgo y la Dieta de Ausburgo.
 
La obra aquí estudiada reúne en un solo lienzo las representaciones de dos de aquellos cuadros londinenses: La llegada a la Dieta de Augsburgo y La Dieta de Augsburgo. Según el estudio de Sánchez Cantón, la llegada a la Dieta de Ausburgo, muestra la llegada a la Dieta Augusta de los convocados por Carlos V para el 20 de septiembre de 1547; “vinieron - escribe Santa Cruz- todos los Electores y muchos otros Príncipes, Prelados y Procuradores de las Ciudades del Imperio”. En el enorme zaguán abovedado, que querrá figurar el del Ayuntamiento de Ausburgo, vence dos grupos de caballeros principales; a la cabeza del de la izquierda se destaca la apostura prócer del Duque de Alba, al fondo, soldados con armas y también describe La Dieta de Ausburgo, cita así: Nos muestra al Emperador sentado en el trono, entre dos caballeros del Toisón y, a los costados, dos bancos con ocho personajes, cuya calidad se revela en que están cubiertos, y dos grupos de pie y destocados entre los que se distinguen  algunos frailes. Se suscita duda de si se representa en el cuadro una sesión de la Dieta de Ausburgo, o la abdicación de Carlos V en Bruselas. Me inclino a la primera suposición. El 28 de octubre de 1555 renunció el César a los Estados de Flandes, mas como el acto estuvieron presentes las Reinas sus hermanas, según dice Cabrera de Córdoba, no parece que el pintor prescindiera de ellas, en detrimento del cuadro; en el mismo Palacio de Bruselas renunció la corona de Castilla e Indias y el maestrazgo de las Órdenes militares a 16 de enero de 1556.
 
Ceán Bermúdez distinguió a Juan de la Corte como un pintor de batallas, países y perspectivas, que poseen con aprecio los aficionados e inteligentes, y esta obra constituye un ejemplo excepcional de su genio y habilidad.
 
En un suntuoso interior palaciego, la composición reúne a la nobleza y a los delegados imperiales en torno al emperador, situado en un estrado cubierto con tapices rojos y dorados. Sobre él se alza su gran escudo imperial con las águilas bicéfalas, mientras que en primer plano destaca la figura del Duque de Alba, D. Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba (1507- 1582), barbado y con armadura, símbolo del poder militar al servicio del Imperio. Destacamos, por último, la figura de bufón detrás del secretario vestido de negro sentado ante Carlos V. Los bufones en el siglo XVII eran figuras cómicas y a menudo servían como confidentes y consejeros en las cortes. Su papel iba más allá del entretenimiento, ya que podían transmitir mensajes delicados y ofrecer críticas directas a través de la sátira. Artistas como Velázquez retrataron a bufones con seriedad, resaltando una faceta más compleja de estos personajes que, a pesar de sus disfraces llamativos, poseían una gran inteligencia. 
 
Juan de la Corte, maestro de la perspectiva arquitectónica y de las escenas cortesanas, combina aquí el rigor narrativo con un refinado sentido decorativo. La precisión en la disposición de las figuras, los reflejos sobre el pavimento ajedrezado y la minuciosa descripción de los trajes y ornamentos subrayan el carácter ceremonial y jerárquico del poder imperial.
 
Desde el punto de vista estilístico, la pintura manifiesta la clara influencia flamenca del artista, perceptible en la exactitud del dibujo y la riqueza ornamental. La decoración manierista, con frontones, bóvedas encasetonadas y una arquitectura interior elaborada, remite a los grabados de Vredeman de Vries. Asimismo, el pintor se inspira en estampas y esquemas compositivos de grabadores alemanes y flamencos, como Heemskerck, construyendo una perspectiva rigurosa y escenográfica en consonancia con los modelos difundidos por los tratadistas nórdicos del siglo XVI.
 
Desde el punto de vista histórico, conviene recordar que la Dieta de Augsburgo fue una serie de reuniones del Reichstag del Sacro Imperio Romano Germánico celebradas en la ciudad alemana de Augsburgo entre 952 y 1582. Las más importantes ocurrieron durante el siglo XVI, en plena Reforma protestante y las guerras religiosas entre católicos y protestantes. Destacan, la Dieta de 1530, que buscó la reconciliación entre católicos y protestantes. Los luteranos presentaron la Confesión de Augsburgo (Confessio Augustana), base del luteranismo. Los católicos respondieron con la Confutatio Pontificia, y Melanchthon replicó con la Apología de la Confesión de Augsburgo. La Dieta de 1547-1548: Celebrada tras la victoria de Carlos V sobre los protestantes. Se impuso el Interim de Augsburgo, un intento de conciliación que favorecía al catolicismo, rechazado por muchos príncipes luteranos. Dieta de 1555: Concluyó con la Paz de Augsburgo, que reconoció oficialmente el catolicismo y el luteranismo, estableciendo el principio “Cuius regio, eius religio” (“la religión del príncipe será la de sus súbditos”). La Dieta de 1566: Ratificó los decretos del Concilio de Trento en los Estados católicos alemanes. Estas reuniones fueron decisivas para definir la convivencia religiosa y política en el Imperio, aunque los conflictos continuaron hasta la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
 
El Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, fue uno de los principales generales y diplomáticos al servicio del emperador Carlos V y de su hijo Felipe II. Aunque no existen pruebas documentales de su presencia en las reuniones de la Dieta, su figura estuvo estrechamente vinculada a los acontecimientos que la rodearon. En la Dieta de 1547-1548, representada en esta obra, el duque ya servía a Carlos V y había alcanzado gran prestigio militar durante las campañas contra la Liga de Esmalcalda, siendo uno de los comandantes imperiales en la batalla de Mühlberg (1547). La estrategia de Alba fue decisiva: dirigió el cruce del río Elba, una maniobra audaz que permitió sorprender al ejército protestante de Juan Federico de Sajonia, capturarlo y desmantelar la Liga. Si bien no participó directamente en la Dieta —de carácter político y religioso más que militar—, su triunfo en Mühlberg resultó fundamental para que Carlos V pudiera imponer temporalmente su autoridad sobre los príncipes alemanes y convocar la asamblea de Augsburgo de 1547-1548, conocida como la “Dieta encorazada”, celebrada bajo la presión de las tropas imperiales, entre ellas las del propio duque. Aunque no asistió como delegado político, su ejército rodeaba la ciudad, garantizando que las decisiones se adoptaran bajo control imperial. Este hecho explicaría por qué Juan de la Corte lo incluyó en la escena, representando su llegada a la Dieta de Augsburgo, no solo en este lienzo, sino también en el de La llegada a la Dieta de Augsburgo, conservado en la Embajada de España en Londres.
 
Al observar detenidamente el lienzo se plantea un nuevo interrogante sobre el que quizá Sánchez Cantón no profundizó. Llama la atención la presencia de un joven personaje, situado detrás del perro (en el primer plano central), vestido de infante. ¿Podría tratarse de Felipe II? No resulta una hipótesis descabellada: en 1547, Felipe tenía veinte años, aún no era rey —su padre continuaba siendo emperador y monarca de España—, pero ya comenzaba a prepararse para las responsabilidades de gobierno y a acompañar a Carlos V en asuntos políticos. Por tanto, su inclusión en la escena podría aludir a ese momento de formación y proximidad al poder imperial. Desde luego, no puede tratarse de Juan de Austria, hijo ilegítimo del emperador, ya que nació el 24 de febrero de 1547, el mismo año en que se celebró la Dieta.
 
A relacionar con La Fiesta en la Plaza Mayor de Juan de la Corte, conservado en el Museo de la Historia con número de inventario 00003.422, óleo sobre lienzo, 158 x 285 cm.
 
Destacamos su buen estado de conservación.
 

Starting price: 30.000 €

853. ESCUELA ESPAÑOLA, SIGLO XVIIEl Incendio de Troya, la huída de Eneas y su familia de Troya

Óleo sobre lienzo. 62 x 85 cm.
En el reverso inscrito a tinta en el bastidor: "nº 11, J. G".
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
Angulo Iñiguez, Diego, y Pérez Sánchez, Alfonso E., Historia de la pintura española. Pintura madrileña del primer tercio del siglo XVII. Madrid, Instituto Diego Velázquez, csic, 1969, pp. 349-368.
 
El tema de la Guerra de Troya está recogido en las Metamorfosis de Ovidio, aunque fue Virgilio, en el libro II de la Eneida (versos 704-711), quien narró la huida de Eneas tras la caída de la ciudad. La guerra culmina con el célebre episodio del caballo de madera introducido por los griegos dentro de las murallas troyanas. Ocultos en su interior, los soldados griegos esperaron la noche para tomar la ciudad por sorpresa e incendiarla. Este hecho desencadena la huida de Eneas, quien escapa con su familia por mar.
 
