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813. ANTONIO DEL CASTILLO (Córdoba, 1616-1668)Huida a Egipto y la caída de los ídolosH. 1650- 1660

Óleo sobre lienzo. 108,5 x 164 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular española.
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Valverde Madrid, José, Nuevos datos sobre el pintor Antonio del Castillo, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 4, 1976, página 216, n 82.
José Valverde Madrid, El pintor Antonio del Castillo, Boletín de la Real Academia de Córdoba, 82, 1961, n 63.
 
Obra que hasta ahora se ha conservado en una colección particular española, supone una interesante aportación al catálogo razonado de Antonio del Castillo. Obra, que ya en 1976, publica José Valverde en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y posteriormente en el Boletín de la Real Academia de Córdoba de 1961.
 
Magnífico lienzo, de gran tamaño representando la Huida a Egipto; pasaje recogido en el Evangelio de San Mateo (2:13-15): Partido que hubieron (los Magos), el ángel del Señor se apareció en sueños a San José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Levantándose de noche tomó a niño y a la madre y se retiro hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. En los evangelios apócrifos y en la Leyenda dorada, el pasaje de San Mateo fue enriquecido por otros temas como el prodigio de las espigas, el ataque de los bandidos, el milagro de la palmera o la caída de los ídolos de Sotina. Este último la caída de los ídolos de Sotina fue el tema elegido por Castillo para acompañar a la Huida a Egipto representado en el ángulo inferior izquierdo.
 
Con una composición equilibrada primando la simetría y cierta frontalidad, valores que dominan en su producción artística, Castillo nos sitúa con gran delicadeza a la Virgen con el Niño sobre la montura de un asno junto a San José. Un ángel sobrevuela desciendo del cielo para llevar una ofrenda, una rama con peras, a la Sagrada Familia. A la izquierda, la caída de los ídolos. El gusto del pintor por los paisajes bucólicos y por la naturaleza, se materializa en el tratamiento de las masas arbóreas y en el fondo del lienzo, donde podemos admirar la típica vista de una ciudad con sus torreones, murallas, muros conventuales; quizás Córdoba. Desde el punto de vista estilísticos, identificamos su modo de hacer casi anguloso en el tratamiento de los paños, en la forma tan peculiar de definir cada uno de los rasgos fisionómicos de la Virgen, los angelitos y San José, este último con los párpados caídos, en la utilización de una paleta contrastada de vibrantes colores en amarillos, rosas, rojos, violetas y verdes.
 
Este lienzo, es sin duda, una de las obras más geniales dentro de la producción artística del pintor en el que apreciamos la marcadísima personalidad de Castillo y su absoluta unidad estilística en la ejecución de sus obras.
 
A relacionar con La serie de la Vida de San José conservados en el Museo del Prado, con los dos lienzos Niño Dios con la bola del mundo y San Juan Bautista niño dormido conservados antiguamente en la colección Barba y en la colección Moret, Tobías y el ángel en la Diputación Provincial de Córdoba y con la Santa Victoria conservada en la colección Forúm Filatélico.
 
Agradecemos al Dr. Benito Navarrete el haber confirmado la autoría de la obra tras ver la pintura físicamente.
 

Precio salida

60.000 €

VENDIDO POR

60.000 €
VENDIDO
813. ANTONIO DEL CASTILLO (Córdoba, 1616-1668)Huida a Egipto y la caída de los ídolosH. 1650- 1660

Óleo sobre lienzo. 108,5 x 164 cm.
 
PROCEDENCIA:
Colección particular española.
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Valverde Madrid, José, Nuevos datos sobre el pintor Antonio del Castillo, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 4, 1976, página 216, n 82.
José Valverde Madrid, El pintor Antonio del Castillo, Boletín de la Real Academia de Córdoba, 82, 1961, n 63.
 
Obra que hasta ahora se ha conservado en una colección particular española, supone una interesante aportación al catálogo razonado de Antonio del Castillo. Obra, que ya en 1976, publica José Valverde en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y posteriormente en el Boletín de la Real Academia de Córdoba de 1961.
 
