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885. ESCUELA ITALIANA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIISan Francisco en éxtasis sobre un paisaje

Óleo sobre lienzo. 140 x 109 cm.
 
En un paisaje agreste, San Francisco reclinado en actitud de profunda contemplación. Representado de cuerpo entero apoya la cabeza sobre un pequeño crucifijo, gesto que subraya la intensidad espiritual del momento. A su lado, un ángel músico tañe una viola.
 
La composición muestra afinidades con un grabado de Agostino Carracci, realizado a partir de un diseño de Francesco Vanni, hacia 1595, conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Ver: Carracci, Agostino - San Francisco en extásis), así como con otro grabado de Vanni, hacia 1563-1610, conservado en el British Museum (Ver: print | British Museum). Estas obras, ampliamente reproducidas en su tiempo, configuraron un modelo iconográfico de notable influencia dentro del manierismo italianizante de finales del siglo XVI.
 
No obstante, el pintor introduce variaciones significativas que revelan un estilo propio. Mientras que los referentes de Carracci y Vanni presentan al santo sentado y representado en dos tercios, aquí la figura se despliega completamente, ocupando el espacio desde la cabeza hasta los pies, lo que potencia la sensación de abandono místico y corporeidad. Asimismo, se observa una reinterpretación libre del paisaje, especialmente en la configuración del hueco de la roca, y un replanteamiento del ángel músico, que ya no aparece flotando en el aire ni vestido como en el modelo de Carracci, ni siguiendo la composición del niño violinista de Vanni.

Precio salida

2.000 €

885. ESCUELA ITALIANA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIISan Francisco en éxtasis sobre un paisaje

Óleo sobre lienzo. 140 x 109 cm.
 
En un paisaje agreste, San Francisco reclinado en actitud de profunda contemplación. Representado de cuerpo entero apoya la cabeza sobre un pequeño crucifijo, gesto que subraya la intensidad espiritual del momento. A su lado, un ángel músico tañe una viola.
 
La composición muestra afinidades con un grabado de Agostino Carracci, realizado a partir de un diseño de Francesco Vanni, hacia 1595, conservado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Ver: Carracci, Agostino - San Francisco en extásis), así como con otro grabado de Vanni, hacia 1563-1610, conservado en el British Museum (Ver: print | British Museum). Estas obras, ampliamente reproducidas en su tiempo, configuraron un modelo iconográfico de notable influencia dentro del manierismo italianizante de finales del siglo XVI.
 
No obstante, el pintor introduce variaciones significativas que revelan un estilo propio. Mientras que los referentes de Carracci y Vanni presentan al santo sentado y representado en dos tercios, aquí la figura se despliega completamente, ocupando el espacio desde la cabeza hasta los pies, lo que potencia la sensación de abandono místico y corporeidad. Asimismo, se observa una reinterpretación libre del paisaje, especialmente en la configuración del hueco de la roca, y un replanteamiento del ángel músico, que ya no aparece flotando en el aire ni vestido como en el modelo de Carracci, ni siguiendo la composición del niño violinista de Vanni.

Precio salida: 2.000 €

894. JOSÉ ARRAU BARBA (Barcelona, 1802-1872)Vista de la bahía de Sant Feliu de GuÍxols, provincia de Gerona1849

Óleo sobre lienzo. 43,5 x 53 cm.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: "J. Arrau, 1849".
En el reverso presenta dos etiquetas: una de la Galería Laietana, con inscripción inscrita a rotulador: “Bahía de S. Feliu de Guíxols, Josep Arrau, 53 × 43 cm, óleo, D. 486”. La segunda es una etiqueta antigua procedente de Arturo Ramón Antigüedades, con inscripción a tinta.
 
José Arrau fue uno de los pintores más influyentes del romanticismo catalán y pionero en incorporar elementos románticos, como referencias al medievalismo arquitectónico, en su obra. Se destacó principalmente en el retrato y el paisaje.
 
Nació en una familia de artistas: su padre, Josep Arrau i Estrada, fue pintor y profesor en la Escuela de Nobles Artes de Barcelona, donde José inició su formación a partir de 1814, en la escuela barcelonesa y en la academia de Joan Carles Anglés. Viajero incansable, recorrió España (Madrid, Valencia, Alicante y Málaga) e Italia, donde se vinculó con el romanticismo “nazareno” y con grupos de jóvenes artistas españoles en Roma, consolidando su estilo y ampliando sus conocimientos en restauración y fotografía. Fue miembro de varias instituciones culturales, entre ellas la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, que presidió a partir de 1866.
 
La obra que presentamos muestra una vista panorámica de la bahía de Sant Feliu de Guíxols, municipio costero de la Costa Brava, desde un punto elevado. En primer plano, dos figuras conversan entre la vegetación mediterránea, mientras un viajero de pie, vestido con abrigo oscuro y sombrero de copa, dirige la mirada hacia la bahía, evocando el espíritu explorador de Arrau. La escena se despliega en un plano medio con casas y embarcaciones bañadas por una luz suave, y al fondo se adivinan las colinas onduladas del entorno, representadas con un realismo topográfico que se funde con una sensibilidad romántica y contemplativa.
 
Las pinturas de paisaje de Arrau son escasas, y algunas de sus obras se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, la Real Academia de San Fernando y en colecciones particulares.
 

Precio salida

1.500 €

894. JOSÉ ARRAU BARBA (Barcelona, 1802-1872)Vista de la bahía de Sant Feliu de GuÍxols, provincia de Gerona1849

Óleo sobre lienzo. 43,5 x 53 cm.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: "J. Arrau, 1849".
En el reverso presenta dos etiquetas: una de la Galería Laietana, con inscripción inscrita a rotulador: “Bahía de S. Feliu de Guíxols, Josep Arrau, 53 × 43 cm, óleo, D. 486”. La segunda es una etiqueta antigua procedente de Arturo Ramón Antigüedades, con inscripción a tinta.
 
