Pergamino, 30 x 20 cm.
Pluma de tinta parda y aguadas de colores
BIBLIOGRAFÍA:
Andújar Castillo, Francisco, El sonido del dinero. Monarquía, ejército y venalidad en la España del siglo XVIII, Marcial Pons, Madrid, 2004.
Andújar Castillo, Francisco y Felices De La Fuente, María del Mar, El poder del dinero. Venta de cargos y honores en la España del Antiguo Régimen. Madrid, Biblioteca Nueva, 2011.
Felices de La Fuente, María del Mar, “Silencio y ocultaciones en los despachos de los títulos nobiliarios. Análisis crítico de su contenido”, Chronica Nova 36, 2010, pp. 229-252.
Felices de la Fuente, María del Mar, “Recompensar servicios con honores: el crecimiento de la nobleza titulada en los reinados de Felipe IV y Carlos II”, Studia histórica, Historia Moderna, 35, 2013, pp. 409-435.
Pascual Chenel, Álvaro, “La imagen de Mariana de Austria y Carlos II en documentos pintados durante la minoría de edad y la regencia. Modelos, aproximaciones, visiones y significados”, BSAA, Arte, 89, 2023, pp. 171-205.
Pascual Chenel, Álvaro, “Documentos pintados del reinado de Carlos II en el Archivo Histórico de la Nobleza”, Quiroga, 22, 2023, pp. 144-161.
Pascual Chenel, Álvaro “Lujo, poder y una nueva magnificencia. La decoración del privilegio de Diego de Barrios de la Rosa y Soto y su relación con otros documentos pintados del reinado de Carlos II”, Tiempos Modernos, 46, 2023, pp. 142-160.
Pascual Chenel, Álvaro, “La iluminación de ejecutorias de hidalguía durante el reinado de Carlos II. Modelos, tipologías y obradores: Valladolid”, en Zalama, Miguel Ángel, Pascual Molina, Jesús F., (dirs.), Andrés González, Patricia, (ed.) Sub umbra alarum. Ceremonial y coleccionismo en las cortes hispánicas de la Edad Moderna, Trea, Gijón, 2024, pp. 101-118.
Pascual Chenel, Álvaro, “Lujo y ornato. Guarniciones de plata en la encuadernación textil de documentos nobiliarios españoles (siglos XVII-XVIII)”, en Pérez Sánchez Manuel, García Zapata, Ignacio José (coord.), Historias del lujo. El arte de la plata y otras artes suntuarias, Pireo Editorial-Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia, 2024, pp. 268-285.
Pascual Chenel, Álvaro y Rodríguez Rebollo, Ángel, “Nuevas perspectivas de estudio sobre algunos dibujos de Alonso Cano y Sebastián de Herrera Barnuevo en la Biblioteca Nacional de España”, Boletín de Arte, UMA, 44, 2023, pp. 101-115.
Ponce Leiva, Pilar y Andújar Castillo, Francisco (eds.), Mérito, venalidad y corrupción en España y América. Siglos XVII y XVIII, Albatros, Valencia, 2016.
Rodríguez Hernández, Antonio José, “La creación de Títulos de Castilla durante los reinados de Felipe IV y Carlos II: concesiones y ritmos”, en Díaz López, Juan Pablo; Andújar Castillo, Francisco; Galán Sánchez, Ángel, (coords.), Casas, familias y rentas. La nobleza del Reino de Granada entre los siglos XV-XVIII, Granada, Universidad de Granada, 2010, pp. 167-190.
Soria Mesa, Enrique, La nobleza en la España Moderna. Cambio y continuidad. Madrid, Marcial Pons, 2007.
A partir de mediados del siglo XVII durante la última parte del reinado de Felipe IV se constata un progresivo descenso en el número pleitos de hidalguía, así como, obviamente, en el de la expedición de ejecutorias favorables que, consecuentemente, también decrecen en la calidad general de la factura de sus iluminaciones o miniaturas, tendencia que se mantendrá durante todo el reinado de Carlos II y a lo largo del XVIII.