La historia de la Guerra de Troya, ampliamente tratada durante la Edad Media y el Renacimiento, tuvo una notable acogida en la literatura española del siglo XVII, además de convertirse en fuente de inspiración para numerosos pintores españoles, flamencos e italianos.
 
La obra que presentamos representa una escena nocturna de gran carga teatral, centrada en el momento en que los soldados ingresan ocultos en el caballo de madera. A la izquierda, se distingue la loggia de un palacio, de la cual emerge la figura de Eneas cargando a su padre Anquises sobre los hombros, seguido por su esposa Creusa, quien guía de la mano a su hijo Ascanio. A la derecha, la composición se despliega en medio del combate entre griegos y troyanos, enmarcado por edificaciones en llamas que iluminan intensamente la escena. El imponente caballo de madera, causante de la destrucción de la ciudad, se presenta entre arquitecturas fantásticas que refuerzan el dramatismo del episodio.
 
Este tema fue tratado en diversas ocasiones por el pintor Juan de la Corte (Amberes, h. 1585-Madrid, 1662), a través de las cuales podemos relacionar la obra que presentamos. Dichas versiones se conservan en el Museo del Prado (óleo sobre lienzo. 140 x 238 cm) y otra procedente del Palacio del Buen Retiro (154 x 218 cm). Una tercera versión en la Universidad de Murcia, entre otros ejemplos.

Starting price

2.000 €

853. ESCUELA ESPAÑOLA, SIGLO XVIIEl Incendio de Troya, la huída de Eneas y su familia de Troya

Óleo sobre lienzo. 62 x 85 cm.
En el reverso inscrito a tinta en el bastidor: "nº 11, J. G".
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
Angulo Iñiguez, Diego, y Pérez Sánchez, Alfonso E., Historia de la pintura española. Pintura madrileña del primer tercio del siglo XVII. Madrid, Instituto Diego Velázquez, csic, 1969, pp. 349-368.
 
El tema de la Guerra de Troya está recogido en las Metamorfosis de Ovidio, aunque fue Virgilio, en el libro II de la Eneida (versos 704-711), quien narró la huida de Eneas tras la caída de la ciudad. La guerra culmina con el célebre episodio del caballo de madera introducido por los griegos dentro de las murallas troyanas. Ocultos en su interior, los soldados griegos esperaron la noche para tomar la ciudad por sorpresa e incendiarla. Este hecho desencadena la huida de Eneas, quien escapa con su familia por mar.
 
La historia de la Guerra de Troya, ampliamente tratada durante la Edad Media y el Renacimiento, tuvo una notable acogida en la literatura española del siglo XVII, además de convertirse en fuente de inspiración para numerosos pintores españoles, flamencos e italianos.
 
La obra que presentamos representa una escena nocturna de gran carga teatral, centrada en el momento en que los soldados ingresan ocultos en el caballo de madera. A la izquierda, se distingue la loggia de un palacio, de la cual emerge la figura de Eneas cargando a su padre Anquises sobre los hombros, seguido por su esposa Creusa, quien guía de la mano a su hijo Ascanio. A la derecha, la composición se despliega en medio del combate entre griegos y troyanos, enmarcado por edificaciones en llamas que iluminan intensamente la escena. El imponente caballo de madera, causante de la destrucción de la ciudad, se presenta entre arquitecturas fantásticas que refuerzan el dramatismo del episodio.
 
Este tema fue tratado en diversas ocasiones por el pintor Juan de la Corte (Amberes, h. 1585-Madrid, 1662), a través de las cuales podemos relacionar la obra que presentamos. Dichas versiones se conservan en el Museo del Prado (óleo sobre lienzo. 140 x 238 cm) y otra procedente del Palacio del Buen Retiro (154 x 218 cm). Una tercera versión en la Universidad de Murcia, entre otros ejemplos.

Starting price: 2.000 €

858. ALONSO DEL ARCO (Madrid, h. 1635-1704)Predicación de Santo Domingo de Guzmán

Óleo sobre lienzo. 262 x 175 cms.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: "Alonso del Arco f."
 
PROCEDENCIA:
Palacio de Santianes de Tuña- Casa solar de los Queipo de Llano- en Tineo (Asturias)
 
BIBLIOGRAFÍA
 
Méndez García, Zolio: Los siglos de Oro de Tuña. Historia Documental de Tuña. Libro I. Luarca, (Talleres Gráficos Heredera R.P. del Río), 1932, páginas 107-108.
Valdivieso, Enrique: Tres pinturas de Alonso del Arco. Boletín del Semanario del Arte y Arqueología. T.XXXVI. Valladolid, 1970, págs.521-524, lámina II (ilustrado).
 
El profesor Enrique Valdivieso, en su artículo Tres pinturas de Alonso del Arco, menciona que esta obra, según comunicación de su propietario en ese momento, procedía de la Universidad de Alcalá de Henares, de donde pasó a la Universidad de Oviedo y de ahí a una colección particular. (Ver: Valdivieso: Tres pinturas de Alonso del Arco, página 523). Lo que es indudable es que este lienzo formó parte de uno de los amplios salones del Palacio de Santianes de Tuña, junto a otra pintura que representa la Reina de los Angeles, rodeada de multitud de estos celestiales espíritus. Ambas obras, de iguales dimensiones, fueron consideradas por Méndez García como magníficos y valiosos cuadros (Ver: Méndez García, Zolio: Los siglos de Oro de Tuña. Historia Documental de Tuña, página 108).
 
Alonso del Arco apodado El Sordillo de Pereda, fue uno de los pintores más prolíficos de la escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII. Discípulo de Antonio de Pereda, es considerado uno de sus principales colaboradores. Participó en los preparativos de las fiestas de la entrada de la reina María Luisa de Orleans, primera esposa de Carlos II, entre 1679-1680, junto a los artistas Claudio Coello, José Jiménez Donoso, Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia y Matías de Torres, entre otros.
 
La obra que presentamos, firmada por Alonso del Arco, representa la predicación de Santo Domingo de Guzmán. La composición sigue un esquema clásico, repetido en numerosas ocasiones por distintos artistas, especialmente en escenas de predicación. En un paisaje con la vista de una ciudad amurallada, con torres y cúpulas de aspecto ficticio, se sitúa a la derecha la figura del santo, en un lugar elevado, predicando bajo las ramas de un árbol. A sus pies, un grupo de mujeres lo escucha atentamente, destacando entre ellas una madre con un niño en brazos. En un segundo plano, se observa a un grupo de caballeros, entre los cuales sobresale una pareja con sombreros, uno de ellos adornado con plumas, todos centrados en la predicación del santo.
 
Otra obra de Alonso del Arco que representa la predicación de San Antonio se conserva en la Iglesia- museo de San Antolín en Tordesillas (Ver: Enrique Valdivieso: Tres nuevas pinturas de Alonso del Arco, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 1972, página 535, lámina I).

Starting price

4.800 €

858. ALONSO DEL ARCO (Madrid, h. 1635-1704)Predicación de Santo Domingo de Guzmán

Óleo sobre lienzo. 262 x 175 cms.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: "Alonso del Arco f."
 
PROCEDENCIA:
Palacio de Santianes de Tuña- Casa solar de los Queipo de Llano- en Tineo (Asturias)
 
BIBLIOGRAFÍA
 
Méndez García, Zolio: Los siglos de Oro de Tuña. Historia Documental de Tuña. Libro I. Luarca, (Talleres Gráficos Heredera R.P. del Río), 1932, páginas 107-108.
Valdivieso, Enrique: Tres pinturas de Alonso del Arco. Boletín del Semanario del Arte y Arqueología. T.XXXVI. Valladolid, 1970, págs.521-524, lámina II (ilustrado).
 
El profesor Enrique Valdivieso, en su artículo Tres pinturas de Alonso del Arco, menciona que esta obra, según comunicación de su propietario en ese momento, procedía de la Universidad de Alcalá de Henares, de donde pasó a la Universidad de Oviedo y de ahí a una colección particular. (Ver: Valdivieso: Tres pinturas de Alonso del Arco, página 523). Lo que es indudable es que este lienzo formó parte de uno de los amplios salones del Palacio de Santianes de Tuña, junto a otra pintura que representa la Reina de los Angeles, rodeada de multitud de estos celestiales espíritus. Ambas obras, de iguales dimensiones, fueron consideradas por Méndez García como magníficos y valiosos cuadros (Ver: Méndez García, Zolio: Los siglos de Oro de Tuña. Historia Documental de Tuña, página 108).
 
Alonso del Arco apodado El Sordillo de Pereda, fue uno de los pintores más prolíficos de la escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII. Discípulo de Antonio de Pereda, es considerado uno de sus principales colaboradores. Participó en los preparativos de las fiestas de la entrada de la reina María Luisa de Orleans, primera esposa de Carlos II, entre 1679-1680, junto a los artistas Claudio Coello, José Jiménez Donoso, Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia y Matías de Torres, entre otros.
 