Magnífico lienzo, de gran tamaño representando la Huida a Egipto; pasaje recogido en el Evangelio de San Mateo (2:13-15): Partido que hubieron (los Magos), el ángel del Señor se apareció en sueños a San José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Levantándose de noche tomó a niño y a la madre y se retiro hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. En los evangelios apócrifos y en la Leyenda dorada, el pasaje de San Mateo fue enriquecido por otros temas como el prodigio de las espigas, el ataque de los bandidos, el milagro de la palmera o la caída de los ídolos de Sotina. Este último la caída de los ídolos de Sotina fue el tema elegido por Castillo para acompañar a la Huida a Egipto representado en el ángulo inferior izquierdo.
 
Con una composición equilibrada primando la simetría y cierta frontalidad, valores que dominan en su producción artística, Castillo nos sitúa con gran delicadeza a la Virgen con el Niño sobre la montura de un asno junto a San José. Un ángel sobrevuela desciendo del cielo para llevar una ofrenda, una rama con peras, a la Sagrada Familia. A la izquierda, la caída de los ídolos. El gusto del pintor por los paisajes bucólicos y por la naturaleza, se materializa en el tratamiento de las masas arbóreas y en el fondo del lienzo, donde podemos admirar la típica vista de una ciudad con sus torreones, murallas, muros conventuales; quizás Córdoba. Desde el punto de vista estilísticos, identificamos su modo de hacer casi anguloso en el tratamiento de los paños, en la forma tan peculiar de definir cada uno de los rasgos fisionómicos de la Virgen, los angelitos y San José, este último con los párpados caídos, en la utilización de una paleta contrastada de vibrantes colores en amarillos, rosas, rojos, violetas y verdes.
 
Este lienzo, es sin duda, una de las obras más geniales dentro de la producción artística del pintor en el que apreciamos la marcadísima personalidad de Castillo y su absoluta unidad estilística en la ejecución de sus obras.
 
A relacionar con La serie de la Vida de San José conservados en el Museo del Prado, con los dos lienzos Niño Dios con la bola del mundo y San Juan Bautista niño dormido conservados antiguamente en la colección Barba y en la colección Moret, Tobías y el ángel en la Diputación Provincial de Córdoba y con la Santa Victoria conservada en la colección Forúm Filatélico.
 
Agradecemos al Dr. Benito Navarrete el haber confirmado la autoría de la obra tras ver la pintura físicamente.
 

Precio salida: 60.000 €

VENDIDO POR: 60.000 €

817. ESCUELA ESPAÑOLA, SEGUNDO TERCIO DEL SIGLO XVIICapricho arquitectónico con el Incendio de Troya

Óleo sobre lienzo. 108,5 x 164 cm. Sin marco.
Con número de inventario en el ángulo inferior derecho "1036".
 
La obra que presentamos inscrita en el ángulo inferior derecho con número de inventario "1036", es una representación de la caída de Troya, inspirada en los pasajes que se narran en el final del Canto II de la Eneida de Virgilio. El ataque de los griegos, que se introdujeron en la ciudad en el interior de un gigantesco caballo para destruir e incendiar todo cuanto se encontraban a su paso, se produjo por la noche. El pintor inmortaliza el momento de la lucha de los griegos y troyanos representados en un primer término a la izquierda. En un segundo plano, el gigante caballo. A la derecha, en podemos identificar a Eneas, llevando sobre sus hombros a su padre Anquises, e inmediatamente detrás su esposa Creusa, dando la mano al hijo de ambos Ascanio. La escena se representa entre arquitecturas fantásticas de intensos efectos decorativos, compuestas de amplias y ricas perspectivas que quedan iluminadas por el resplandor de los incendios que aparecen en el fondo de la composición.
Las representaciones de la caída de Troya fue una constante entre los pintores madrileños del segundo tercio del siglo XVII. Destacamos El incedio de Troya de Francisco Gutiérrez conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, El incendio de Troya de Juan de la Corte y el lienzo de Francisco Collantes ambos conservados en el Museo Nacional de Prado.