José Arrau fue uno de los pintores más influyentes del romanticismo catalán y pionero en incorporar elementos románticos, como referencias al medievalismo arquitectónico, en su obra. Se destacó principalmente en el retrato y el paisaje.
 
Nació en una familia de artistas: su padre, Josep Arrau i Estrada, fue pintor y profesor en la Escuela de Nobles Artes de Barcelona, donde José inició su formación a partir de 1814, en la escuela barcelonesa y en la academia de Joan Carles Anglés. Viajero incansable, recorrió España (Madrid, Valencia, Alicante y Málaga) e Italia, donde se vinculó con el romanticismo “nazareno” y con grupos de jóvenes artistas españoles en Roma, consolidando su estilo y ampliando sus conocimientos en restauración y fotografía. Fue miembro de varias instituciones culturales, entre ellas la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, que presidió a partir de 1866.
 
La obra que presentamos muestra una vista panorámica de la bahía de Sant Feliu de Guíxols, municipio costero de la Costa Brava, desde un punto elevado. En primer plano, dos figuras conversan entre la vegetación mediterránea, mientras un viajero de pie, vestido con abrigo oscuro y sombrero de copa, dirige la mirada hacia la bahía, evocando el espíritu explorador de Arrau. La escena se despliega en un plano medio con casas y embarcaciones bañadas por una luz suave, y al fondo se adivinan las colinas onduladas del entorno, representadas con un realismo topográfico que se funde con una sensibilidad romántica y contemplativa.
 
Las pinturas de paisaje de Arrau son escasas, y algunas de sus obras se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, la Real Academia de San Fernando y en colecciones particulares.
 

Precio salida: 1.500 €

895. EUGENIO LUCAS VELAZQUEZ (Madrid, 1817-1870)Copia de Goya La corrida de toros

Óleo sobre lienzo.
Firmado en el reverso: "E. Lucas" e inscrito: "Museo de San Fernando GOYA LA CORRIDA DE TOROS AÑO DE 1799".
 
Eugenio Lucas es considerado el artista español que con mayor profundidad comprendió el arte de Goya y uno de los más apasionados seguidores del universo goyesco tras la muerte del maestro aragonés. En el Museo del Prado copió reiteradamente a Velázquez y, sobre todo, a Goya, cuya obra ejerció una influencia decisiva en la configuración de su estilo y en el desarrollo de su personalidad artística. En las composiciones goyescas encontró Lucas un caudal inagotable para cultivar una pintura imaginativa, cargada de pasiones desbordadas, visiones fantásticas y escenas de intenso dramatismo, plenamente afín al espíritu romántico. Sus temas predilectos, la Inquisición, los aquelarres, las brujerías, las romerías, las manolas o la tauromaquia, proceden directamente del legado goyesco y constituyen el núcleo de su producción.
La obra que aquí se presenta, firmada en el reverso “E. Lucas” e inscrita «Museo de San Fernando GOYA LA CORRIDA DE TOROS AÑO DE 1799», es una copia de la pintura La corrida de toros ejecutada por Goya hacia 1808-1812 y conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (véase:
https://www.academiacolecciones.com/pinturas/inventario.php?id=0675&utm_source=chatgpt.com). De esta misma composición se conserva igualmente un grabado realizado por José María Galván, custodiado en el Museo Nacional del Prado (véase:
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-corrida-de-toros/76e677e4-8000-40c7-82c1-2d377a8170c2?utm_source=chatgpt.com).
 

Precio salida

2.500 €

895. EUGENIO LUCAS VELAZQUEZ (Madrid, 1817-1870)Copia de Goya La corrida de toros

Óleo sobre lienzo.
Firmado en el reverso: "E. Lucas" e inscrito: "Museo de San Fernando GOYA LA CORRIDA DE TOROS AÑO DE 1799".
 
Eugenio Lucas es considerado el artista español que con mayor profundidad comprendió el arte de Goya y uno de los más apasionados seguidores del universo goyesco tras la muerte del maestro aragonés. En el Museo del Prado copió reiteradamente a Velázquez y, sobre todo, a Goya, cuya obra ejerció una influencia decisiva en la configuración de su estilo y en el desarrollo de su personalidad artística. En las composiciones goyescas encontró Lucas un caudal inagotable para cultivar una pintura imaginativa, cargada de pasiones desbordadas, visiones fantásticas y escenas de intenso dramatismo, plenamente afín al espíritu romántico. Sus temas predilectos, la Inquisición, los aquelarres, las brujerías, las romerías, las manolas o la tauromaquia, proceden directamente del legado goyesco y constituyen el núcleo de su producción.
La obra que aquí se presenta, firmada en el reverso “E. Lucas” e inscrita «Museo de San Fernando GOYA LA CORRIDA DE TOROS AÑO DE 1799», es una copia de la pintura La corrida de toros ejecutada por Goya hacia 1808-1812 y conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (véase:
https://www.academiacolecciones.com/pinturas/inventario.php?id=0675&utm_source=chatgpt.com). De esta misma composición se conserva igualmente un grabado realizado por José María Galván, custodiado en el Museo Nacional del Prado (véase:
https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-corrida-de-toros/76e677e4-8000-40c7-82c1-2d377a8170c2?utm_source=chatgpt.com).
 

Precio salida: 2.500 €

896. FEDERICO DE MADRAZO Y KUNTZ (Roma, 1815 - Madrid, 1894)Estudio de una cabezaRoma, 1842

Óleo sobre lienzo. 37,5 x 28 cm.
Localizado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Roma, 20 Enero 1842».
En el anverso, en el ángulo inferior derecho, se distingue una breve pincelada de óleo amarillo que parece formar las iniciales «F E», posiblemente un apunte o marca del propio artista.
En el reverso, etiqueta estampada «Venta de Madrazo. Cuadros. Dibujos. Grabados» y otra etiqueta manuscrita: «Cabeza de estudio original de Federico de Madrazo para que conste lo firma su nieto Mariano de Madrazo, 23.VI.24».
 