La obra que presentamos, firmada por Alonso del Arco, representa la predicación de Santo Domingo de Guzmán. La composición sigue un esquema clásico, repetido en numerosas ocasiones por distintos artistas, especialmente en escenas de predicación. En un paisaje con la vista de una ciudad amurallada, con torres y cúpulas de aspecto ficticio, se sitúa a la derecha la figura del santo, en un lugar elevado, predicando bajo las ramas de un árbol. A sus pies, un grupo de mujeres lo escucha atentamente, destacando entre ellas una madre con un niño en brazos. En un segundo plano, se observa a un grupo de caballeros, entre los cuales sobresale una pareja con sombreros, uno de ellos adornado con plumas, todos centrados en la predicación del santo.
 
Otra obra de Alonso del Arco que representa la predicación de San Antonio se conserva en la Iglesia- museo de San Antolín en Tordesillas (Ver: Enrique Valdivieso: Tres nuevas pinturas de Alonso del Arco, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 1972, página 535, lámina I).

Starting price: 4.800 €

859. GUILLERMO MESQUIDA (Palma de Mallorca, 1675- 1747)Pareja de jarrones de flores sobre un pedestal de piedra

Dos óleos sobre lienzo. 110,5 × 82 cm cada uno.
Con marcos originales en madera tallada y dorada. Mallorca, siglo XVIII.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular, Barcelona.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
Carbonell i Buades, M., Guillem Mesquida i Munar (1675-1747): biografia d’un pintor mallorquí a l’Europa del primer Setcents.
Bonaventura Serra i Ferragut, Glorias de Mallorca, vol. II (1751), BCP, Ms, pp. 75-82, fig. 19.
 
Guillermo Mesquida nació en Palma en 1685, hijo de Francisco Mesquida y Formiguera y de Margarita Munar. Se formó en Italia, donde trabajó en los talleres de Carlo Maratta y Benedetto Lutti, y más tarde residió en Venecia. Figura destacada del Barroco mallorquín, cultivó temas religiosos, mitológicos y retratos, desarrollando a la vez un temprano interés por la naturaleza muerta que acabaría definiendo buena parte de su producción.
Sus primeras obras documentadas en Roma a partir de 1694 ramilletes, flores, frutas, animales y peces evidencian esta inclinación por el bodegón. Durante su estancia en Bolonia y Venecia continuó trabajando este género, y algunas de estas pinturas llegaron a Mallorca, como el conjoilo de tela meza tenta enviado hacia 1707 al señor Güells. Bonaventura Serra también menciona el envío de numerosas obras desde Italia, probablemente de carácter decorativo.

En su etapa mallorquina (1710-1711) no se documenta la realización de bodegones. De sus últimos años solo se conoce un cuadro de flores destinado a Mateo Andreu y Orlandis (†1759), hoy desaparecido junto con el linaje Andreu, heredado por los Caracciolo de Nápoles. Este sería el único bodegón cuya ejecución en Mallorca puede afirmarse con plena certeza.
 
Mesquida pintó más de un centenar de bodegones, principalmente jarrones de flores, siendo algo menos frecuentes los de frutas. Entre los conjuntos más destacados se encuentran los de la casa Veri-Cotoner en Mallorca (ver: Byne, Arthur; Stapley, Mildred, Repertorio de Interiores y Muebles Españoles, 1943, lám. CLXXX) y los conservados en el castillo de Peralada (ver: Serra i Ferragut, Glorias de Mallorca, vol. II, 1751).
 
Esta pareja de jarrones de flores de Mesquida muestran la elegancia y el rigor técnico que el pintor adquirió durante su formación en Italia. Los jarrones de bronce, concebidos para ser contemplados desde un punto de vista ligeramente bajo, ponen de manifiesto su dominio del color, la luz y el detalle, logrando sutiles juegos lumínicos y armónicos. Con una composición equilibrada dispone las distintas flores: rosas, tulipanes, crisantemos, girasoles y otras especies con un efecto casi escultórico.
 
Una pareja de esta misma serie de Jarrones de flores, similares en composición se conserva actualmente en el Consulado del Mar de Palma de Mallorca.

Starting price

12.000 €

859. GUILLERMO MESQUIDA (Palma de Mallorca, 1675- 1747)Pareja de jarrones de flores sobre un pedestal de piedra

Dos óleos sobre lienzo. 110,5 × 82 cm cada uno.
Con marcos originales en madera tallada y dorada. Mallorca, siglo XVIII.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular, Barcelona.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
Carbonell i Buades, M., Guillem Mesquida i Munar (1675-1747): biografia d’un pintor mallorquí a l’Europa del primer Setcents.
Bonaventura Serra i Ferragut, Glorias de Mallorca, vol. II (1751), BCP, Ms, pp. 75-82, fig. 19.
 
Guillermo Mesquida nació en Palma en 1685, hijo de Francisco Mesquida y Formiguera y de Margarita Munar. Se formó en Italia, donde trabajó en los talleres de Carlo Maratta y Benedetto Lutti, y más tarde residió en Venecia. Figura destacada del Barroco mallorquín, cultivó temas religiosos, mitológicos y retratos, desarrollando a la vez un temprano interés por la naturaleza muerta que acabaría definiendo buena parte de su producción.
Sus primeras obras documentadas en Roma a partir de 1694 ramilletes, flores, frutas, animales y peces evidencian esta inclinación por el bodegón. Durante su estancia en Bolonia y Venecia continuó trabajando este género, y algunas de estas pinturas llegaron a Mallorca, como el conjoilo de tela meza tenta enviado hacia 1707 al señor Güells. Bonaventura Serra también menciona el envío de numerosas obras desde Italia, probablemente de carácter decorativo.

En su etapa mallorquina (1710-1711) no se documenta la realización de bodegones. De sus últimos años solo se conoce un cuadro de flores destinado a Mateo Andreu y Orlandis (†1759), hoy desaparecido junto con el linaje Andreu, heredado por los Caracciolo de Nápoles. Este sería el único bodegón cuya ejecución en Mallorca puede afirmarse con plena certeza.
 
Mesquida pintó más de un centenar de bodegones, principalmente jarrones de flores, siendo algo menos frecuentes los de frutas. Entre los conjuntos más destacados se encuentran los de la casa Veri-Cotoner en Mallorca (ver: Byne, Arthur; Stapley, Mildred, Repertorio de Interiores y Muebles Españoles, 1943, lám. CLXXX) y los conservados en el castillo de Peralada (ver: Serra i Ferragut, Glorias de Mallorca, vol. II, 1751).
 
Esta pareja de jarrones de flores de Mesquida muestran la elegancia y el rigor técnico que el pintor adquirió durante su formación en Italia. Los jarrones de bronce, concebidos para ser contemplados desde un punto de vista ligeramente bajo, ponen de manifiesto su dominio del color, la luz y el detalle, logrando sutiles juegos lumínicos y armónicos. Con una composición equilibrada dispone las distintas flores: rosas, tulipanes, crisantemos, girasoles y otras especies con un efecto casi escultórico.
 
Una pareja de esta misma serie de Jarrones de flores, similares en composición se conserva actualmente en el Consulado del Mar de Palma de Mallorca.

Starting price: 12.000 €

863. ESCUELA MADRILEÑA, CA. 1691-1692Taller realRetrato de Mariana de Neoburgo (1667-1740)

Óleo sobre lienzo. 56 x 43 cm.
Con marco en madera tallada, parcialmente policromada y dorada.
 
PROCEDENCIA:
1990, Subastas Ansorena (lote 21), como obra de Claudio Coello.
2019, Abalarte, como atribuida a Claudio Coello.
Colección particular.
 
BIBLIOGRAFÍA:
MARTÍNEZ LEIVA, Gloria, Mariana de Neoburgo (1667-1740): escenarios, imagen y posesiones de una reina. Universidad Complutense de Madrid, 2019, p. 58, CAT. IM13/3.
 
Mariana de Neoburgo (1667-1740), segunda esposa de Carlos II de España y procedente de una influyente familia católica del Sacro Imperio, contrajo matrimonio con el monarca por razones dinásticas y para reforzar alianzas internacionales. A su llegada a la corte en 1690, introdujo costumbres centroeuropeas y creó una red de influencia que generó tensiones con la nobleza. Durante los últimos años del reinado de Carlos II participó activamente en los asuntos políticos y apoyó la causa del Archiduque Carlos de Austria, lo que contribuyó al estallido de la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Por ello, los partidarios de Felipe V la acusaron de conspiración, fue despojada de sus bienes y enviada al exilio en Bayona en 1706, donde residió durante dos décadas. En 1739 se le permitió regresar a España, instalándose en Guadalajara, donde murió al año siguiente, en 1740.
 