Precio salida

3.500 €

NO VENDIDO

817. ESCUELA ESPAÑOLA, SEGUNDO TERCIO DEL SIGLO XVIICapricho arquitectónico con el Incendio de Troya

Óleo sobre lienzo. 108,5 x 164 cm. Sin marco.
Con número de inventario en el ángulo inferior derecho "1036".
 
La obra que presentamos inscrita en el ángulo inferior derecho con número de inventario "1036", es una representación de la caída de Troya, inspirada en los pasajes que se narran en el final del Canto II de la Eneida de Virgilio. El ataque de los griegos, que se introdujeron en la ciudad en el interior de un gigantesco caballo para destruir e incendiar todo cuanto se encontraban a su paso, se produjo por la noche. El pintor inmortaliza el momento de la lucha de los griegos y troyanos representados en un primer término a la izquierda. En un segundo plano, el gigante caballo. A la derecha, en podemos identificar a Eneas, llevando sobre sus hombros a su padre Anquises, e inmediatamente detrás su esposa Creusa, dando la mano al hijo de ambos Ascanio. La escena se representa entre arquitecturas fantásticas de intensos efectos decorativos, compuestas de amplias y ricas perspectivas que quedan iluminadas por el resplandor de los incendios que aparecen en el fondo de la composición.
Las representaciones de la caída de Troya fue una constante entre los pintores madrileños del segundo tercio del siglo XVII. Destacamos El incedio de Troya de Francisco Gutiérrez conservada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, El incendio de Troya de Juan de la Corte y el lienzo de Francisco Collantes ambos conservados en el Museo Nacional de Prado.

Precio salida: 3.500 €

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VENDIDO
830. ATRIBUIDO A PEDRO JOSÉ DÍAZ (activo entre 1770 y 1810)Retrato de Don Rodrigo de Ribera Mendoza Ramos Galbán

Óleo sobre lienzo. 105,5 x 191 cm. (sin reentelar)
 
Inscrito: “El General Dn. Rodrigo de Rivera de Mendosa, Gutierres de la Bandera Galo Ramos Calban Rodrigues y Muris. Natural de la Villa de Pisco, en este Reyno del Perú. Corregidor que fue de la Provincia de Camana murió en 2 de Nobe. Del 1727 a los 77años de su edad”.
 
Don Rodrigo de Ribera Mendoza (1650-1727), nieto de los primeros conquistadores y pobladores del Perú, nació en Pisco (Departamento de Ica), y fue Corregidor y Justicia Mayor de la provincia de Camana (Departamento de Arequipa). Casado con Magdalena de Borja Borja, tuvieron nueve hijos y fueron abuelos de Dña. María Rosa de Ribera Mendoza Maldonado (1745-1826), Condesa de la Vega del Ren, cuyo retrato se conserva actualmente en la colección de Carl & Marilynn Thoma en Chicago.
 
Este retrato formaba parte de la galería de retratos familiares que decoraba la majestuosa mansión, propiedad de los condes de la Vega del Ren, que se alzaba en la calle de Polvos Azules, a escasas manzanas de la Plaza Mayor de Lima. Lamentablemente este palacete, inspirado en el Palacio Ducal de Venecia, por lo que se le bautizó popularmente como el “Palacio Veneciano”, fue finalmente demolido a inicios de la década de los 40 del siglo XX.
 
El encargo de una galería familiar de retratos que incluyera, no sólo a los miembros poseedores del título de Condes de la Vega del Ren, sino también a aquellos parientes vinculados de manera significativa a la historia del virreinato del Perú y a sus orígenes españoles, responde a una clara intención criolla de perpetuar su identidad y su linaje, además de su equiparación en derechos a la población peninsular.
 