Este óleo, localizado y fechado el 20 de enero 1842, constituye un estudio de cabeza que puede relacionarse con la Serie Cronológica de los Reyes de España. El reciente hallazgo de otro estudio de cabeza para Don Pelayo, también pintado por Federico de Madrazo en Roma ese mismo año, refuerza esta hipótesis. Ambas obras presentan en el reverso la misma etiqueta estampada de la «Venta de Madrazo». La similitud fisionómica entre el estudio aquí presentado y el retrato de Alfonso II el Casto, conservado en el Museo del Prado (inv. P006259), sugiere que este lienzo pudo haber sido un estudio preparatorio para dicha obra.
 
La Serie Cronológica de los Reyes de España fue un ambicioso proyecto museístico impulsado en 1847 por José de Madrazo, entonces director del Real Museo de Pinturas. En un momento marcado por las tensiones entre isabelinos y carlistas —estos últimos cuestionaban el derecho de Isabel II al trono por razón de sexo—, la reina aprobó la creación de una galería de retratos que representara a todos los monarcas en orden histórico. Para suplir la ausencia de imágenes de los reyes medievales en las Colecciones Reales, se encargaron nuevos retratos a varios jóvenes pintores. Dado el evidente propósito político de la serie, se prestó especial atención a la representación y legitimación visual de las reinas de la historia de España.
 
Tras su etapa de formación en París junto a Ingres, Federico de Madrazo viajó nuevamente a Roma, donde llevó a cabo esta obra. Esta segunda estancia romana resultó fundamental para su desarrollo estético: allí incorporó elementos del purismo de raíz nazarena, fusionándolos con la influencia francesa y configurando así una formación plenamente cosmopolita. Cuando regresó a Madrid en 1842, Madrazo presentaba ya un estilo maduro, más sobrio y depurado, que facilitó su consolidación como retratista real y su rápido ascenso como de pintor de cámara.

Precio salida

6.000 €

896. FEDERICO DE MADRAZO Y KUNTZ (Roma, 1815 - Madrid, 1894)Estudio de una cabezaRoma, 1842

Óleo sobre lienzo. 37,5 x 28 cm.
Localizado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Roma, 20 Enero 1842».
En el anverso, en el ángulo inferior derecho, se distingue una breve pincelada de óleo amarillo que parece formar las iniciales «F E», posiblemente un apunte o marca del propio artista.
En el reverso, etiqueta estampada «Venta de Madrazo. Cuadros. Dibujos. Grabados» y otra etiqueta manuscrita: «Cabeza de estudio original de Federico de Madrazo para que conste lo firma su nieto Mariano de Madrazo, 23.VI.24».
 
Este óleo, localizado y fechado el 20 de enero 1842, constituye un estudio de cabeza que puede relacionarse con la Serie Cronológica de los Reyes de España. El reciente hallazgo de otro estudio de cabeza para Don Pelayo, también pintado por Federico de Madrazo en Roma ese mismo año, refuerza esta hipótesis. Ambas obras presentan en el reverso la misma etiqueta estampada de la «Venta de Madrazo». La similitud fisionómica entre el estudio aquí presentado y el retrato de Alfonso II el Casto, conservado en el Museo del Prado (inv. P006259), sugiere que este lienzo pudo haber sido un estudio preparatorio para dicha obra.
 
La Serie Cronológica de los Reyes de España fue un ambicioso proyecto museístico impulsado en 1847 por José de Madrazo, entonces director del Real Museo de Pinturas. En un momento marcado por las tensiones entre isabelinos y carlistas —estos últimos cuestionaban el derecho de Isabel II al trono por razón de sexo—, la reina aprobó la creación de una galería de retratos que representara a todos los monarcas en orden histórico. Para suplir la ausencia de imágenes de los reyes medievales en las Colecciones Reales, se encargaron nuevos retratos a varios jóvenes pintores. Dado el evidente propósito político de la serie, se prestó especial atención a la representación y legitimación visual de las reinas de la historia de España.
 
Tras su etapa de formación en París junto a Ingres, Federico de Madrazo viajó nuevamente a Roma, donde llevó a cabo esta obra. Esta segunda estancia romana resultó fundamental para su desarrollo estético: allí incorporó elementos del purismo de raíz nazarena, fusionándolos con la influencia francesa y configurando así una formación plenamente cosmopolita. Cuando regresó a Madrid en 1842, Madrazo presentaba ya un estilo maduro, más sobrio y depurado, que facilitó su consolidación como retratista real y su rápido ascenso como de pintor de cámara.

Precio salida: 6.000 €

897. MANUEL BARRÓN Y CARRILLO (Sevilla, 1814-1884)Bandoleros en la cueva del gato, en la serranía de RondaSevilla, 1857

Óleo sobre lienzo. 117 x 77 cm.
Firmado y fechado: «Manuel Barrón Sevilla 1857»
PROCEDENCIA
Pedro María de Rojas y Solís-Beaumont, marqués de Tablantes (Sevilla, 1907-1989).
 
BIBLIOGRAFÍA:
ARIAS ANGLÉS, Enrique, «Manuel Barrón y Carrillo, pintor sevillano», Archivo Español de Arte, Madrid, 1982, pg. 336. fig. 11.
 
Manuel Barrón y Carrillo (1814-1884) fue el máximo representante del paisajismo romántico andaluz durante el siglo XIX. Influido por la tradición académica y el romanticismo, se especializó en la representación de paisajes andaluces.
 
La Cueva del Gato, situada en la serranía y a unos diez kilómetros de Ronda, con una extensión interior de 4.480 metros y el río Guadares discurriendo a través de ella hasta desembocar en el río Guadiaro, ha sido un importante yacimiento arqueológico utilizado desde el Paleolítico.  Durante el siglo XIX, en el apogeo del bandolerismo andaluz esta cueva y sus alrededores sirvieron de refugio a bandoleros y contrabandistas, como el famoso José María “El Tempranillo”. La compleja geografía y los recovecos ofrecían un escondite ideal contra las autoridades.  Su impresionante belleza y las historias que la rodeaban atrajeron a viajeros románticos de la época.