Más allá de su relevancia política, la figura de Mariana de Neoburgo ofrece un campo de estudio privilegiado para el análisis iconográfico y artístico del cambio de siglo. Como ha señalado la historiadora del arte Gloria Martínez Leiva en su estudio presentado en las Jornadas sobre Carlos II de la Fundación Universitaria Española (2013), los retratos de la reina permiten rastrear tanto la evolución de su imagen pública como la transformación de los modelos pictóricos cortesanos. Desde los retratos oficiales de Claudio Coello y Jan van Kessel, que perpetúan la solemnidad de los Austrias, hasta las obras posteriores de Jacques Courtilleau y Robert Gabriel Gence, se aprecia una transición hacia un estilo más íntimo y afrancesado, acorde con las nuevas tendencias estéticas que acompañaron la llegada de los Borbones.
 
Este lienzo se relaciona directamente con el retrato de Mariana de Neoburgo conservado en la Fundación Casa Medina Sidonia (Sanlúcar de Barrameda), fechado en 1690 y atribuido a Claudio Coello (óleo sobre lienzo, 106 x 86 cm). Dicha obra constituye el modelo iconográfico de referencia en la construcción de la imagen oficial de la reina durante sus primeros años en la corte española. Asimismo, se conoce una versión de cuerpo entero de este mismo prototipo, conservada en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (fig. 140, cat. IM13/2), lo que evidencia la amplia difusión del modelo en el taller real y su uso en distintos formatos con fines representativos.
 
El retrato de busto que aquí se presenta muestra, sin embargo, diversas variantes respecto al modelo original, lo que permite situar su ejecución en una fase posterior, hacia 1691-1692. En primer lugar, el peinado de la reina presenta un rizado leve en la parte frontal del cabello, un rasgo asociado a la evolución de la moda cortesana a comienzos de la década de 1690, cuando comienzan a introducirse en España influencias del gusto francés. En segundo lugar, el joyel en forma de lazo difiere del broche regalado por Mariana de Austria que aparece en el retrato de 1690, reforzando la idea de una reinterpretación iconográfica del prototipo. Finalmente, el fondo neutro, desprovisto de referencias espaciales o arquitectónicas, simplifica la composición original y centra la atención en el rostro y la indumentaria de la soberana. Estas variaciones formales y técnicas sugieren que la obra corresponde a una repetición de taller o a una versión ejecutada por un pintor del taller real a partir del prototipo concebido por Coello.
 
En suma, este retrato constituye un testimonio significativo de la evolución del retrato regio en la corte de Carlos II, en un momento de transición estilística entre el lenguaje heredado de los Austrias y las nuevas tendencias naturalistas procedentes de Francia. Su estudio comparativo con las versiones de Sanlúcar y Bilbao permite comprender mejor la difusión y transformación del modelo iconográfico de Mariana de Neoburgo, así como el papel del retrato como instrumento de representación política y legitimación dinástica en los últimos años del reinado de los Habsburgo.
 
Agradecemos a Gloria Martínez Leiva su ayuda en la catalogación de este lote.

Starting price

3.500 €

863. ESCUELA MADRILEÑA, CA. 1691-1692Taller realRetrato de Mariana de Neoburgo (1667-1740)

Óleo sobre lienzo. 56 x 43 cm.
Con marco en madera tallada, parcialmente policromada y dorada.
 
PROCEDENCIA:
1990, Subastas Ansorena (lote 21), como obra de Claudio Coello.
2019, Abalarte, como atribuida a Claudio Coello.
Colección particular.
 
BIBLIOGRAFÍA:
MARTÍNEZ LEIVA, Gloria, Mariana de Neoburgo (1667-1740): escenarios, imagen y posesiones de una reina. Universidad Complutense de Madrid, 2019, p. 58, CAT. IM13/3.
 
Mariana de Neoburgo (1667-1740), segunda esposa de Carlos II de España y procedente de una influyente familia católica del Sacro Imperio, contrajo matrimonio con el monarca por razones dinásticas y para reforzar alianzas internacionales. A su llegada a la corte en 1690, introdujo costumbres centroeuropeas y creó una red de influencia que generó tensiones con la nobleza. Durante los últimos años del reinado de Carlos II participó activamente en los asuntos políticos y apoyó la causa del Archiduque Carlos de Austria, lo que contribuyó al estallido de la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Por ello, los partidarios de Felipe V la acusaron de conspiración, fue despojada de sus bienes y enviada al exilio en Bayona en 1706, donde residió durante dos décadas. En 1739 se le permitió regresar a España, instalándose en Guadalajara, donde murió al año siguiente, en 1740.
 
Más allá de su relevancia política, la figura de Mariana de Neoburgo ofrece un campo de estudio privilegiado para el análisis iconográfico y artístico del cambio de siglo. Como ha señalado la historiadora del arte Gloria Martínez Leiva en su estudio presentado en las Jornadas sobre Carlos II de la Fundación Universitaria Española (2013), los retratos de la reina permiten rastrear tanto la evolución de su imagen pública como la transformación de los modelos pictóricos cortesanos. Desde los retratos oficiales de Claudio Coello y Jan van Kessel, que perpetúan la solemnidad de los Austrias, hasta las obras posteriores de Jacques Courtilleau y Robert Gabriel Gence, se aprecia una transición hacia un estilo más íntimo y afrancesado, acorde con las nuevas tendencias estéticas que acompañaron la llegada de los Borbones.
 
Este lienzo se relaciona directamente con el retrato de Mariana de Neoburgo conservado en la Fundación Casa Medina Sidonia (Sanlúcar de Barrameda), fechado en 1690 y atribuido a Claudio Coello (óleo sobre lienzo, 106 x 86 cm). Dicha obra constituye el modelo iconográfico de referencia en la construcción de la imagen oficial de la reina durante sus primeros años en la corte española. Asimismo, se conoce una versión de cuerpo entero de este mismo prototipo, conservada en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (fig. 140, cat. IM13/2), lo que evidencia la amplia difusión del modelo en el taller real y su uso en distintos formatos con fines representativos.
 
El retrato de busto que aquí se presenta muestra, sin embargo, diversas variantes respecto al modelo original, lo que permite situar su ejecución en una fase posterior, hacia 1691-1692. En primer lugar, el peinado de la reina presenta un rizado leve en la parte frontal del cabello, un rasgo asociado a la evolución de la moda cortesana a comienzos de la década de 1690, cuando comienzan a introducirse en España influencias del gusto francés. En segundo lugar, el joyel en forma de lazo difiere del broche regalado por Mariana de Austria que aparece en el retrato de 1690, reforzando la idea de una reinterpretación iconográfica del prototipo. Finalmente, el fondo neutro, desprovisto de referencias espaciales o arquitectónicas, simplifica la composición original y centra la atención en el rostro y la indumentaria de la soberana. Estas variaciones formales y técnicas sugieren que la obra corresponde a una repetición de taller o a una versión ejecutada por un pintor del taller real a partir del prototipo concebido por Coello.
 
En suma, este retrato constituye un testimonio significativo de la evolución del retrato regio en la corte de Carlos II, en un momento de transición estilística entre el lenguaje heredado de los Austrias y las nuevas tendencias naturalistas procedentes de Francia. Su estudio comparativo con las versiones de Sanlúcar y Bilbao permite comprender mejor la difusión y transformación del modelo iconográfico de Mariana de Neoburgo, así como el papel del retrato como instrumento de representación política y legitimación dinástica en los últimos años del reinado de los Habsburgo.
 
Agradecemos a Gloria Martínez Leiva su ayuda en la catalogación de este lote.

Starting price: 3.500 €

864. CÍRCULO DE CHARLES LE BRUN (Escuela francesa, siglo XVIII)Alegoría de Luis XIV como protector de las Artes

Óleo sobre lienzo. 135 x 168 cm.
Anteriormente atribuido a Pierre Mignard.
 
Tras la muerte del cardenal Mazarino en 1661, Luis XIV asumió el gobierno directo y convirtió el arte en un instrumento esencial de propaganda. Combinó la etiqueta severa de los Habsburgo con la accesibilidad tradicional de los Borbones, proyectando una imagen calculada de majestad cercana.
 
La obra que presentamos pertenece al ámbito artístico del círculo de Charles Le Brun, el gran arquitecto visual del reinado de Luis XIV. Le Brun, Premier Peintre du Roi y director de la Académie Royale de Peinture et de Sculpture, fue el principal responsable del programa iconográfico del absolutismo francés, supervisando también la decoración de Versalles y la célebre Galería de los Espejos. Su estrecha relación con Luis XIV fue decisiva: el monarca lo consideraba un genio y uno de los mayores talentos de Francia, mientras que Le Brun encontró en el rey a su más entusiasta admirador.
 