Además, debemos de tener en cuenta que, con la llegada en 1777 del Visitador General José Antonio de Areche, enviado al Perú por el ministro de Indias D. José de Gálvez, y después de la Gran Rebelión del Cuzco de 1781, fueron prohibidas todas las imágenes asociadas con la memoria histórica de los Incas que debían ser sustituidas por representaciones que exhibieran la fidelidad al rey católico.
 
La atribución al pintor Pedro José Díaz responde al estudio comparativo con otras obras atribuidas o firmadas por el artista de esta misma serie y que nos llevan a pensar en un encargo de la familia al pintor. 

Precio salida

18.000 €

VENDIDO POR

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830. ATRIBUIDO A PEDRO JOSÉ DÍAZ (activo entre 1770 y 1810)Retrato de Don Rodrigo de Ribera Mendoza Ramos Galbán

Óleo sobre lienzo. 105,5 x 191 cm. (sin reentelar)
 
Inscrito: “El General Dn. Rodrigo de Rivera de Mendosa, Gutierres de la Bandera Galo Ramos Calban Rodrigues y Muris. Natural de la Villa de Pisco, en este Reyno del Perú. Corregidor que fue de la Provincia de Camana murió en 2 de Nobe. Del 1727 a los 77años de su edad”.
 
Don Rodrigo de Ribera Mendoza (1650-1727), nieto de los primeros conquistadores y pobladores del Perú, nació en Pisco (Departamento de Ica), y fue Corregidor y Justicia Mayor de la provincia de Camana (Departamento de Arequipa). Casado con Magdalena de Borja Borja, tuvieron nueve hijos y fueron abuelos de Dña. María Rosa de Ribera Mendoza Maldonado (1745-1826), Condesa de la Vega del Ren, cuyo retrato se conserva actualmente en la colección de Carl & Marilynn Thoma en Chicago.
 
Este retrato formaba parte de la galería de retratos familiares que decoraba la majestuosa mansión, propiedad de los condes de la Vega del Ren, que se alzaba en la calle de Polvos Azules, a escasas manzanas de la Plaza Mayor de Lima. Lamentablemente este palacete, inspirado en el Palacio Ducal de Venecia, por lo que se le bautizó popularmente como el “Palacio Veneciano”, fue finalmente demolido a inicios de la década de los 40 del siglo XX.
 
El encargo de una galería familiar de retratos que incluyera, no sólo a los miembros poseedores del título de Condes de la Vega del Ren, sino también a aquellos parientes vinculados de manera significativa a la historia del virreinato del Perú y a sus orígenes españoles, responde a una clara intención criolla de perpetuar su identidad y su linaje, además de su equiparación en derechos a la población peninsular.
 
Además, debemos de tener en cuenta que, con la llegada en 1777 del Visitador General José Antonio de Areche, enviado al Perú por el ministro de Indias D. José de Gálvez, y después de la Gran Rebelión del Cuzco de 1781, fueron prohibidas todas las imágenes asociadas con la memoria histórica de los Incas que debían ser sustituidas por representaciones que exhibieran la fidelidad al rey católico.
 
La atribución al pintor Pedro José Díaz responde al estudio comparativo con otras obras atribuidas o firmadas por el artista de esta misma serie y que nos llevan a pensar en un encargo de la familia al pintor. 

Precio salida: 18.000 €

VENDIDO POR: 18.000 €

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836. FRANCISCO BAYEU Y SUBIAS (Zaragoza, 1734-Madrid, 1795)Boceto de Nuestra Señora de los Ángeles o Aparición de la Virgen a San Francisco de Asís en la Porciúncula1781

Óleo sobre lienzo. 49,2 x 24,5 cm.
Con etiqueta en el lienzo, en el anverso, inscrita a tinta "59" en el lienzo en el ángulo inferior izquierdo. 
Con etiqueta en el reverso, inscrita a tinta: "nº 214, Sra. Viuda de Muguiro, 24/4/72"; inscrito a tinta en el bastidor: "nº246".
 