Nuestra obra representa la primera versión de la emblemática vista de la Cueva del Gato por Barrón. Dada a conocer por Arias Anglés en 1982, presenta una composición diferente a las dos posteriores de este pintor en los museos de Bellas Artes de Sevilla (68 x 114 cm, fechada en 1869) (Ver: https://www.museosdeandalucia.es/web/museodebellasartesdesevilla/obras-singulares/-/asset_publisher/GRnu6ntjtLfp/content/la-cueva-del-gato?inheritRedirect=true) y Carmen Thyssen de Málaga (72 x 105 cm, fechado en 1860) (ver: https://www.carmenthyssenmalaga.org/obra/emboscada-a-unos-bandoleros-en-la-cueva-del-gato) , tanto en el paisaje que se observa desde la entrada de la cueva como en el encuadre general. Aquí los contrabandistas aparecen en un plano cercano al espectador, mientras uno de ellos vigila la entrada del escondite desde fuera.  A diferencia de las otras dos versiones, la orografía en esta pintura es menos abrupta, transformándose en un entorno más despejado, con suaves montañas al fondo. Parece que las tres obras formarían una secuencia, siendo la que nos ocupa, firmada en 1857, la más temprana de todas y comienzo de la serie.

Precio salida

20.000 €

897. MANUEL BARRÓN Y CARRILLO (Sevilla, 1814-1884)Bandoleros en la cueva del gato, en la serranía de RondaSevilla, 1857

Óleo sobre lienzo. 117 x 77 cm.
Firmado y fechado: «Manuel Barrón Sevilla 1857»
PROCEDENCIA
Pedro María de Rojas y Solís-Beaumont, marqués de Tablantes (Sevilla, 1907-1989).
 
BIBLIOGRAFÍA:
ARIAS ANGLÉS, Enrique, «Manuel Barrón y Carrillo, pintor sevillano», Archivo Español de Arte, Madrid, 1982, pg. 336. fig. 11.
 
Manuel Barrón y Carrillo (1814-1884) fue el máximo representante del paisajismo romántico andaluz durante el siglo XIX. Influido por la tradición académica y el romanticismo, se especializó en la representación de paisajes andaluces.
 
La Cueva del Gato, situada en la serranía y a unos diez kilómetros de Ronda, con una extensión interior de 4.480 metros y el río Guadares discurriendo a través de ella hasta desembocar en el río Guadiaro, ha sido un importante yacimiento arqueológico utilizado desde el Paleolítico.  Durante el siglo XIX, en el apogeo del bandolerismo andaluz esta cueva y sus alrededores sirvieron de refugio a bandoleros y contrabandistas, como el famoso José María “El Tempranillo”. La compleja geografía y los recovecos ofrecían un escondite ideal contra las autoridades.  Su impresionante belleza y las historias que la rodeaban atrajeron a viajeros románticos de la época.

Nuestra obra representa la primera versión de la emblemática vista de la Cueva del Gato por Barrón. Dada a conocer por Arias Anglés en 1982, presenta una composición diferente a las dos posteriores de este pintor en los museos de Bellas Artes de Sevilla (68 x 114 cm, fechada en 1869) (Ver: https://www.museosdeandalucia.es/web/museodebellasartesdesevilla/obras-singulares/-/asset_publisher/GRnu6ntjtLfp/content/la-cueva-del-gato?inheritRedirect=true) y Carmen Thyssen de Málaga (72 x 105 cm, fechado en 1860) (ver: https://www.carmenthyssenmalaga.org/obra/emboscada-a-unos-bandoleros-en-la-cueva-del-gato) , tanto en el paisaje que se observa desde la entrada de la cueva como en el encuadre general. Aquí los contrabandistas aparecen en un plano cercano al espectador, mientras uno de ellos vigila la entrada del escondite desde fuera.  A diferencia de las otras dos versiones, la orografía en esta pintura es menos abrupta, transformándose en un entorno más despejado, con suaves montañas al fondo. Parece que las tres obras formarían una secuencia, siendo la que nos ocupa, firmada en 1857, la más temprana de todas y comienzo de la serie.

Precio salida: 20.000 €

900. ESCUELA NOVOHISPANA, SIGLO XVIIIRetrato de don Manuel José Martínez de Arenal, hijo de D. Gabriel Martínez de Arenal y D.ª María Josefa González de Santalla1743

Óleo sobre lienzo. 96 x 68 cm.
Inscrito: "Rto de Dn Manuel Josephe Martz Arenal hijo de Dn Gabriel Martz Arenal y de Da Maria Jopha Gonzales de Santalla a edad 9 meses 2 (....) año de 1743 á (...)".
Con marco en madera tallada y dorada.
 
Este retrato infantil, pintado en un taller novohispano a mediados del siglo XVIII, representa a un miembro de la familia Martínez de Arenal, linaje con documentada presencia en la administración y la milicia virreinal.
 
Ya en 1678 se documenta a Domingo Martínez de Arenal como teniente de Francisco Fuertes, alcalde mayor de la provincia de Sonora. El niño retratado es, como indica la inscripción, Don Manuel José Martínez de Arenal, hijo de Gabriel Martínez de Arenal y Maria Josefa González de Santalla. Gabriel Martínez de Arenal, figura en diversas fuentes archivísticas como administrador en Acapulco entre 1750 y 1761, con actividades vinculadas a la Real Caja, la Comisaría de Guerra y los fondos de alcabalas (Ver: AGN IV Real Caja). Más tarde, don Manuel José ingresaría en la milicia, sirviendo en 1782 en Santa María de las Parras bajo las órdenes de Teodoro de Croix, comandante general de las Provincias Internas del Norte de Nueva España.
 