La obra presenta un elaborado programa iconográfico y alegórico destinado a exaltar la figura del monarca. Se trata de una alegoría mitológica cortesana, característica del barroco francés, en la que Luis XIV aparece como protector de las artes, mecenas de la cultura y garante del orden cósmico. El rey, entronizado y ricamente ataviado con una túnica amarilla bordada, lleva sobre el pecho un medallón con la flor de lis, símbolo de soberanía y continuidad dinástica. Se lo representa con pincel y paleta, en actitud de pintar, y coronado, reforzando así su condición de artista divino y monarca absoluto. A su alrededor se disponen las nueve Musas: Calíope, Clío, Euterpe, Erato, Melpómene, Talía, Terpsícore, Urania y Polimnia, acompañadas de instrumentos musicales, tablillas, pinceles y cuadernos, emblemas de la creación y del saber. Con ello, la escena convierte al rey en eje y garante tanto de las artes como del conocimiento. En la parte inferior izquierda se representa un disco solar radiante, identificación directa con Apolo, dios de la luz, la música, la poesía y las artes, reforzando la imagen del monarca como Rey Sol.
 
En la zona superior derecha aparece un arcoíris acompañado de una figura alada, referencia iconográfica a Iris, mensajera divina y alegoría de la paz y la armonía. Otras figuras aladas, emblemas zodiacales y personajes femeninos con un águila amplían el espectro simbólico hacia el orden celestial y las virtudes heroicas. En la parte superior izquierda, un carro tirado por caballos, alusivo a Helios o Apolo, evoca al rey como fuente de luz que ilumina y ordena el mundo.
 
El conjunto se completa con ángeles y geniecillos barrocos que enlazan lo pagano con lo cristiano, portadores de guirnaldas y dones que subrayan la atmósfera triunfal. En contraste, en la parte inferior derecha se incluye una figura oscura de tonos verdosos, de aspecto monstruoso y acompañada de serpientes o pequeños dragones: es la personificación del Caos, la Ignorancia o la Envidia, derrotados por la luz solar y artística que emana del soberano.
 
A relacionar el lienzo alegórico de Charles Le Brun, El Rey gobierna por sí mismo, 1661, conservado en el Palacio de Versalles (Ver: https://artsandculture.google.com/asset/the-king-governs-by-himself/1gGk6Aubal0_2w?hl=es)

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16.000 €

864. CÍRCULO DE CHARLES LE BRUN (Escuela francesa, siglo XVIII)Alegoría de Luis XIV como protector de las Artes

Óleo sobre lienzo. 135 x 168 cm.
Anteriormente atribuido a Pierre Mignard.
 
Tras la muerte del cardenal Mazarino en 1661, Luis XIV asumió el gobierno directo y convirtió el arte en un instrumento esencial de propaganda. Combinó la etiqueta severa de los Habsburgo con la accesibilidad tradicional de los Borbones, proyectando una imagen calculada de majestad cercana.
 
La obra que presentamos pertenece al ámbito artístico del círculo de Charles Le Brun, el gran arquitecto visual del reinado de Luis XIV. Le Brun, Premier Peintre du Roi y director de la Académie Royale de Peinture et de Sculpture, fue el principal responsable del programa iconográfico del absolutismo francés, supervisando también la decoración de Versalles y la célebre Galería de los Espejos. Su estrecha relación con Luis XIV fue decisiva: el monarca lo consideraba un genio y uno de los mayores talentos de Francia, mientras que Le Brun encontró en el rey a su más entusiasta admirador.
 
La obra presenta un elaborado programa iconográfico y alegórico destinado a exaltar la figura del monarca. Se trata de una alegoría mitológica cortesana, característica del barroco francés, en la que Luis XIV aparece como protector de las artes, mecenas de la cultura y garante del orden cósmico. El rey, entronizado y ricamente ataviado con una túnica amarilla bordada, lleva sobre el pecho un medallón con la flor de lis, símbolo de soberanía y continuidad dinástica. Se lo representa con pincel y paleta, en actitud de pintar, y coronado, reforzando así su condición de artista divino y monarca absoluto. A su alrededor se disponen las nueve Musas: Calíope, Clío, Euterpe, Erato, Melpómene, Talía, Terpsícore, Urania y Polimnia, acompañadas de instrumentos musicales, tablillas, pinceles y cuadernos, emblemas de la creación y del saber. Con ello, la escena convierte al rey en eje y garante tanto de las artes como del conocimiento. En la parte inferior izquierda se representa un disco solar radiante, identificación directa con Apolo, dios de la luz, la música, la poesía y las artes, reforzando la imagen del monarca como Rey Sol.
 
En la zona superior derecha aparece un arcoíris acompañado de una figura alada, referencia iconográfica a Iris, mensajera divina y alegoría de la paz y la armonía. Otras figuras aladas, emblemas zodiacales y personajes femeninos con un águila amplían el espectro simbólico hacia el orden celestial y las virtudes heroicas. En la parte superior izquierda, un carro tirado por caballos, alusivo a Helios o Apolo, evoca al rey como fuente de luz que ilumina y ordena el mundo.
 
El conjunto se completa con ángeles y geniecillos barrocos que enlazan lo pagano con lo cristiano, portadores de guirnaldas y dones que subrayan la atmósfera triunfal. En contraste, en la parte inferior derecha se incluye una figura oscura de tonos verdosos, de aspecto monstruoso y acompañada de serpientes o pequeños dragones: es la personificación del Caos, la Ignorancia o la Envidia, derrotados por la luz solar y artística que emana del soberano.
 
A relacionar el lienzo alegórico de Charles Le Brun, El Rey gobierna por sí mismo, 1661, conservado en el Palacio de Versalles (Ver: https://artsandculture.google.com/asset/the-king-governs-by-himself/1gGk6Aubal0_2w?hl=es)

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865. ATRIBUIDA A ALONSO MIGUEL DE TOVAR (Escuela sevillana, siglo XVIII)La Divina pastora sobre un paisaje

Óleo sobre lienzo. 106 x 147,5 cm.
Con marco en madera tallada, parcialmente policromada y dorada.
Inscrita en el lienzo: “Ave María”.
 
La devoción a la Divina Pastora, fue un tema recurrente en la pintura sevillana del siglo XVIII debido a su gran popularidad desde sus inicios, sirvió de fuente de inspiración para las composiciones de pintores destacados como Alonso Miguel de Tovar, Lorente Germán, Domingo Martínez, Juan de Espinal y Andrés Rubira.
 
Su devoción surge en el siglo XVIII en el convento capuchino de las Santas Justa y Rufina de Sevilla. El 24 de junio de 1703 el fraile Isidoro de Sevilla, orando en el coro de dicho convento, se le apareció la Santísima Virgen con traje y aspecto de Pastora, mandándole predicar la devoción a Ella bajo este título. Al día siguiente el fraile le encarga hacer un lienzo al pintor Alonso Miguel de Tovar con la imagen de la Divina Pastora, dándole la siguiente descripción: “En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del avemaría con que la veneran. En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo -el enemigo emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el avemaría, expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio; y aparecerá el arcángel San Miguel, bajando del Cielo, con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en el testuz del lobo maldito”. Este fraile, funda la primera Hermandad del Rebaño de María en 1703 en la iglesia de San Gil y escribe un libro sobre la Divina Pastora, que se publica en 1705.
 
La obra que presentamos, hasta ahora inédita, nos acerca a prototipo de la Divinas Pastora creadas Alonso Miguel de Tovar. El pintor nos sitúa en el centro de la composición a la Virgen. Viste túnica rosa, pelliza, manto azul. Con su mano izquierda, acaricia a una de las ovejas, mientras que con la otra sostiene una rosa. Su particular rebaño de ovejas la rodea, algunas descansan, otras se acercan a la divinidad. Al fondo, San Miguel Arcángel desciende del cielo para proteger al cordero del ataque del lobo, representando la lucha entre el bien y el mal, con San Miguel como defensor de la fe.

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3.000 €

865. ATRIBUIDA A ALONSO MIGUEL DE TOVAR (Escuela sevillana, siglo XVIII)La Divina pastora sobre un paisaje

Óleo sobre lienzo. 106 x 147,5 cm.
Con marco en madera tallada, parcialmente policromada y dorada.
Inscrita en el lienzo: “Ave María”.
 
La devoción a la Divina Pastora, fue un tema recurrente en la pintura sevillana del siglo XVIII debido a su gran popularidad desde sus inicios, sirvió de fuente de inspiración para las composiciones de pintores destacados como Alonso Miguel de Tovar, Lorente Germán, Domingo Martínez, Juan de Espinal y Andrés Rubira.
 
Su devoción surge en el siglo XVIII en el convento capuchino de las Santas Justa y Rufina de Sevilla. El 24 de junio de 1703 el fraile Isidoro de Sevilla, orando en el coro de dicho convento, se le apareció la Santísima Virgen con traje y aspecto de Pastora, mandándole predicar la devoción a Ella bajo este título. Al día siguiente el fraile le encarga hacer un lienzo al pintor Alonso Miguel de Tovar con la imagen de la Divina Pastora, dándole la siguiente descripción: “En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del avemaría con que la veneran. En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo -el enemigo emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el avemaría, expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio; y aparecerá el arcángel San Miguel, bajando del Cielo, con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en el testuz del lobo maldito”. Este fraile, funda la primera Hermandad del Rebaño de María en 1703 en la iglesia de San Gil y escribe un libro sobre la Divina Pastora, que se publica en 1705.
 