La progresiva devaluación de la condición de hidalgo es, sin embargo, directamente proporcional a la demanda de nobleza titulada como medio preferente de reconocimiento, ascenso social y promoción política dada la posibilidad que se ofreció de comprar honores. La obtención de un título nobiliario era uno de los mayores honores al que una persona y su linaje podía aspirar en la sociedad y la cultura del Antiguo Régimen, uno de cuyos principios era justamente la diferenciación social, la distinción jurídico-estamental, el privilegio y el honor.
Las vías de obtención eran a veces complejas y variadas, aunque en teoría se sustanciaba en premiar con el honor los méritos personales y los servicios prestados a la Monarquía de diferentes maneras. Una de ellas era la compraventa de títulos por diversos procedimientos, convenientemente disfrazados de mérito. En el siglo XVII, durante los reinados de Felipe IV y Carlos II fue cada vez más en aumento el fenómeno de la venalidad de títulos como medida recaudatoria especialmente en determinadas coyunturas histórico-políticas; llegándose a fijar oficialmente el precio de estos. De hecho, durante el reinado de Carlos II se crearon y concedieron (muchos de ellos por vía venal) más de 400 títulos, produciéndose un proceso de inflación de honores, política que continuará durante el reinado de Felipe V.
Considerada como la época de decadencia de la decoración de ejecutorias de hidalguía, no lo es, en cambio, en cuanto a la de títulos nobiliarios, grandezas de España y privilegios, que, por el contrario, alcanzan en la mayoría de las ocasiones una gran belleza y calidad de ejecución, configurándose como las tipologías más características de documentos pintados a partir de esos momentos.
La concesión de títulos nobiliarios, grandezas de España y privilegios es un acto graciable del soberano, constituye una regalía y, por tanto, es una señal de Majestad y potestad soberana. La distribución de la gracia y la merced se encuentra en la esencia de la realeza y forma parte intrínseca del oficio de rey, como lo es la administración de la justicia y la defensa de los reinos. El fundamento jurídico depende pues de la voluntad regia pues solo al rey corresponde su concesión. La petición, consulta, tramitación y eventual despacho y expedición nada tiene que ver pues con los procesos de hidalguía, sino que se realizaba a través de los órganos competentes en materia de Gracia y Merced, como la Secretaría específica de la Cámara de Castilla. Las ejecutorias de hidalguía son un tipo documental que se inscribe dentro del ámbito judicial; al contrario que las concesiones de títulos nobiliarios, grandezas de España o privilegios que corresponden al ámbito de gracia y merced, y cuyo cauce procedimental es, por tanto, muy diferente.
Tal como se ha señalado, algunas coyunturas histórico-políticas determinaron un mayor ritmo de creación, venta y concesión de estas mercedes debido a las necesidades de liquidez financiera. Tal es el caso de los matrimonios regios (1679-1680; 1689) o los diferentes conflictos bélicos en los que se veía envuelta la Monarquía (guerra Luxemburgo, 1683-1684; guerra de los nueve años, 1688-1697). En dicho marco cronológico se encuadran en efecto un considerable número de títulos que hemos localizados y estudiado, así como precisamente también el inédito que nos ocupa.