Desde el punto de vista estilístico, responde al canon del retrato infantil novohispano. El niño se muestra de manera frontal y aislada en un interior decorado con cortinaje rojo dispuesto a modo de baldaquino. Viste una túnica bordada falda roja caída y una casaca ricamente decorada con motivos florales, característica de los retratos civiles novohispanos de este período. El niño sostiene un pequeño objeto en su mano derecha, posiblemente un sonajero, dentro del cual aparece representada una figura con armadura. Este detalle sugiere curiosidad y alude tal vez a su futura carrera militar. Completa la escena una mesa decorada con una cesta de flores, que quizá aluda a la pureza y fragilidad asociadas con la infancia.
 
Puede compararse con el retrato de Doña María de la Luz Padilla y Gómez de Cervantes (Ver: (Ver: Portrait of Dona Maria de la Luz Padilla y Gomez de Cervantes Painting by Nicolas Enriquez - Pixels) y con el retrato póstumo de Doña María Josefa de Adalco y Fagoaga, óleo sobre lienzo de Fray Miguel de Herrera, 1746 (Ver: Pin en Arte virreinal).

Precio salida

4.000 €

900. ESCUELA NOVOHISPANA, SIGLO XVIIIRetrato de don Manuel José Martínez de Arenal, hijo de D. Gabriel Martínez de Arenal y D.ª María Josefa González de Santalla1743

Óleo sobre lienzo. 96 x 68 cm.
Inscrito: "Rto de Dn Manuel Josephe Martz Arenal hijo de Dn Gabriel Martz Arenal y de Da Maria Jopha Gonzales de Santalla a edad 9 meses 2 (....) año de 1743 á (...)".
Con marco en madera tallada y dorada.
 
Este retrato infantil, pintado en un taller novohispano a mediados del siglo XVIII, representa a un miembro de la familia Martínez de Arenal, linaje con documentada presencia en la administración y la milicia virreinal.
 
Ya en 1678 se documenta a Domingo Martínez de Arenal como teniente de Francisco Fuertes, alcalde mayor de la provincia de Sonora. El niño retratado es, como indica la inscripción, Don Manuel José Martínez de Arenal, hijo de Gabriel Martínez de Arenal y Maria Josefa González de Santalla. Gabriel Martínez de Arenal, figura en diversas fuentes archivísticas como administrador en Acapulco entre 1750 y 1761, con actividades vinculadas a la Real Caja, la Comisaría de Guerra y los fondos de alcabalas (Ver: AGN IV Real Caja). Más tarde, don Manuel José ingresaría en la milicia, sirviendo en 1782 en Santa María de las Parras bajo las órdenes de Teodoro de Croix, comandante general de las Provincias Internas del Norte de Nueva España.
 
Desde el punto de vista estilístico, responde al canon del retrato infantil novohispano. El niño se muestra de manera frontal y aislada en un interior decorado con cortinaje rojo dispuesto a modo de baldaquino. Viste una túnica bordada falda roja caída y una casaca ricamente decorada con motivos florales, característica de los retratos civiles novohispanos de este período. El niño sostiene un pequeño objeto en su mano derecha, posiblemente un sonajero, dentro del cual aparece representada una figura con armadura. Este detalle sugiere curiosidad y alude tal vez a su futura carrera militar. Completa la escena una mesa decorada con una cesta de flores, que quizá aluda a la pureza y fragilidad asociadas con la infancia.
 
Puede compararse con el retrato de Doña María de la Luz Padilla y Gómez de Cervantes (Ver: (Ver: Portrait of Dona Maria de la Luz Padilla y Gomez de Cervantes Painting by Nicolas Enriquez - Pixels) y con el retrato póstumo de Doña María Josefa de Adalco y Fagoaga, óleo sobre lienzo de Fray Miguel de Herrera, 1746 (Ver: Pin en Arte virreinal).

Precio salida: 4.000 €

901. JUAN CORREA (México, 1646- 1716) Desposorios de la Virgen

Óleo sobre lienzo. 168 x 114 cm.
Firmado en el ángulo inferior derecho: "Juan Correa ft".
 
PROCEDENCIA:
Colección particular en España. La obra ha permanecido en dicha colección durante más de cien años.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
VARGAS LUGO, Elisa. Juan Correa su vida y su obra: Catálogo : Tomo II. Mexico: Universidad Nacional Autónoma, 1985, pág. 72, lám. II. 4 y pág. 97, lám. II. 19 bis)
 
La obra que presentamos, firmada “Juan Correa, ft” hasta ahora inédita para la historiografía, constituye una valiosa aportación al corpus pictórico del pintor novohispano. Conservada durante más de 100 años en la misma colección privada, destaca por la fineza de su factura, y por su buen estado de conservación.
 
Juan Correa es, junto a Cristóbal de Villapando, una de las figuras más sobresalientes de la pintura virreinal en el tránsito del siglo XVII y XVIII. Activo aproximadamente desde 1671 hasta su muerte en 1716, desarrolló una prolífica producción destinada a iglesias, conventos y comitentes particulares, consolidando un lenguaje pictórico propio.
 
La escena de los Desposorios de la Virgen tiene su origen en los evangelios apócrifos, ya que los textos canónicos no describen este episodio. Tanto el Evangelio de Pseudo Mateo y el Libro de la Natividad de María narran el procedimiento mediante el cual se eligió a José como esposo de María: se convocó a los varones solteros o viudos de la tribu de Judá y se les pidió depositar en el templo una vara. La elección divina se revelaría cuando una de ellas brotase o hiciese surgir una paloma, signo que tradicionalmente se asoció a la vara de José.
 
La iconografía occidental adaptó tempranamente este relato, revistiendo la escena con una solemnidad litúrgica y desarrollando una composición piramidal que se mantuvo constante en Europa y América: la Virgen, José y el sacerdote ocupan el eje central, mientras que acompañantes y testigos completan la escena según la creatividad del pintor. En el arte hispano y novohispano de los siglos XVII y XVIII, los desposorios suelen representarse dentro de un templo, acompañados de elementos recurrentes como la alfombra llena de flores, la irradiación del Espíritu Santo, todos visibles en este lienzo. La doncella situada detrás de María podría identificarse con una de las jóvenes que, según los apócrifos, fueron dadas como compañeras a la Virgen al dejar el templo. El hombre tras José puede interpretarse como uno de los pretendientes convocados en la elección del esposo. La composición se enmarca bajo una densa nube luminosa donde asoman cabezas de querubines y el Espíritu Santo, reforzando la naturaleza divina del acontecimiento.
 