La obra que presentamos, hasta ahora inédita, nos acerca a prototipo de la Divinas Pastora creadas Alonso Miguel de Tovar. El pintor nos sitúa en el centro de la composición a la Virgen. Viste túnica rosa, pelliza, manto azul. Con su mano izquierda, acaricia a una de las ovejas, mientras que con la otra sostiene una rosa. Su particular rebaño de ovejas la rodea, algunas descansan, otras se acercan a la divinidad. Al fondo, San Miguel Arcángel desciende del cielo para proteger al cordero del ataque del lobo, representando la lucha entre el bien y el mal, con San Miguel como defensor de la fe.

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866. JOSÉ JIMÉNEZ DONOSO, o XIMÉNEZ DONOSO (Consuegra, c. 1632 - Madrid, 1690)La Apoteosis de San Felipe Neri1659

Óleo sobre lienzo. 193,5 x 149 cm.
Firmado y fechado: “Dô Joseph, Donoso, ynvento, Àño 1659”.
En el reverso con restos de dos etiquetas inscritas a tinta.
 
BIBLIOGRAFÍA:
PONZ, Antonio (1725-1792): Viage de España: en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella (1776), tomo V, pp. 212-215. (Ver: extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10070371)
CEÁN BERMÚDEZ, J. A.: Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, vol. VI, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1800, pp. 8-14. (Ver:https://ceanbermudez.es/wiki/Xim%C3%A9nez_(Jim%C3%A9nez)_Donoso,_Jos%C3%A9?find=san+felipe+neri+donoso)
GUTIÉRREZ PASTOR, Ismael: “Una aparición de la Virgen con el Niño a San Felipe Neri de Francisco Ruiz de la Iglesia: Atribución y contexto iconográfico”, Archivo Español de Arte, LXXXVI, nº 342, 2013, pp. 150-158.
SÁNCHEZ LÓPEZ, Andrés: “La Casa profesa de los jesuitas en Madrid y una serie de pinturas adquiridas por Carlos III”, Archivo Español de Arte, LXXX, nº 319, julio-septiembre 2007, pp. 275-288.
 
“Quinta División. Entre la calle Mayor, la Ancha de S. Bernardo, la de Foncarral, Red de S. Luis y Puerta del Sol. Hemos vuelto a la calle Mayor y empezaremos esta División quinta de Madrid por el Oratorio de S. Felipe Neri, que fue Casa Profesa de los Jesuitas. (…) En lo alto, sobre la puerta de la iglesia por dentro, está colocado un quadro grande de S. Felipe Neri, obra de Josef Donoso.”
(Antonio Ponz, Viage de España, tomo V, pp. 212-215)
 
 
El lienzo, firmado y fechado en 1659, hasta ahora en paradero desconocido y conservado en una colección particular española, podría corresponder al quadro grande de San Felipe Neri descrito por Antonio Ponz en el siglo XVIII, ubicado en el Oratorio de San Felipe Neri de Madrid. Asimismo, Ceán Bermúdez menciona en dicho oratorio una gran pintura realizada por Donoso para el antiguo oratorio de la plazuela del Ángel, posteriormente retocada por Francisco Ruiz de la Iglesia, lo que refuerza la identificación de esta obra con la citada por las fuentes.
 
Ismael Gutiérrez Pastor señala que José Jiménez Donoso pintó el lienzo que presidió el retablo mayor del Oratorio en su sede madrileña de Puerta del Ángel y que, con toda probabilidad, dicho cuadro fue trasladado en 1660 a la Casa Profesa de la Compañía de Jesús. Ponz llegó a ver el cuadro colgado en el muro de los pies de la iglesia de la Casa Profesa, donde fue colocado por los oratorianos al trasladarse a este edificio en 1767. De él solo se sabe que se trataba de una pintura de grandes dimensiones.

Es interesante señalar también que en el Oratorio de Alcalá de Henares existía una Apoteosis de San Felipe Neri ante Cristo y la Virgen, pintada por Teodoro Ardemans —obra hoy desaparecida—, estrechamente relacionada con un lienzo conservado en el CSIC (Centro de Estudios Históricos, Madrid), quizás un boceto de otra Apoteosis de San Felipe Neri ante la Santísima Trinidad. El historiador Elías Tormo ya vinculó el cuadro de Ardemans con el lienzo que Donoso pintó para los filipenses de Madrid, posteriormente retocado por Ruiz de la Iglesia (véase Gutiérrez Pastor, 2013).
 
El Oratorio de San Felipe Neri de Madrid ocupó uno de los espacios más representativos del barroco madrileño. Su sede, antes de pertenecer a los padres del Oratorio —los filipenses, sacerdotes seculares seguidores de San Felipe Neri—, había sido la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, fundada a comienzos del siglo XVII por el duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, valido de Felipe III y nieto de San Francisco de Borja.

El duque deseaba erigir un templo que sirviera de lugar de descanso para su santo abuelo, aún no beatificado. Tras varios intentos de ubicación, Lerma donó unas casas en la calle del Prado, donde el cuerpo de San Francisco de Borja fue trasladado el 18 de diciembre de 1617. En 1627 los jesuitas trasladaron la comunidad a un nuevo edificio en la plazuela de Herradores, entre las calles Bordadores, Mayor e Hileras. Aquella iglesia, de gran riqueza decorativa, fue uno de los centros espirituales y artísticos más importantes de la Compañía en Madrid.
 
La expulsión de los jesuitas decretada por Carlos III en 1767 puso fin a la Casa Profesa. Dos años más tarde, el rey cedió el edificio a la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, cuyos miembros habían perdido su templo en la plazuela del Ángel, demolido para ensanchar la plaza. Los nuevos ocupantes mantuvieron la advocación a San Francisco Javier, conservando en el altar sus reliquias. La Congregación filipense permaneció en este lugar hasta la exclaustración de 1836, durante la desamortización de Mendizábal. Poco después, el templo y la casa fueron derribados, y en su solar se construyó una galería comercial conocida como el Pasaje o Mercado de San Felipe Neri. A finales del siglo XIX, este pasaje desapareció, y sobre su emplazamiento se trazó la actual calle de San Felipe Neri, que perpetúa el recuerdo de aquel oratorio barroco.
 
José Jiménez Donoso (ca. 1632-1690) fue una de las figuras más destacadas de la pintura madrileña del siglo XVII. Formado inicialmente con su padre y con Francisco Fernández, completó su aprendizaje en Roma entre 1649 y 1650, donde se especializó en la pintura de perspectivas y arquitectura, influido por el pleno barroco decorativo de Bernini y Cortona.
A su regreso a Madrid en 1657, ingresó en el taller de Juan Carreño de Miranda, de quien asimiló el colorido y el sentido compositivo. Fue amigo y colaborador de Claudio Coello, con quien realizó importantes frescos como los de la Casa de la Panadería de Madrid, la catedral de Toledo y el Alcázar Real. Su estilo combina la tradición barroca madrileña con la teatralidad y el ilusionismo arquitectónico aprendidos en Italia, visibles tanto en sus decoraciones al fresco como en sus lienzos religiosos —entre ellos la Fundación de San Juan de Letrán y la serie sobre San Francisco de Paula. En 1685 fue nombrado director de las pinturas y, posteriormente, maestro mayor de las obras de la catedral de Toledo, lo que testimonia también su faceta de arquitecto. Aunque buena parte de su producción se ha perdido, su obra refleja un dominio excepcional de la perspectiva y una síntesis entre pintura, arquitectura y escenografía que lo sitúan entre los máximos exponentes del barroco español.
 
La pintura representa el éxtasis místico de San Felipe Neri, fundador del Oratorio. Fue Donoso quien inventó esta iconografía, como lo indica la firma, que utiliza un tratamiento de respeto (“Don”) y afirma su autoría sobre la invención compositiva (ynvento). Esta obra es anterior a la composición de Ardemans mencionada y constituye un modelo iconográfico que refleja la formación de Donoso en Italia. El pintor estudió obras como el San Felipe Neri contemplando a la Virgen de Guido Reni, la Visión de San Felipe Neri de Guercino y el Éxtasis de San Felipe Neri de Cortona, como señala López Sanchez.
 