PROCEDENCIA:
 
1795, entre las obras adquiridas por Leonardo Chopinot a los herederos de Francisco Bayeu “Id otro a Claro y obscuro Christo en Trono de Nuves y Angeles y la Virgen con San Juan en acoto de adoración 120 reales de vellón” (fol. 229 r.)
1842: probablemente colección Julián María de Piñera, sumillier de cortina de Su Majestad.
1972: probablemente Sra. Viuda de Muguiro, Madrid (etiqueta en el reverso).
Antigua colección Barbié- Nogaret.
Colección particular española.
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Ponz A. Viaje a España, Edición Aguilar, Madrid, 1947, pp. 441.
Ceán Bermúdez, J.A, Diccionario de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, Madrid 1800, T.1 pp. 101.
Zapater y Gómez, F. Apuntes histórico- biográficos acerca de la Escuela Aragonesa de pintura, Madrid, 1863, pp. 31.
Sambricio V. de , Francisco Bayeu, Col. Arte y Artistas, C.S.I.C. Madrid, 1955, pp. 20-21.
Morales y Marín, Jose Luis, Los Bayeu, Zaragoza, 1979, núm. 32.
Morales y Marín, Jose Luis, Francisco Bayeu, Moncayo, 1995, pp. 108-109, nº cat 141.
Arturo Ansón Navarro, Ismael Gutiérrez Pastor, José Manuel de la Mano, Francisco Bayeu y sus discípulos; [exposición, Cajalón, del 19 de abril al 15 de junio de 2007, pp. 124- 130 y número 224.
 
La decoración para ornamentar y enriquecer la iglesia San Francisco el Grande de Madrid, fue un empeño personal de Carlos III, cuya Real Orden transmitió el primer ministro, José Moñino, Conde de Florida Blanca, el 20 de Julio de 1781. Se ordenó a Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella, Antonio González Velázquez, Francisco de Goya, Antonio Ferro, Andrés de la Calleja, y José del Castillo, la ejecución de diversas obras con el citado fin.
 
Correspondió a Bayeu el que habría de estar en el retablo del altar mayor. El aragonés realizó tres bocetos y el lienzo de definitivo. Tuvo una gran defensora la Duquesa de Villahermosa, quien lo juzgó como “cosa soberbia”, aunque los pintores de la Real Cámara y el Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, comentó que el cuadro no tenía “claro oscuro, ni efecto ninguno, y muy menudo sin ningún mérito”. El lienzo, descrito por Morales y Marín, “de rotundo dibujo y rico cromatismo”, fue colocado finalmente en el testero del presbiterio, esperando a la inauguración oficial de la iglesia que tuvo lugar el 4 de octubre de 1784, festividad de San Francisco. La obra medía originalmente 10 x 4,80 cm, siendo mutilado hasta las medidas actuales, tras la restauración llevada a cabo por Julián Jimenez García en 1882 y, fue trasladado a la subida del coro. En 1959 fue restaurado nuevamente por Prado Galindo.
 
La obra que presentamos, es una importante manifestación del proceso creativo de Bayeu al ser, sin duda alguna, el boceto de presentación para gran cuadro del altar mayor de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles del convento de San Francisco el Grande de Madrid y representa el suceso milagroso de la aparición de la Virgen María a San Francisco de Asís en la capilla de la Porciúncula, que en 1216 dio lugar a petición del fundador a la indulgencia plenaria del Papa San Honorio III para aquellos que visitasen el oratorio.
 
Estableciendo una comparativa entre este boceto y el lienzo final, podemos apreciar la mutilación que sufrió la obra definitiva tras la restauración de 1882. Como ya hemos comentado, las medidas se vieron alteradas perdiendo, una parte superior y ambas franjas laterales, especialmente amplia la del lado derecho desapareciendo las arquitecturas clasicistas y varias figuras de ángeles que podemos admirar en el boceto que presentamos.
 