Una vez verificado el hecho documental, satisfechos ciertos derechos de expedición, tasas e impuestos; y dada la importancia y el valor de esos documentos tanto desde el punto de vista legal como social, las personas beneficiarias podían encargar -a instancia de parte- la expedición de una copia certificada personal del documento en cuestión que es la susceptible de recibir un tratamiento decorativo y más o menos lujoso. Son estos los documentos que estudiamos desde el punto de vista artístico aparte de su propio valor histórico-documental. Estos ejemplares de aparato eran siempre encargados a instancia de parte, lo que significa que los gastos derivados de su posible elaboración bajo otro ropaje externo más lujoso y solemne corrían a cargo del agraciado. Su riqueza y suntuosidad -uso de pergamino; cantidad de iluminaciones, riqueza y calidad; encuadernación lujosa, etc. - estaban en función pues de las posibilidades económicas del interesado. Se trata de piezas en las que se cuida lo mejor posible su aspecto con el uso de materiales de más elevada calidad y riqueza posible en todas sus partes, por lo que prima un tratamiento plástico y estético extrínseco con el propósito de realzar simbólicamente la importancia intrínseca del acto documentado. En consecuencia, en muchas ocasiones se trata de documentos muy llamativos y de gran espectacularidad y efectismo tanto por la calidad general como por el aparato icónico. Suele ser nota común la excelente factura, riqueza y suntuosidad. Desde el exterior con lujosas encuadernaciones generalmente en terciopelo de diferentes colores, incluyendo en ocasiones apliques de plata y/o bordados e incluso esmaltes e incrustaciones de pedrería; hasta el interior con uso de pergamino como soporte, letra cuidada en su caligrafía y, por supuesto, la decoración pintada que contienen como elemento visual más atractivo, con representaciones heráldicas, retratos, diversas advocaciones religiosas, letras capitales, etc. Se convierten pues en verdaderos documentos-objeto joya. Como asumían dicho coste, también por ello podían elegir tanto el tipo de encuadernación o decoración exterior como interior de que les quisiesen dotar dependiendo como decimos de su capacidad económica. Y, desde luego, se trataba de trabajos costosos.
El inédito documento que se estudia se inscribe precisamente en estos presupuestos y constituye un excelente ejemplo de lo que venimos comentando.
El título de marqués de Torre de Soto fue concedido a Francisco de Soto Guzmán en 1689. Era caballero de la orden de Santiago desde 1663 (AHN, OM-EXPEDIENTILLOS,N.3893); Gentilhombre de boca del rey; alguacil mayor de los Consejos de Estado y de Guerra; y regidor perpetuo de la ciudad de Cádiz. Su tío, tal como también se indica expresamente en el despacho de concesión, había servido asimismo a la corona en diversos puestos militares y políticos tanto en Indias como en Flandes. En consecuencia, “por quanto atendiendo a la calidad, méritos y servicios” y “en remuneración de todo ello y por más honrar y sublimar vuestra persona y Casa” se le hacía merced del título de marqués en Castilla. Esta fórmula estereotipada suele indicar que, en realidad, había mediado el servicio pecuniario como “mérito” real de la concesión del título. En efecto, este es el caso, porque en 1695 el marqués presentó un memorial solicitando a su vez poder vender precisamente el regimiento de Cádiz para con su producto hacer frente al pago de los 22.000 ducados en que por aquellos momentos estaba “fijado” el precio del título (AHN, CONSEJOS,9270,Rel.3). Ese mismo año figura también en una relación de títulos beneficiados (AHN, CONSEJOS,9270). Quizá esto permitiría fijar con mayor precisión la cronología exacta de la ejecución material de la copia lujosa del despacho, es decir, el documento decorado, que tal vez corresponda a 1695 por mucho que figure la fecha de 1689 que, en realidad, corresponde a la del decreto de la concesión de la merced y creación del título (CONSEJOS,L.2752,A.1689,N.61). La tramitación del despacho implicaba que la persona agraciada debía satisfacer, además del precio estipulado por el propio título en el caso de los comprados, también una serie de gravámenes y derechos de expedición (vizcondado previo, media annata, Real Capilla, lanzas). La falta de liquidez por parte de algunos ennoblecidos para hacer frente a estos importantes gastos llegó a retrasar la expedición de los títulos nobiliarios, de modo que, aún concedida la merced, esta no se consideraba oficial y efectiva hasta que no se sacase el correspondiente despacho.