San Felipe Neri aparece en el aire sostenido y rodeado por cinco ángeles mancebos mientras otros dos angelitos se disponen a colocarle una corona de flores. El Santo presencia la aparición de Cristo portando su cruz ayudado por tres angelitos, Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma, la cual envía desde su pico la llama flameante que alcanza el pecho del Santo provocando ese corazón en llamas, atributo característico de san Felipe Neri, junto a otros como su rosario o lirios. Un grupo de ángeles aparecen en el ángulo inferior izquierdo y mientras uno porta el corazón, otros dos ojean un libro junto a unos lirios. Ángeles, querubines, nubes y una arquitectura que arropa la escena determinan la composición final. La inclusión de la Trinidad se debe a que san Felipe Neri instituyó el 16 de agosto de 1548 la cofradía de la Santísima Trinidad en la iglesia de San Salvador in Campo de Roma para atender a peregrinos y convalecientes en sus visitas a los santos lugares de Roma. El Santo dispuso un rosario de jaculatorias oraciones breves como “Virgen María, Madre de Dios, rogad a Jesús por mi” y “Virgen y Madre”, donde cada frase, según Bacci, “incluye toda la alabanza posible de Nuestra Señora”. La devoción de Neri por la Virgen María fue tal que según este autor fue tan sumamante devoto, Felipe, que contínuo la tenía en la boca, llamándole su amor. (descrito por López Sánchez)
 
La obra está incluida en la tesis de Fernando López Sánchez, José Jiménez Donoso (h. 1629/1638-1690). Universidad Complutense de Madrid (UCM). Próxima defensa para el 1er trimestre de 2026, p. 442-446, reproducido.
 
 

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866. JOSÉ JIMÉNEZ DONOSO, o XIMÉNEZ DONOSO (Consuegra, c. 1632 - Madrid, 1690)La Apoteosis de San Felipe Neri1659

Óleo sobre lienzo. 193,5 x 149 cm.
Firmado y fechado: “Dô Joseph, Donoso, ynvento, Àño 1659”.
En el reverso con restos de dos etiquetas inscritas a tinta.
 
BIBLIOGRAFÍA:
PONZ, Antonio (1725-1792): Viage de España: en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella (1776), tomo V, pp. 212-215. (Ver: extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=10070371)
CEÁN BERMÚDEZ, J. A.: Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, vol. VI, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1800, pp. 8-14. (Ver:https://ceanbermudez.es/wiki/Xim%C3%A9nez_(Jim%C3%A9nez)_Donoso,_Jos%C3%A9?find=san+felipe+neri+donoso)
GUTIÉRREZ PASTOR, Ismael: “Una aparición de la Virgen con el Niño a San Felipe Neri de Francisco Ruiz de la Iglesia: Atribución y contexto iconográfico”, Archivo Español de Arte, LXXXVI, nº 342, 2013, pp. 150-158.
SÁNCHEZ LÓPEZ, Andrés: “La Casa profesa de los jesuitas en Madrid y una serie de pinturas adquiridas por Carlos III”, Archivo Español de Arte, LXXX, nº 319, julio-septiembre 2007, pp. 275-288.
 
“Quinta División. Entre la calle Mayor, la Ancha de S. Bernardo, la de Foncarral, Red de S. Luis y Puerta del Sol. Hemos vuelto a la calle Mayor y empezaremos esta División quinta de Madrid por el Oratorio de S. Felipe Neri, que fue Casa Profesa de los Jesuitas. (…) En lo alto, sobre la puerta de la iglesia por dentro, está colocado un quadro grande de S. Felipe Neri, obra de Josef Donoso.”
(Antonio Ponz, Viage de España, tomo V, pp. 212-215)
 
 
El lienzo, firmado y fechado en 1659, hasta ahora en paradero desconocido y conservado en una colección particular española, podría corresponder al quadro grande de San Felipe Neri descrito por Antonio Ponz en el siglo XVIII, ubicado en el Oratorio de San Felipe Neri de Madrid. Asimismo, Ceán Bermúdez menciona en dicho oratorio una gran pintura realizada por Donoso para el antiguo oratorio de la plazuela del Ángel, posteriormente retocada por Francisco Ruiz de la Iglesia, lo que refuerza la identificación de esta obra con la citada por las fuentes.
 
Ismael Gutiérrez Pastor señala que José Jiménez Donoso pintó el lienzo que presidió el retablo mayor del Oratorio en su sede madrileña de Puerta del Ángel y que, con toda probabilidad, dicho cuadro fue trasladado en 1660 a la Casa Profesa de la Compañía de Jesús. Ponz llegó a ver el cuadro colgado en el muro de los pies de la iglesia de la Casa Profesa, donde fue colocado por los oratorianos al trasladarse a este edificio en 1767. De él solo se sabe que se trataba de una pintura de grandes dimensiones.

Es interesante señalar también que en el Oratorio de Alcalá de Henares existía una Apoteosis de San Felipe Neri ante Cristo y la Virgen, pintada por Teodoro Ardemans —obra hoy desaparecida—, estrechamente relacionada con un lienzo conservado en el CSIC (Centro de Estudios Históricos, Madrid), quizás un boceto de otra Apoteosis de San Felipe Neri ante la Santísima Trinidad. El historiador Elías Tormo ya vinculó el cuadro de Ardemans con el lienzo que Donoso pintó para los filipenses de Madrid, posteriormente retocado por Ruiz de la Iglesia (véase Gutiérrez Pastor, 2013).
 
El Oratorio de San Felipe Neri de Madrid ocupó uno de los espacios más representativos del barroco madrileño. Su sede, antes de pertenecer a los padres del Oratorio —los filipenses, sacerdotes seculares seguidores de San Felipe Neri—, había sido la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, fundada a comienzos del siglo XVII por el duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, valido de Felipe III y nieto de San Francisco de Borja.

El duque deseaba erigir un templo que sirviera de lugar de descanso para su santo abuelo, aún no beatificado. Tras varios intentos de ubicación, Lerma donó unas casas en la calle del Prado, donde el cuerpo de San Francisco de Borja fue trasladado el 18 de diciembre de 1617. En 1627 los jesuitas trasladaron la comunidad a un nuevo edificio en la plazuela de Herradores, entre las calles Bordadores, Mayor e Hileras. Aquella iglesia, de gran riqueza decorativa, fue uno de los centros espirituales y artísticos más importantes de la Compañía en Madrid.
 
La expulsión de los jesuitas decretada por Carlos III en 1767 puso fin a la Casa Profesa. Dos años más tarde, el rey cedió el edificio a la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, cuyos miembros habían perdido su templo en la plazuela del Ángel, demolido para ensanchar la plaza. Los nuevos ocupantes mantuvieron la advocación a San Francisco Javier, conservando en el altar sus reliquias. La Congregación filipense permaneció en este lugar hasta la exclaustración de 1836, durante la desamortización de Mendizábal. Poco después, el templo y la casa fueron derribados, y en su solar se construyó una galería comercial conocida como el Pasaje o Mercado de San Felipe Neri. A finales del siglo XIX, este pasaje desapareció, y sobre su emplazamiento se trazó la actual calle de San Felipe Neri, que perpetúa el recuerdo de aquel oratorio barroco.
 
José Jiménez Donoso (ca. 1632-1690) fue una de las figuras más destacadas de la pintura madrileña del siglo XVII. Formado inicialmente con su padre y con Francisco Fernández, completó su aprendizaje en Roma entre 1649 y 1650, donde se especializó en la pintura de perspectivas y arquitectura, influido por el pleno barroco decorativo de Bernini y Cortona.
A su regreso a Madrid en 1657, ingresó en el taller de Juan Carreño de Miranda, de quien asimiló el colorido y el sentido compositivo. Fue amigo y colaborador de Claudio Coello, con quien realizó importantes frescos como los de la Casa de la Panadería de Madrid, la catedral de Toledo y el Alcázar Real. Su estilo combina la tradición barroca madrileña con la teatralidad y el ilusionismo arquitectónico aprendidos en Italia, visibles tanto en sus decoraciones al fresco como en sus lienzos religiosos —entre ellos la Fundación de San Juan de Letrán y la serie sobre San Francisco de Paula. En 1685 fue nombrado director de las pinturas y, posteriormente, maestro mayor de las obras de la catedral de Toledo, lo que testimonia también su faceta de arquitecto. Aunque buena parte de su producción se ha perdido, su obra refleja un dominio excepcional de la perspectiva y una síntesis entre pintura, arquitectura y escenografía que lo sitúan entre los máximos exponentes del barroco español.
 
La pintura representa el éxtasis místico de San Felipe Neri, fundador del Oratorio. Fue Donoso quien inventó esta iconografía, como lo indica la firma, que utiliza un tratamiento de respeto (“Don”) y afirma su autoría sobre la invención compositiva (ynvento). Esta obra es anterior a la composición de Ardemans mencionada y constituye un modelo iconográfico que refleja la formación de Donoso en Italia. El pintor estudió obras como el San Felipe Neri contemplando a la Virgen de Guido Reni, la Visión de San Felipe Neri de Guercino y el Éxtasis de San Felipe Neri de Cortona, como señala López Sanchez.
 