Este lienzo es un magnífico ejemplo de la madurez estilística de Correa. La paleta cálida, los contrastes dorados y rosados, la suavidad en el modelado de los rostros y los paños volumétricos y tornasolados, especialmente los de la Virgen y de José, revelan la predilección del pintor por los efectos textiles y lumínicos. El sacerdote central muestra el gusto novohispano por la suntuosidad en las vestiduras sagradas; su túnica, decorada con múltiples ojos, alude a la omnisciencia divina y a la sabiduría espiritual con la que ejerce su papel como mediador sagrado en la escena.
 
Correa representó este tema en varias ocasiones. Se conocen al menos dos versiones: una conservada en el Museo de Antequera (España) y otra en la Iglesia del Gesù, en Montreal (Canadá), esta última de formato horizontal (óleo sobre lienzo, 114 × 165 cm). El tema también fue tratado con frecuencia por otros pintores virreinales, como Cristóbal de Villalpando y Sebastián López de Arteaga, cuyos ejemplos se encuentran en el Museo Nacional de Arte (Ver: https://munal.emuseum.com/objects/100/los-desposorios-de-la-virgen-y-san-jose y https://munal.emuseum.com/objects/360/los-desposorios-de-la-virgen)
 

Precio salida

100.000 €

901. JUAN CORREA (México, 1646- 1716) Desposorios de la Virgen

Óleo sobre lienzo. 168 x 114 cm.
Firmado en el ángulo inferior derecho: "Juan Correa ft".
 
PROCEDENCIA:
Colección particular en España. La obra ha permanecido en dicha colección durante más de cien años.
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
VARGAS LUGO, Elisa. Juan Correa su vida y su obra: Catálogo : Tomo II. Mexico: Universidad Nacional Autónoma, 1985, pág. 72, lám. II. 4 y pág. 97, lám. II. 19 bis)
 
La obra que presentamos, firmada “Juan Correa, ft” hasta ahora inédita para la historiografía, constituye una valiosa aportación al corpus pictórico del pintor novohispano. Conservada durante más de 100 años en la misma colección privada, destaca por la fineza de su factura, y por su buen estado de conservación.
 
Juan Correa es, junto a Cristóbal de Villapando, una de las figuras más sobresalientes de la pintura virreinal en el tránsito del siglo XVII y XVIII. Activo aproximadamente desde 1671 hasta su muerte en 1716, desarrolló una prolífica producción destinada a iglesias, conventos y comitentes particulares, consolidando un lenguaje pictórico propio.
 
La escena de los Desposorios de la Virgen tiene su origen en los evangelios apócrifos, ya que los textos canónicos no describen este episodio. Tanto el Evangelio de Pseudo Mateo y el Libro de la Natividad de María narran el procedimiento mediante el cual se eligió a José como esposo de María: se convocó a los varones solteros o viudos de la tribu de Judá y se les pidió depositar en el templo una vara. La elección divina se revelaría cuando una de ellas brotase o hiciese surgir una paloma, signo que tradicionalmente se asoció a la vara de José.
 
La iconografía occidental adaptó tempranamente este relato, revistiendo la escena con una solemnidad litúrgica y desarrollando una composición piramidal que se mantuvo constante en Europa y América: la Virgen, José y el sacerdote ocupan el eje central, mientras que acompañantes y testigos completan la escena según la creatividad del pintor. En el arte hispano y novohispano de los siglos XVII y XVIII, los desposorios suelen representarse dentro de un templo, acompañados de elementos recurrentes como la alfombra llena de flores, la irradiación del Espíritu Santo, todos visibles en este lienzo. La doncella situada detrás de María podría identificarse con una de las jóvenes que, según los apócrifos, fueron dadas como compañeras a la Virgen al dejar el templo. El hombre tras José puede interpretarse como uno de los pretendientes convocados en la elección del esposo. La composición se enmarca bajo una densa nube luminosa donde asoman cabezas de querubines y el Espíritu Santo, reforzando la naturaleza divina del acontecimiento.
 
Este lienzo es un magnífico ejemplo de la madurez estilística de Correa. La paleta cálida, los contrastes dorados y rosados, la suavidad en el modelado de los rostros y los paños volumétricos y tornasolados, especialmente los de la Virgen y de José, revelan la predilección del pintor por los efectos textiles y lumínicos. El sacerdote central muestra el gusto novohispano por la suntuosidad en las vestiduras sagradas; su túnica, decorada con múltiples ojos, alude a la omnisciencia divina y a la sabiduría espiritual con la que ejerce su papel como mediador sagrado en la escena.
 
Correa representó este tema en varias ocasiones. Se conocen al menos dos versiones: una conservada en el Museo de Antequera (España) y otra en la Iglesia del Gesù, en Montreal (Canadá), esta última de formato horizontal (óleo sobre lienzo, 114 × 165 cm). El tema también fue tratado con frecuencia por otros pintores virreinales, como Cristóbal de Villalpando y Sebastián López de Arteaga, cuyos ejemplos se encuentran en el Museo Nacional de Arte (Ver: https://munal.emuseum.com/objects/100/los-desposorios-de-la-virgen-y-san-jose y https://munal.emuseum.com/objects/360/los-desposorios-de-la-virgen)
 

Precio salida: 100.000 €

902. JUAN ARZEO (Manila, 1795-1865)Retrato del Ilmo. Don Francisco Santos Gómez Marañón (1763-1840), obispo de Cebú

Óleo sobre lienzo. 189 x 131,5 cm.
Firmado: “Ju. Arzeo, ft”.
Inscrito: "V. Rº. del Illmo y Rmo Sr. D. Fr. Santos Gómez Marañón, nació en la Ciudad de Valladolid el 1º de noviembre de 1763; tomó el hábito en el Rl. Colegio Seminario de Filipinos de la misma ciudad junto con el Sr. Arzobispo de Manila D. Fr. Hilarión Díez; se embarcó para Filipinas en 1787, donde leyó Teología, fue cura de Hagonoy y Pasig, y diffor. Fue electo provincial en 1825 y obispo en Cebú por S. M. el 7 de mayo de 1828, precanonizado en Roma el 28 de septiembre de 1829 y consagrado junto con el Illmo. Sr. Seguí en la Isla de N. P. S. Agustín el 28 de octubre de 1830."
 