Con una soltura técnica y una pincelada cremosa, Bayeu nos presenta la figura de Nuestra Señora de los Ángeles en el centro de la aparición celestial, entronizada en medio de nubes y puttis. San Francisco, en un primer plano, mantiene su protagonismo y la figura de Jesús en la parte superior de este lienzo, en escorzo. Se disponen las figuras con composición ascendente y en zig- zag. Podemos admirar en este boceto, los rasgos más exquisitos y característicos de Francisco Bayeu y su magnífica ejecución de pinceladas cortas, seguras en los perfiles de las figuras, empastes gruesos en las superficies y un colorido rico variado de amarillos, verdes, rojos y blancos de una pureza exquisita.
 
Boceto descrito en el inventario de 1795, entre las obras adquiridas por Leonardo Chopinot a los herederos de Francisco Bayeu en 1795: “Id otro a Claro y obscuro Christo en Trono de Nuves y Angeles y la Virgen con San Juan en acoto de adoración 120 reales de vellón” (fol. 229 r.) (Morales y Marín, 1995, pp. 275). Arturo Ansón cita. “en la primera mitad del siglo XIX don Julián María de Piñera, sumiller de cortina de Su Majestad, fue propietario de una pareja de bocetos que aparecen reflejados con precisión en la relación de dieciséis bocetos originales para decoraciones de palacios reales que ofreció en venta a la reina Isabel II el 4 de junio de 1842, relación ampliada más tarde con uno de Maella, otro de Ferro y dos de Bayeu, para San Francisco el Grande. Los de Bayeu aparecen descritos como: “otros dos del mismo don Francisco Bayeu que sirvieron a elección para el gran cuadro de Nuestra Señora de los Ángeles o de la Porciúncula, existente en la iglesia de San Francisco de esta corte”.

Precio salida

40.000 €

VENDIDO POR

55.000 €
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836. FRANCISCO BAYEU Y SUBIAS (Zaragoza, 1734-Madrid, 1795)Boceto de Nuestra Señora de los Ángeles o Aparición de la Virgen a San Francisco de Asís en la Porciúncula1781

Óleo sobre lienzo. 49,2 x 24,5 cm.
Con etiqueta en el lienzo, en el anverso, inscrita a tinta "59" en el lienzo en el ángulo inferior izquierdo. 
Con etiqueta en el reverso, inscrita a tinta: "nº 214, Sra. Viuda de Muguiro, 24/4/72"; inscrito a tinta en el bastidor: "nº246".
 
PROCEDENCIA:
 
1795, entre las obras adquiridas por Leonardo Chopinot a los herederos de Francisco Bayeu “Id otro a Claro y obscuro Christo en Trono de Nuves y Angeles y la Virgen con San Juan en acoto de adoración 120 reales de vellón” (fol. 229 r.)
1842: probablemente colección Julián María de Piñera, sumillier de cortina de Su Majestad.
1972: probablemente Sra. Viuda de Muguiro, Madrid (etiqueta en el reverso).
Antigua colección Barbié- Nogaret.
Colección particular española.
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Ponz A. Viaje a España, Edición Aguilar, Madrid, 1947, pp. 441.
Ceán Bermúdez, J.A, Diccionario de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, Madrid 1800, T.1 pp. 101.
Zapater y Gómez, F. Apuntes histórico- biográficos acerca de la Escuela Aragonesa de pintura, Madrid, 1863, pp. 31.
Sambricio V. de , Francisco Bayeu, Col. Arte y Artistas, C.S.I.C. Madrid, 1955, pp. 20-21.
Morales y Marín, Jose Luis, Los Bayeu, Zaragoza, 1979, núm. 32.
Morales y Marín, Jose Luis, Francisco Bayeu, Moncayo, 1995, pp. 108-109, nº cat 141.
Arturo Ansón Navarro, Ismael Gutiérrez Pastor, José Manuel de la Mano, Francisco Bayeu y sus discípulos; [exposición, Cajalón, del 19 de abril al 15 de junio de 2007, pp. 124- 130 y número 224.
 