San Felipe Neri aparece en el aire sostenido y rodeado por cinco ángeles mancebos mientras otros dos angelitos se disponen a colocarle una corona de flores. El Santo presencia la aparición de Cristo portando su cruz ayudado por tres angelitos, Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma, la cual envía desde su pico la llama flameante que alcanza el pecho del Santo provocando ese corazón en llamas, atributo característico de san Felipe Neri, junto a otros como su rosario o lirios. Un grupo de ángeles aparecen en el ángulo inferior izquierdo y mientras uno porta el corazón, otros dos ojean un libro junto a unos lirios. Ángeles, querubines, nubes y una arquitectura que arropa la escena determinan la composición final. La inclusión de la Trinidad se debe a que san Felipe Neri instituyó el 16 de agosto de 1548 la cofradía de la Santísima Trinidad en la iglesia de San Salvador in Campo de Roma para atender a peregrinos y convalecientes en sus visitas a los santos lugares de Roma. El Santo dispuso un rosario de jaculatorias oraciones breves como “Virgen María, Madre de Dios, rogad a Jesús por mi” y “Virgen y Madre”, donde cada frase, según Bacci, “incluye toda la alabanza posible de Nuestra Señora”. La devoción de Neri por la Virgen María fue tal que según este autor fue tan sumamante devoto, Felipe, que contínuo la tenía en la boca, llamándole su amor. (descrito por López Sánchez)
 
La obra está incluida en la tesis de Fernando López Sánchez, José Jiménez Donoso (h. 1629/1638-1690). Universidad Complutense de Madrid (UCM). Próxima defensa para el 1er trimestre de 2026, p. 442-446, reproducido.
 
 

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874. BARTOLOMEO CAVAROZZI (Viterbo, 1587 - Roma, 1625)San Bartolomé

Óleo sobre lienzo. 136 x 99,4 cm.
En el anverso con etiqueta de colección.
 
PROCEDENCIA:
Gonzalo de Ulloa y Ortega-Montañés (1831-1882), IX conde de Adanero, por línea directa hasta sus actuales propietarios.
 
Bartolomeo Cavarozzi llegó a Roma siendo aún un niño. Se cree que inicialmente fue discípulo del pintor Pomarancio, más tarde, protegido de la noble familia Crescenzi. En 1617 viajó a España acompañando a Giovanni Battista Crescenzi, quien se convertiría en una figura clave en la configuración del gusto artístico de la corte madrileña. Tras casi dos años de estancia en España, el artista regresó a Roma en 1619, donde profundizó en el estudio de las formas caravaggistas, tan en boga en aquel momento.
Esta obra representa al apóstol San Bartolomé en una composición de medio cuerpo, capturado en una pose introspectiva y meditativa, con la mirada dirigida hacia abajo y el rostro marcado por arrugas profundas que transmiten una intensa carga emocional y devocional. En su mano derecha sostiene un cuchillo grande y afilado, símbolo icónico de su martirio (fue desollado vivo), mientras que su vestimenta consiste en una túnica roja intensa cubierta por un manto grisáceo que cae en pliegues geométricos y voluminosos, creando un efecto de profundidad y realismo táctil. El estilo caravaggesco del pintor se evidencia en el hiperrealismo de los detalles anatómicos —como la piel arrugada, la barba canosa y las venas visibles en las manos—, el uso dramático del claroscuro para resaltar volúmenes y sombras profundas contra un fondo neutro y oscuro, y la textura aterciopelada de los tejidos, con una materialidad palpable que denota la maestría de Cavarozzi en la representación de superficies.
 
Influido directamente por las series de apostolados de Jusepe de Ribera realizados en Roma a inicios de la segunda década del siglo XVII, el lienzo refleja las conexiones artísticas entre Italia y España, clave para figuras como Velázquez, Zurbarán o Murillo. Cavarozzi, protegido del marqués Giovanni Battista Crescenzi, destaca por su interpretación emotiva de imágenes devocionales, actualizando prototipos rafaelescos con un naturalismo hiperrealista que influyó en el género de la naturaleza muerta.
 
Este lienzo, inédito en bibliografía, documenta su posible estancia en Nápoles entre finales de la segunda década y principios de la tercera del Seicento, vinculada al cardenal Antonio Zapata y Cisneros (acompañado por el artista a España en 1617 para la traslación de las reliquias de san Francisco de Borja).
 
Procedente de la histórica colección madrileña del conde de Adanero, el cuadro emergió en el mercado hace dos años con una primera atribución al joven Luca Giordano, hipótesis que pronto fue descartada. Ha sido gracias al estudio del profesor Giuseppe Porzio (Profesor Asociado de Historia del Arte Moderno en la Università degli Studi di Napoli “L’Orientale”) que la obra ha recuperado su verdadera autoría.
 
Porzio ha destacado que “tuttavia, ciò che nel San Bartolomeo è caratteristico di Cavarozzi, e ne denuncia inconfondibilmente la paternità, è la costruzione geometrizzante delle pieghe dei panneggi, così come la matericità vellutata delle superfici, degna delle migliori prove del maestro.” ("Sin embargo, lo que en el San Bartolomeo es característico de Cavarozzi, y revela de manera inconfundible su autoría, es la construcción geométrica de los pliegues de los paños, así como la textura aterciopelada de las superficies, digna de sus mejores obras”).

Se adjunta estudio del profesor Giuseppe Porzio fechado en Nápoles el 25 de abril de 2025.

Starting price

60.000 €

874. BARTOLOMEO CAVAROZZI (Viterbo, 1587 - Roma, 1625)San Bartolomé

Óleo sobre lienzo. 136 x 99,4 cm.
En el anverso con etiqueta de colección.
 
PROCEDENCIA:
Gonzalo de Ulloa y Ortega-Montañés (1831-1882), IX conde de Adanero, por línea directa hasta sus actuales propietarios.
 
Bartolomeo Cavarozzi llegó a Roma siendo aún un niño. Se cree que inicialmente fue discípulo del pintor Pomarancio, más tarde, protegido de la noble familia Crescenzi. En 1617 viajó a España acompañando a Giovanni Battista Crescenzi, quien se convertiría en una figura clave en la configuración del gusto artístico de la corte madrileña. Tras casi dos años de estancia en España, el artista regresó a Roma en 1619, donde profundizó en el estudio de las formas caravaggistas, tan en boga en aquel momento.
Esta obra representa al apóstol San Bartolomé en una composición de medio cuerpo, capturado en una pose introspectiva y meditativa, con la mirada dirigida hacia abajo y el rostro marcado por arrugas profundas que transmiten una intensa carga emocional y devocional. En su mano derecha sostiene un cuchillo grande y afilado, símbolo icónico de su martirio (fue desollado vivo), mientras que su vestimenta consiste en una túnica roja intensa cubierta por un manto grisáceo que cae en pliegues geométricos y voluminosos, creando un efecto de profundidad y realismo táctil. El estilo caravaggesco del pintor se evidencia en el hiperrealismo de los detalles anatómicos —como la piel arrugada, la barba canosa y las venas visibles en las manos—, el uso dramático del claroscuro para resaltar volúmenes y sombras profundas contra un fondo neutro y oscuro, y la textura aterciopelada de los tejidos, con una materialidad palpable que denota la maestría de Cavarozzi en la representación de superficies.
 
Influido directamente por las series de apostolados de Jusepe de Ribera realizados en Roma a inicios de la segunda década del siglo XVII, el lienzo refleja las conexiones artísticas entre Italia y España, clave para figuras como Velázquez, Zurbarán o Murillo. Cavarozzi, protegido del marqués Giovanni Battista Crescenzi, destaca por su interpretación emotiva de imágenes devocionales, actualizando prototipos rafaelescos con un naturalismo hiperrealista que influyó en el género de la naturaleza muerta.
 
Este lienzo, inédito en bibliografía, documenta su posible estancia en Nápoles entre finales de la segunda década y principios de la tercera del Seicento, vinculada al cardenal Antonio Zapata y Cisneros (acompañado por el artista a España en 1617 para la traslación de las reliquias de san Francisco de Borja).
 
Procedente de la histórica colección madrileña del conde de Adanero, el cuadro emergió en el mercado hace dos años con una primera atribución al joven Luca Giordano, hipótesis que pronto fue descartada. Ha sido gracias al estudio del profesor Giuseppe Porzio (Profesor Asociado de Historia del Arte Moderno en la Università degli Studi di Napoli “L’Orientale”) que la obra ha recuperado su verdadera autoría.
 
Porzio ha destacado que “tuttavia, ciò che nel San Bartolomeo è caratteristico di Cavarozzi, e ne denuncia inconfondibilmente la paternità, è la costruzione geometrizzante delle pieghe dei panneggi, così come la matericità vellutata delle superfici, degna delle migliori prove del maestro.” ("Sin embargo, lo que en el San Bartolomeo es característico de Cavarozzi, y revela de manera inconfundible su autoría, es la construcción geométrica de los pliegues de los paños, así como la textura aterciopelada de las superficies, digna de sus mejores obras”).

Se adjunta estudio del profesor Giuseppe Porzio fechado en Nápoles el 25 de abril de 2025.

Starting price: 60.000 €

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