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
BLANCO, Andrés: Santos Gómez Marañón, provincial agustino y obispo de Cebú (Filipinas). Octure, 2021. Archivo Agustiniano 105(223):121-192.
 
“Nuestras obligaciones principales son: sacrificar desde ahora nuestro sosiego, nuestra salud y nuestra vida por la salud de nuestro pueblo; sacrificar y orar continuamente por él; no tener otra mira que Dios y la felicidad de nuestra Diócesis” - Santos Gómez Marañón.
 
Santos Gómez Marañón nació en Valladolid el 1 de noviembre de 1763, en el seno de una familia noble y honrada. Ingresó en el Colegio de los Agustinos Filipinos de Valladolid, donde profesó el 1 de noviembre de 1779, completando una sólida formación filosófica y teológica y cultivando inclinaciones hacia la matemática, la astronomía y la arquitectura, intereses que mantuvo toda su vida. Tras ejercer la docencia durante varios años, fue enviado como misionero a Filipinas en 1788, donde impartió Teología en el convento de San Agustín de Manila y posteriormente fue destinado a la parroquia de Pasig, una de las más importantes de la provincia de Tondo. Allí desarrolló un ministerio largo y fructífero, caracterizado por su celo pastoral y la mejora del entorno material de la comunidad mediante jardines, fuentes y nuevas edificaciones arquitectónicas, labor ampliamente reconocida por autoridades civiles y eclesiásticas.
 
Su ascenso dentro de la jerarquía de la Provincia agustiniana fue progresivo, ocupando los cargos de prior vocal, definidor y provincial entre 1825 y 1829. Durante su provincialato, marcado por la escasez de misioneros y la necesidad de restaurar la administración espiritual tras el Trienio Liberal, promovió el envío de nuevas misiones desde España, cultivó buenas relaciones con el gobernador Mariano Ricafort y fortaleció la presencia agustiniana en parroquias y haciendas. Reconociendo su experiencia y prestigio, fue nombrado obispo de Cebú en 1829, asumiendo la diócesis más extensa y compleja de Filipinas.
 
Su episcopado se prolongó hasta su fallecimiento en 1840 y estuvo marcado por grandes desafíos: la imposibilidad de recorrer toda la diócesis, la amenaza de la piratería, la escasez de recursos, el mal estado del seminario y de la catedral, y la relajación de costumbres en ciertos sectores del clero y los fieles. Durante su gobierno, impulsó la asistencia social, reformó el seminario, promovió la reconstrucción de la catedral y del palacio episcopal, publicó pastorales para corregir abusos y fomentar la vida cristiana auténtica, y defendió con firmeza los derechos de la Orden de San Agustín frente a conflictos jurisdiccionales. La supresión de la parroquia del Parián-Lutaos, centro de la comunidad mestiza de chinos, generó tensiones prolongadas que marcaron buena parte de su administración.
 
La obra que presentamos hasta ahora conservada en una colección particular, firmada por Juan Arzeo, constituye una aportación relevante al corpus pictórico conocido del pintor filipino activo en la primera mitad del siglo XIX, destacado como retratista oficial de miembros de la Iglesia y de la administración colonial. Probablemente pintado entre 1832 y 1840, cuando Gómez Marañón ya era obispo y su imagen episcopal tenía relevancia pública, el retrato muestra al personaje con semblante concentrado y serio, acorde con su carácter firme, disciplinado y dedicado a su misión.
 
En un interior decorado con cortinaje, viste las vestiduras episcopales de ceremonia: roquete blanco con encaje, muceta azul cobalto, cruz pectoral dorada, solideo rojo y anillo episcopal. Su mano derecha realiza un gesto de bendición mientras la izquierda sostiene un bonet. A la izquierda, una mesa episcopal cubierta con un paño rojo sostiene la mitra, el báculo pastoral, un libro y unos guantes. Una cartela ovalada resume su vida desde Valladolid hasta su consagración episcopal en 1830. En el ángulo superior derecho se observa su escudo episcopal con el lema en latín: “In nomine Iesu omne genu flectatur” (“Al nombre de Jesús toda rodilla se doble”, Filipenses 2:10).
 
El retrato pertenece al género de retrato institucional de dignatarios eclesiásticos, propio de conventos y oficinas episcopales del dominio español en Filipinas, con funciones conmemorativas y representativas. Es posible que formara parte de una serie destinada a registrar visualmente a obispos y altos miembros de la Iglesia, consolidando su presencia e identidad dentro de la jerarquía eclesiástica. De esta misma tipología, pintada por Arzeo en 1830 se conserva el retrato de Monseñor José Seguí (1773- 1830).
 
Arzeo pintó al menos otro retrato de Gómez Marañón alrededor de 1830, conservado en el Real Colegio de Padres Agustinos Filipinos de Valladolid. En él, el obispo viste hábito negro, lleva la cruz pectoral dorada, sostiene sombrero y bastón, y sobre la mesa carmesí descansan un crucifijo, un sello y varios libros, mientras al fondo se aprecia una calle de Cebú a través de una ventana de capiz.
 