En cualquier caso, se trata de un muy notable documento que presenta todos sus folios profusamente decorados con una elevada calidad, desplegando además una temática iconográfica poco habitual que lo convierte en especialmente interesante. El despacho se abre con el escudo de armas familiar timbrado de la corona propia de la dignidad marquesal y con la cruz de Santiago acolada. Le sigue un llamativo folio que, además de la calidad pictórica en sí, es importante también por su carácter documental. Ejecutado a la aguada de colores imita convincentemente las texturas y materiales de la traza y arquitectura de un retablo con sus elementos escultóricos. Tal como se indica en la inscripción, la imagen titular que preside el retablo es Nuestra Señora del Buen Consejo, venerada en su capilla del Colegio Imperial de Madrid. Dicho retablo había sido ejecutado bajo las trazas de Sebastián de Herrera Barnuevo, luego modificado en parte en el siglo XVIII y desgraciadamente destruido en 1936. Se conservan algunos dibujos del propio artista que han sido relacionados esta obra, así como alguna estampa y lienzo del XVIII, y alguna fotografía antigua que reproducen el aspecto del mismo con las modificaciones del siglo XVIII. Sin embargo, se desconoce con exactitud cómo era el retablo del siglo XVII. Tal vez este folio pintado sea de los únicos testimonios gráficos conocidos que reproduzca el estado original del retablo. Desde luego son visibles los elementos propios del lenguaje plástico y decorativo característicos de Herrera Barnuevo, apreciables especialmente en algunos de sus dibujos de proyectos de altares, retablos o decoraciones murales como los conservados en la Biblioteca Nacional de España, el British Museum de Londres o la Galería de los Uffizi de Florencia.
A partir de aquí, la decoración del resto del documento está realizada a pluma de tinta parda con una estética y aspecto similar a la del grabado, desarrollando un rico programa iconográfico en el que la temática mitológica es protagonista. Abre la intitulación el folio con una destacada composición alegórica con el retrato del rey Carlos II de busto luciendo el collar del Toisón de Oro e inserto en un medallón. Está colocado sobre una especie de peana flanqueada por dos angelotes trompeteros y sobre la que se acumulan piezas de armadura y diversos elementos militares, así como un león que abraza con sus garras los “dos mundos”. A ambos lados le acompañan las personificaciones de la Fe a la izquierda, mientras que la Justicia a la derecha sostiene en alto una corona de laurel. En la zona superior, entre festones de fruta, se sitúa el águila que lleva en el pico lo que parece una hoja de palma y una rama de laurel, y sostiene con una de sus garras los rayos de Júpiter. Uno de los rasgos generales que comparte esta tipología documental es la destacada presencia de retratos del rey al comienzo del documento como fuente de la gracia que les ha sido concedida, acompañado de alegorías de virtudes religiosas o relacionadas con el buen gobierno.
Los otros folios desarrollan igualmente una exuberante decoración en las orlas que acompañan la caja de texto. Se articula a base de elementos vegetales que se van entrelazando con animales fantásticos. En los márgenes laterales se deja espacio para dos nichos a modo de hornacinas en las que se colocan dioses y diosas de la mitología greco-romana. Así se pueden identificar a Júpiter, Saturno, Marte, Hermes, Venus, Diana, Apolo, Dioniso, Atenea, Hera, Neptuno y, finalmente, la personificación del Tiempo. En el centro de la zona superior e inferior se sitúan en cambio unos óvalos en los que se despliegan diferentes escenas también mitológicas. Los superiores contienen pasajes como el de Apolo y Dafne, vuelo de Ícaro, rapto de Europa, Leda, Narciso o Poseidón cabalgando en el mar sobre una concha tirada por hipocampos. Los inferiores están dedicados a representar diferentes episodios de Hércules destacando los del ciclo de los trabajos figurando el de Cerbero (perro de Hades); el Jardín de las Espérides; el León de Nemea y el Toro de Creta; así como la lucha con el centauro Neso.
Se trata de una rica y poco frecuente iconografía que, salvo las figuras que acompañan el retrato regio, es exclusivamente de carácter profano. En este sentido, cabría relacionarlo con las decoraciones y temática muy similar que exornan los despachos de otros títulos conservados, como el de vizconde de Miralcázar, marqués de Monreal o marqués del Arco.
Por último, un pequeño comentario merece también la lujosa encuadernación del documento en terciopelo rojo. Incluye asimismo guarniciones de plata en la placa central y las cantoneras, estas últimas con un diseño decorativo de estilo a la Berain, que se encuentran de modo análogo en otras encuadernaciones de títulos de la época como el del marqués de la Villa de Escalona o el marqués de Beniel, este ya de la primera década del siglo XVIII.
Álvaro Pascual Chenel
Esta obra se acompaña del estudio realizado por Álvaro Pascual Chenel, a quien agradecemos su ayuda en la catalogación de este lote.