La decoración para ornamentar y enriquecer la iglesia San Francisco el Grande de Madrid, fue un empeño personal de Carlos III, cuya Real Orden transmitió el primer ministro, José Moñino, Conde de Florida Blanca, el 20 de Julio de 1781. Se ordenó a Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella, Antonio González Velázquez, Francisco de Goya, Antonio Ferro, Andrés de la Calleja, y José del Castillo, la ejecución de diversas obras con el citado fin.
 
Correspondió a Bayeu el que habría de estar en el retablo del altar mayor. El aragonés realizó tres bocetos y el lienzo de definitivo. Tuvo una gran defensora la Duquesa de Villahermosa, quien lo juzgó como “cosa soberbia”, aunque los pintores de la Real Cámara y el Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, comentó que el cuadro no tenía “claro oscuro, ni efecto ninguno, y muy menudo sin ningún mérito”. El lienzo, descrito por Morales y Marín, “de rotundo dibujo y rico cromatismo”, fue colocado finalmente en el testero del presbiterio, esperando a la inauguración oficial de la iglesia que tuvo lugar el 4 de octubre de 1784, festividad de San Francisco. La obra medía originalmente 10 x 4,80 cm, siendo mutilado hasta las medidas actuales, tras la restauración llevada a cabo por Julián Jimenez García en 1882 y, fue trasladado a la subida del coro. En 1959 fue restaurado nuevamente por Prado Galindo.
 
La obra que presentamos, es una importante manifestación del proceso creativo de Bayeu al ser, sin duda alguna, el boceto de presentación para gran cuadro del altar mayor de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles del convento de San Francisco el Grande de Madrid y representa el suceso milagroso de la aparición de la Virgen María a San Francisco de Asís en la capilla de la Porciúncula, que en 1216 dio lugar a petición del fundador a la indulgencia plenaria del Papa San Honorio III para aquellos que visitasen el oratorio.
 
Estableciendo una comparativa entre este boceto y el lienzo final, podemos apreciar la mutilación que sufrió la obra definitiva tras la restauración de 1882. Como ya hemos comentado, las medidas se vieron alteradas perdiendo, una parte superior y ambas franjas laterales, especialmente amplia la del lado derecho desapareciendo las arquitecturas clasicistas y varias figuras de ángeles que podemos admirar en el boceto que presentamos.
 
Con una soltura técnica y una pincelada cremosa, Bayeu nos presenta la figura de Nuestra Señora de los Ángeles en el centro de la aparición celestial, entronizada en medio de nubes y puttis. San Francisco, en un primer plano, mantiene su protagonismo y la figura de Jesús en la parte superior de este lienzo, en escorzo. Se disponen las figuras con composición ascendente y en zig- zag. Podemos admirar en este boceto, los rasgos más exquisitos y característicos de Francisco Bayeu y su magnífica ejecución de pinceladas cortas, seguras en los perfiles de las figuras, empastes gruesos en las superficies y un colorido rico variado de amarillos, verdes, rojos y blancos de una pureza exquisita.
 
Boceto descrito en el inventario de 1795, entre las obras adquiridas por Leonardo Chopinot a los herederos de Francisco Bayeu en 1795: “Id otro a Claro y obscuro Christo en Trono de Nuves y Angeles y la Virgen con San Juan en acoto de adoración 120 reales de vellón” (fol. 229 r.) (Morales y Marín, 1995, pp. 275). Arturo Ansón cita. “en la primera mitad del siglo XIX don Julián María de Piñera, sumiller de cortina de Su Majestad, fue propietario de una pareja de bocetos que aparecen reflejados con precisión en la relación de dieciséis bocetos originales para decoraciones de palacios reales que ofreció en venta a la reina Isabel II el 4 de junio de 1842, relación ampliada más tarde con uno de Maella, otro de Ferro y dos de Bayeu, para San Francisco el Grande. Los de Bayeu aparecen descritos como: “otros dos del mismo don Francisco Bayeu que sirvieron a elección para el gran cuadro de Nuestra Señora de los Ángeles o de la Porciúncula, existente en la iglesia de San Francisco de esta corte”.

Precio salida: 40.000 €

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