Precio salida

40.000 €

902. JUAN ARZEO (Manila, 1795-1865)Retrato del Ilmo. Don Francisco Santos Gómez Marañón (1763-1840), obispo de Cebú

Óleo sobre lienzo. 189 x 131,5 cm.
Firmado: “Ju. Arzeo, ft”.
Inscrito: "V. Rº. del Illmo y Rmo Sr. D. Fr. Santos Gómez Marañón, nació en la Ciudad de Valladolid el 1º de noviembre de 1763; tomó el hábito en el Rl. Colegio Seminario de Filipinos de la misma ciudad junto con el Sr. Arzobispo de Manila D. Fr. Hilarión Díez; se embarcó para Filipinas en 1787, donde leyó Teología, fue cura de Hagonoy y Pasig, y diffor. Fue electo provincial en 1825 y obispo en Cebú por S. M. el 7 de mayo de 1828, precanonizado en Roma el 28 de septiembre de 1829 y consagrado junto con el Illmo. Sr. Seguí en la Isla de N. P. S. Agustín el 28 de octubre de 1830."
 
 
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA:
BLANCO, Andrés: Santos Gómez Marañón, provincial agustino y obispo de Cebú (Filipinas). Octure, 2021. Archivo Agustiniano 105(223):121-192.
 
“Nuestras obligaciones principales son: sacrificar desde ahora nuestro sosiego, nuestra salud y nuestra vida por la salud de nuestro pueblo; sacrificar y orar continuamente por él; no tener otra mira que Dios y la felicidad de nuestra Diócesis” - Santos Gómez Marañón.
 
Santos Gómez Marañón nació en Valladolid el 1 de noviembre de 1763, en el seno de una familia noble y honrada. Ingresó en el Colegio de los Agustinos Filipinos de Valladolid, donde profesó el 1 de noviembre de 1779, completando una sólida formación filosófica y teológica y cultivando inclinaciones hacia la matemática, la astronomía y la arquitectura, intereses que mantuvo toda su vida. Tras ejercer la docencia durante varios años, fue enviado como misionero a Filipinas en 1788, donde impartió Teología en el convento de San Agustín de Manila y posteriormente fue destinado a la parroquia de Pasig, una de las más importantes de la provincia de Tondo. Allí desarrolló un ministerio largo y fructífero, caracterizado por su celo pastoral y la mejora del entorno material de la comunidad mediante jardines, fuentes y nuevas edificaciones arquitectónicas, labor ampliamente reconocida por autoridades civiles y eclesiásticas.
 
Su ascenso dentro de la jerarquía de la Provincia agustiniana fue progresivo, ocupando los cargos de prior vocal, definidor y provincial entre 1825 y 1829. Durante su provincialato, marcado por la escasez de misioneros y la necesidad de restaurar la administración espiritual tras el Trienio Liberal, promovió el envío de nuevas misiones desde España, cultivó buenas relaciones con el gobernador Mariano Ricafort y fortaleció la presencia agustiniana en parroquias y haciendas. Reconociendo su experiencia y prestigio, fue nombrado obispo de Cebú en 1829, asumiendo la diócesis más extensa y compleja de Filipinas.
 
Su episcopado se prolongó hasta su fallecimiento en 1840 y estuvo marcado por grandes desafíos: la imposibilidad de recorrer toda la diócesis, la amenaza de la piratería, la escasez de recursos, el mal estado del seminario y de la catedral, y la relajación de costumbres en ciertos sectores del clero y los fieles. Durante su gobierno, impulsó la asistencia social, reformó el seminario, promovió la reconstrucción de la catedral y del palacio episcopal, publicó pastorales para corregir abusos y fomentar la vida cristiana auténtica, y defendió con firmeza los derechos de la Orden de San Agustín frente a conflictos jurisdiccionales. La supresión de la parroquia del Parián-Lutaos, centro de la comunidad mestiza de chinos, generó tensiones prolongadas que marcaron buena parte de su administración.
 
La obra que presentamos hasta ahora conservada en una colección particular, firmada por Juan Arzeo, constituye una aportación relevante al corpus pictórico conocido del pintor filipino activo en la primera mitad del siglo XIX, destacado como retratista oficial de miembros de la Iglesia y de la administración colonial. Probablemente pintado entre 1832 y 1840, cuando Gómez Marañón ya era obispo y su imagen episcopal tenía relevancia pública, el retrato muestra al personaje con semblante concentrado y serio, acorde con su carácter firme, disciplinado y dedicado a su misión.
 
En un interior decorado con cortinaje, viste las vestiduras episcopales de ceremonia: roquete blanco con encaje, muceta azul cobalto, cruz pectoral dorada, solideo rojo y anillo episcopal. Su mano derecha realiza un gesto de bendición mientras la izquierda sostiene un bonet. A la izquierda, una mesa episcopal cubierta con un paño rojo sostiene la mitra, el báculo pastoral, un libro y unos guantes. Una cartela ovalada resume su vida desde Valladolid hasta su consagración episcopal en 1830. En el ángulo superior derecho se observa su escudo episcopal con el lema en latín: “In nomine Iesu omne genu flectatur” (“Al nombre de Jesús toda rodilla se doble”, Filipenses 2:10).
 
El retrato pertenece al género de retrato institucional de dignatarios eclesiásticos, propio de conventos y oficinas episcopales del dominio español en Filipinas, con funciones conmemorativas y representativas. Es posible que formara parte de una serie destinada a registrar visualmente a obispos y altos miembros de la Iglesia, consolidando su presencia e identidad dentro de la jerarquía eclesiástica. De esta misma tipología, pintada por Arzeo en 1830 se conserva el retrato de Monseñor José Seguí (1773- 1830).
 
Arzeo pintó al menos otro retrato de Gómez Marañón alrededor de 1830, conservado en el Real Colegio de Padres Agustinos Filipinos de Valladolid. En él, el obispo viste hábito negro, lleva la cruz pectoral dorada, sostiene sombrero y bastón, y sobre la mesa carmesí descansan un crucifijo, un sello y varios libros, mientras al fondo se aprecia una calle de Cebú a través de una ventana de capiz.
 

Precio salida: 40.000 €

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